Capítulo 30: BattleShip.

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De no ser por la curación de la Diosa de Nana estaría medio muerto ahorita. Los pulmones perforados, y varias contusiones en el cráneo, pero Nana me curo de todo, hasta la muela que perdí estaba en su lugar nuevamente.

La tensión casi que era palpable en todo el palacio, pero sé que mientras no me topara con Safira las cosas iban a ir regularmente bien, tal como quería, todo su odio se fue hacia a mí y no contra su Madre, así que su relación con ella no debería verse muy afectada, o a largo plazo.

— ¿Lex qué vamos a hacer ahora? —Me pregunto mi niña mientras me abrazaba sentada en mis piernas ya que estaba en mi trono viendo lejos.

—Creo que lo primero, es cancelar el entrenamiento de hoy, no quiero darle más motivos a Safira para enojarse, y el que estemos reunidos todos como si nada "ignorándola" solo la hará hacer otra rabieta.

—Pero ¿cómo le avisaremos a Celes?

—Dejemos que venga, nos vamos a ir nosotros a la playa a ver cómo va todo por allá, así ella se distrae un poco también, saben muy bien lo mucho que se aburre en su hogar.

—Entiendo Lex. Pero ¿tú estás bien?

—Les mentiría si les dijera que no tengo nada, pero son las consecuencias que debo aceptar por lo que hice, así eso implique perder a Safira para siempre chicas.

Sé muy bien que todas se vieron las caras cuando dije eso, no tengo que verlas para saberlo debido a que las conozco a todas.

—Ella se lo pierde. —Bufo Débora con gracia. —Que después no se esté quejando, porque ya se jodio, ahora solo eres de Nana y mío.

—Ay no puedo con ustedes...

Dicho y hecho, como a la media hora llego Celes, eran alrededor de las diez de la mañana para ese momento, pero le conté que se pospuso el entrenamiento por otros asuntos que debía resolver, y que si quería venir con nosotros a mi otro reino, lo cual acepto gustosamente.

Deje a Eris a cargo de todo por ese día, le medio dije que Safira estaba algo indispuesta, y que Sara le estaba ateniendo. El sí ellas y sus hijas se enteraran de lo que paso, aun no lo sé, y tampoco podría saber a estas alturas cuales serían sus reacciones.

Con todo listo, y sin más demora partimos o mejor dicho nos moví hasta mi reino en la costa, donde todo parecía estar sumamente tranquilo y en orden.

—Chicas me tengo que ir a poner al día con lo que ha pasado por aquí, dense una vuelta si quieren. —Pedí al agacharme un poco para ver a mi niña. — ¿Lilith podrías enseñarle a Celes todo el lugar?

—Claro Lex, no te preocupes.

—Esa es mi Niña.

Con todas ocupadas, pude dejar salir un suspiro de resignación seguido e caminar hasta el interior del Palacio, viendo a las mucamas ir de aquí para allá en sus deberes diarios, este lugar se ve mucho mejor ahora que cuando yo llegue, y lo mismo es con la oficina, todo está en mucho más orden que antes, y el papeleo está al día, puedo decir tranquilamente que soy el Rey Dragón de un Reino feliz y a gusto con su vida actual.

—Debería revisar luego como van las cosas con lo de la rutas comerciales, y las marítimas. —Susurre mientras revisaba unos cuantos papeles sobre el escritorio.

En mi papeleo, escuche la gran puerta abrirse y seguidamente cerrarse, para ver de reojo a la dragona que entro.

—Buenos días Alteza.

—Oh buenos días Tristana, ¿cómo supiste que llegue?

—Sentí su presencia cuando llegaron, ya la reconozco y no la olvidaría jamás, y ya cuando entro al palacio pude percibir su fuerte y agradable olor.

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