Pov. Yuliza
Me sentía tan feliz que no cambia de la felicidad, podría trabajar y ya no me sentiría tan atrapada en esa enorme casa. Baje las escaleras mientras no apartaba la vista del jardín. En realidad quería saber que estaban haciendo allí, pero parecía un gran secreto que no querían compartir conmigo.
Por más que le pregunte a Raúl solo decía "paciencia ya mero sabrás" ¿pero hasta cuándo? La paciencia no era una de mis grandes virtudes. Me fastidie así que me puse a limpiar la cocina.
Sentí la mirada de alguien clavada en mí. Sabia de quien se trataba así que solo lo ignore y seguí barriendo.
- No me gusta que te pongas hacer quehacer y lo sabes.
- A mí no me gusta que me lo impidas y lo sabes.
- ¿Por qué esa obsesión con hacer lo contrario a lo que te digo? - preguntó molesto. Deje de barre y me amarre mi cabello que estaba suelto en una coleta sin dejar de mirarlo.
- Pongámoslo de esta manera. Sí yo te dijera deja que tus trabajos de oficina se vayan a pique y no hagas nada ¿Lo harías? O que te dijera deja de respirar. ¿Me harías caso?
- No - contestó automáticamente.
- ¿Por qué no lo harías?
- Porque es una locura lo que me pides. Para mí es imposible. - dijo Raúl mirando.
- Pues así me siento yo.
- No lo sabía - comentó apenado.
- No porque no me lo preguntaste. Pero ahora lo sabes.
- ¿Quieres ir tomar un helado conmigo en compañía de tu hermana?
- Me encantaría - respondí la verdad ya me estaba hartando de estar aquí. Corrí a buscar a Alicia y le puse un vestido color Rosa pastel que le quedaba hermoso y se lo acomode mientras buscaba la carriola.
Varios minutos estuvimos en el coche mientras íbamos al parque. Luego de unos minutos llegamos, Raúl bajo del coche mientras sacaba la carriola y yo a Alicia. Caminamos en donde estaban los helados y me compro uno de fresa y el uno de chocolate.
El parque era grande y había muchos niños corriendo en los juegos, Raúl comenzó a empujar la carriola mientras platicábamos en qué consistiría mi trabajo. Cuando nos cansamos de caminar nos sentamos en una de las bancas del parque. Me alegraba ver a los niños corriendo y jugando.
-¿Te gusta estar aquí? – pregunto Raúl.
-Mucho, hace tiempo que iba al parque.
-¿Por qué no has venido antes?
-Porque nunca he tenido tiempo.
Luego de unos minutos decidimos regresar a la casa. Mientras caminábamos para irnos una niña de risos rubios con un vestido gritaba.
-¡Tito ven! ¡Regresa no te vayas!
Un schnauzer de color gris que iba hacia Raúl a toda velocidad. Raúl se agachó y lo acarició.
-Gracias señor por no dejar que se vaya. ¡Tito pillino! – reprendió al perro la niña mientras lo abrazaba como si se le fuera la vida en ella.
-¡Lucy! ¿Qué te he dicho de correr así detrás de Tito? – pregunto un señor no mayor que Raúl, miro enfurecido a la niña que solo abrazaba al cachorro como si se le fuera la vida en ello sin prestar atención a la cara enojado del adulto detrás de ella.
-Lo siento tío, pero el corrió… - intento decir la niña, pero el hombre se había agachado junto a ella.
-Lo sé, pero no lo vuelvas a hacer, ¿lo prometes?
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Compromiso a la fuerza.
RomanceImagina que un accidente cambia tu vida y la de un empresario. Esto le paso a Yuliza una teibolera. Ante sus ojos se desata un accidente en carretera, pero no sabe que ese hombre podría cambiar su vida. Raúl un gran empresario sufre un gran accident...