Narra: Yuliza
Estaba sentada frente al espejo desmaquillándome, me cambie de ropa, me puse un pantalón entubado negro y una blusa blanca de manga larga. Me sentía cansada había sido un largo día sin dudarlo, a veces cuando realizaba mis actividades en lo único que pensaba era en eso, cinco minutos sentada con un gran respiro dejando descansar mis pies todos adoloridos.
- ¿Irás a cobrar tu cheque Yuliza? - preguntó una de mis compañeras que se desvestía frente a todas sin ningún pudor. Era Estrella como se hacía llamar, casi ninguna se decía su verdadero nombre, aunque a mí me daba igual.
- Sí, en un momento iré a la sala de Samuel. – comente como si nada mientras tapa mi rostro con las manos, el cansancio me estaba matando, un minuta más ahí sentada juro a Dios que me quedaba dormida.
- Qué bien linda - dijo dándome una sonrisa encantadora, tomó su bolso y se fue contoneando sus caderas, a pesar de nuestra profesión no podía negar que había mujeres que no deberían estar ahí. La necesidad es algo que tenemos en común todas nosotras.
Por ejemplo Estrella madre soltera de tres hijas, muy lindas por cierto solo llevaban dos años de diferencia cada una, ella las había tenido muy joven, los padres de las niñas eran diferente tipo, ella pensó encontrar el amor, pero no fue así, al final decidió ver por sus hijas y olvidarse de todo, era hermoso ver como su cara se iluminaba cada vez que hablaba de ellas, de sus logros y como juntas estaban logrando grandes cosas, uno pensaría que las hijas estarían avergonzadas, nada más lejos de la verdad, ellas aman a su madre con una intensidad envidiable, y así como Estrella hay muchas mujeres en similar situación.
Camine al despacho de Samuel y toque una vez, escuche su voz que gritaba pasa linda. Sabía que lo hacía de cariño en verdad lo apreciaba pero no podía evitar sentirme incomoda, a pesar del tiempo que llevaba trabajando aquí.
- Vine por mi cheque - dije parándome en la puerta ya que estaba con dos chicas semi desnudas en su sillón. Para algunos podría ser escandaloso, pero no para los que trabajamos ahí. Era lo más normal que existía. Samuel no faltaba al respeto a nadie solo se ocupaba de su negocio y a sus empleados buscar sus propios beneficios.
Samuel era un hombre guapo, él me había visto en la miseria así que me ofreció el trabajo de teibolera, siempre me había respetado y me tenía una gran estima, jamás me ha obligado a hacer algo que yo no quisiera. A lo cual daba gracias cada día.
- Ten linda, saluda a tu hermosa hermanita y sale un beso de mi parte.
- Gracias, lo haré.
Y salí casi corriendo de su oficina, no hizo esperar los gemidos de sus acompañantes resonaban por todo el pasillo. Su secretaria estaba ahí, mirando el suelo ignorando la situación, si yo decía que tenía un mal día no me podía imaginar a ella con ese escándalo.
Salí de allí y me monte en mi camioneta, estaba lloviendo, puse mi música a todo volumen mientras manejaba. Baje la velocidad y vi la avenida que se dividía en dos, sí me iba izquierda tardaría una hora si no había tráfico y la derecha por lo menos media hora. Me fui a la derecha y subí la velocidad de mi camioneta.
NARRA: Raúl.
Termine de archivar algunas cosas en mi oficina tome mi chaqueta y me fui directamente al estacionamiento.
- Señor Raúl - escuche qué me hablaba mi secretaria ahora ¿qué? - Señor se le olvido firmar esto es de torrentes (uno de mis socios más importantes).
Revise rápidamente los papeles y luego los firme. Era el colmo todo el día en la oficina y se le ocurría que lo firmara ahora.
- ¿Es todo? por qué necesito irme. - pregunté fastidiado, no quería ser grosero pero me había pasado todo el día de junta en junta, y estaba más que cansado.
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Compromiso a la fuerza.
RomanceImagina que un accidente cambia tu vida y la de un empresario. Esto le paso a Yuliza una teibolera. Ante sus ojos se desata un accidente en carretera, pero no sabe que ese hombre podría cambiar su vida. Raúl un gran empresario sufre un gran accident...