Comienzo: Wilson.

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Canción: Franco de vita - te amo

- ¿Quieres ir a cenar conmigo? - Preguntó Joseph mientras miraba a Isabel en la calle.

-Dijiste que si tomaba un café contigo me dejarías en paz - comenta Isabel mientras sigue caminando por la calle.

-Bueno... Lo consideré mejor así que no, no te dejaré en paz.

-¿Cómo sabías en donde estaba? - le pregunta Isabel con una sonrisa, la verdad es que se sentía muy contenta de que él la buscará. -Tengo clases Joseph.

-Puedo venir por ti, cuando salgas.

-Yo no dije que aceptaba - le recordó ella mientras hacía sonar sus tacones en el pavimento.

-Pero tampoco fue una negativa Isabel.

Rendida, suspiro y le respondió:

-Esta bien, ven por mí en 4 horas - giro sobre sus pies con una sonrisa en sus labios de satisfacción.

***

-¿A dónde me vas a llevar? - pregunta la rubia entusiasmada.

-A un lugar muy especial - contestó Joseph con una sonrisa.

El trayecto fue entre bromas y bromas hasta que llegaron al lugar especial de Joseph, era una casa grande de dos pisos todo de cristal, una reja negra se alzaba ante ellos, las puertas se abrieron automáticamente, el auto Joseph paso las rejas, la cara de Isabel no tenía precio, a su alrededor había un gran jardín, el auto manejo durante diez minutos, dentro de la propiedad, incluso Isabel pensó que jamás acabaría hasta que de pronto Joseph se aparcó y bajo del auto, Ella lo imitó.

Joseph camino delante de ella guiándola, Isabel lo siguió aun con los tacones altos, su falda recta negra y una blusa color crema de botones.

Sin poderlo evitar Isabel contempló al hombre que tenía enfrente, su espalda ancha, musculosa su camisa blanca arremangada hasta los codos se le ajustaban marcando cada uno de sus músculos bien trabajados, Isabel bajo sus ojos al pantalón que era negro de vestir te queda perfecto con ese cuerpo...

-¿Te gusta lo que ves? - preguntó divertido Joseph Que la había estado mirando desde que bajaron del auto.

-Claro - respondió ella algo avergonzada de que la cacharan admirándolo. - Es un hermoso jardín...

-Sí claro. - ironizó Joseph riendo.

Siguieron caminado en silencio, Joseph se alegraba de que ella lo admirará con deseo, al menos sabía ella no le era indiferente.

-Es aquí - comentó Joseph.

Isabel sonrió con alegría, en una parte del jardín se encontraba un gran árbol que desplegaba sus hojas y sus ramas hacía el suelo, como si tuviera una gran melena.

Abajo del árbol se encontraba una mesa para dos, con un mantel blanco y los cubiertos en aquella mesa puestos elegantemente. La sillas de color dorado brillaban con el sol.

La escena que tenía ante ella, era lo más hermoso que nadie había hecho por ella.

En México nunca presento a algún amigo, y mucho menos a un novio, y no es que tuviera varios, la verdad es que nunca lo tuvo por miedo de que su padre la descubriera.

Los trabajos en equipo siempre eran en casa de sus compañeros porque no deseaba que se padre se lo reprochará en cara, y la clase de amigos que ella tenía.

Isabel se detuvo en seco, y las lágrimas salieron de sus ojos como cascadas.

Joseph se detuvo y la miró preocupado.

-Lo lamento... - se disculpó Joseph acercándose a ella apresuradamente -No llores Isa por favor, no me gusta verte así... Si lo quieres podemos irnos, olvida que hice esto... Soy un idiota... Yo sólo pensé que te agradaría...

-Joseph - le llamo ella, mientras le hacía un gesto de que se callará - lo lamento... - dijo limpiando sus lágrimas - es que nadie... - dice entre hipidos descontrolados - había hecho nada por mí - admite con tristeza, mientras se regaña así misma ser tan débil. A de pensar que soy una idiota cursi sin vida social piensa con desgana.

Joseph se a cerca más mientras la abraza y ella se deja ser entre sus brazos felizmente, sin importarle que tan patética se haya visto hace unos minutos.

Joseph se aleja un poco y hace que ella levante el rostro, sus ojos verdes lo miran con mucha tristeza y pena, él le sonríe para tranquilizarla, su mano pasa por su mejilla para limpiar sus lágrimas y sin darse cuenta Joseph se apodera de los labios de Isabel.

Su beso es lento, con cariño... Como si tuvieran todo el momento del mundo, Isabel se deja ir en sus brazos, disfrutar estar con ese gran hombre que tiene enfrente, guapo, carismático y muy insistente con sus palabras.

-Me alegra ser el primero - susurra Joseph contra la boca de Isabel con una sonrisa pícara, que para pensamiento de ella, la más hermosa jamás vista - quiero ser el primero en muchas cosas Isabel si me lo permites.

Una sonrisa brota de sus labios, y sin saber como y porque se abalanza hacía él y lo besa.

-Sí te lo permito Wilson - bromea ella.

-Me alegra saberlo.

-¿Y ahora estamos juntos? - preguntas ella divertida.

-Esperó que sí - dice él volviéndola abrazar mientras besa su cuello castamente

Su velada paso gratamente, comieron y se platicaron de su vida, ella se sentía muy contenta de verlo tan relajado y hablando tan divertidamente.

Luego fue el turno de ella de contarle de su vida, lo contó con tristeza mientras dejaba de comer. Él lo notó, tomó su mano mientras la acariciaba y se miraban a los ojos, así que se levantó de la mesa mientras se acercaba a ella y la beso

Ella era hermosa, y no merecía tener una vida tan horrorosa como la que había tenido. Ella tenía que ser feliz y él la haría feliz de eso estaba seguro.

Se besaron con pasión, hasta que sus labios se movieron intensificando, sus manos de ambos acariciaron el cuerpo que tenía en frente.

Joseph desabrochó la blusa y acarició sus piernas, subiendo la falda, hasta que logro desabrocharla, con delicadeza le quitó las medias, y sus tacones.

Isabel no se quedo atrás desabrochó su camisa mientras que acariciaba su torso deleitándose con cada parte de él.

Joseph besó su cuello haciéndola gemir.

Y sin perder tiempo hicieron el amor, la tarde había pasado, y la noche fue la única testigo de el amor que se profesaban sin palabras. Prometiéndose estar juntos.

Joseph nunca se sintió tan feliz de que su hermano se hubiera enamorado de Aurora. Porque Isabel era perfecto para él.

Y nunca podría estar molesto con su hermano Henry por estar enamorado.

Porque aún que aún no lo dijera, él se estaba enamorando de la mujer que dormía en su regazo en ese momento.

HOLA SIENTO MUCHO SI ME CONFUNDÍ ES QUE ESTOY ESCRIBIENDO EL OTRO CAPITULO AL MISMO TIEMPO :)

Compromiso a la fuerza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora