Capítulo 17: Recuerdos

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Pov. Raúl

Yuliza estaba acostada en el invernadero con sabanas cubriéndole el cuerpo desnudo, su cabello le caía en su bello rostro. Jamás había conocido a alguien así, la seguí mirando un par de minutos que para mi fueron horas parado, a lado de ella con uno shorts y sandalias de hombre sin camisa. Ver el desastre que habías ocasionado era en realidad algo sorprendente, no pensé que fuera mucho hasta que me levanté muy temprano y vi casi toda la vajilla tirada al suelo hecho pedazos. No tarde ni dos segundos en vestirme he ir a buscar materiales para limpiarlo. Así como buscar un vestido sencillo para Yuliza. No había quedado del todo limpio, pero al menos no habría accidentes.

Camine lentamente a la cocina y le preparé el desayuno a Yuliza. Mientras lo ponía todo en una charola. Cuando llegue al invernadero, mi hermoso ángel de ojos castaños estaba sentada cubriendo con las sabanas el cuerpo y todo el cabello alborotado. Haciéndola ver más hermosa. Me acerque a ella y puse la charola sobre la mesa mientras me acercaba a besar su cuello desnudo haciéndose que se estremeciera.

-Raúl – susurro apenas.

-Sí, no yo ¿Quién más? – pregunté picaron mientras besaba sus labios con fiereza.

Y entre besos y carisias e hicimos el amor por segunda vez, pero esta vez muy mañanera. Y pensar que así podría levantarme todos los días de mi vida con una mujer tan extraordinaria como ella.

Le ayude a ponerse el vestido apenas acabamos, mientras desayunábamos en silencio.

-Sabes – comentó de pronto – Nunca había hecho el amor con nadie.

-Pero...

-Sí ya se trabajaba en un prostíbulo, pero solo bailaba ahí, nunca nadie... ya sabes – dijo sonrojada.

-Bueno... - contesté nervioso – A decir verdad, es una pena que tu primera vez lo hayas hecho sobre una mesa, casi salvaje y desesperadamente como lo hicimos – dije apenado al darme cuenta de sus palabras pero sobre todo por lo de anoche.

- No importa – contestó mientras alcanzaba mi mano con su dedos y los acariciaba – No pudo ser más perfecto.

Mire sus ojos tratando de creer que era verdad. Porque siempre hacia las cosas mal. La juzgaba sin conocerla, la obligaba a venir conmigo sin tener más que el motivo económico y le hacía el amor como un animal sin siquiera ponerme averiguar su vida sexual. Tampoco es que tuviéramos la mejor comunicación. Pero siempre echaba a perder todo desde que tenía uso de razón. Mi padre siempre me había echado la culpa de mi madre nos dejara, aun que mi abuelo decía que no, mi padre me lo hacía saber cuándo pudiera y en cualquier momento.

-Yuliza, siento que no haya sido tan hermoso que te lo imaginabas.

-No – susurro ella – fue mejor. Siempre pensé que terminaría violada y vendiendo mi cuerpo en lo elegante. Pero no fue así. – dijo mientras baja la mirada. Sus ojos parecían lejanos. No quería ni imaginarme las noches que tenía que pasar en vela ni las pesadillas que rondaban en su cabeza pensando en lo que podría sucederle en ese lugar de mala muerte. Era egoísta pero agradecía a verla sacado de ese lugar tal vez no había sido de la mejor manera pero nunca me perdonaría si le hubiera pasado algo.

Tome su rostro entre mis manos y la besé. Mientras la cubría con mis brazos su pequeño y frágil cuerpo. Jamás tendría que hacerle. Por mi vida que jamás tendría otra vez esas necesidades.

Pov. Yuliza.

La semana había pasado rápido. Cada cosa que hacíamos era recompensada por un beso y una acaricia de picardía entre los dos. Y cuando había oportunidad en su oficina nos entregábamos en cuerpo y alma a nuestro amor desenfrenado. A él no le importaba que lugar fuera hacíamos el amor y cada vez que trataba de negarme el decía "Hagámoslo no hay nada que no los impida y si es así me encargaré, de que no lo sea"

Compromiso a la fuerza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora