capítulo uno.

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AVISO: Esta historia es la continuación de “Akira”, sin su lectura previa no se entenderá esta segunda temporada.

Mateo.

—Fue una garcha el sonido, ¡¿quién mierda estaba al control de eso?! —solté a mi equipo luego de tenerlos reunidos en ronda para decirle la cantidad de cosas que no pude decirles mientras daba el show.

—Y-yo. Disculpá, Trueno. —pidió tembloroso el de rulos, y es que ni siquiera sabía su nombre.

Papá me contrató a todo el equipo, y para mí no son más que un par de billetes. No me interesa saber sus nombres.

—'ta, negrito, estás echado. —avisé señalándolo con mi dedo índice y acompañando el acto con una irónica sonrisa a boca cerrada. Y todos se quedaron bastante sorprendidos. Hasta papá, quien abrió sus ojos como platos y hasta mis dos amigos; quienes en un rincón observaban la situación aunque con bastante tranquilidad.

Ellos me conocen, saben mi carácter, y saben que no me cabe una.

—Rajen de acá ahora, dale, quiero estar solo. —los eché con mi ceño fruncido y todos se retiraron del camarín casi corriendo como si yo fuese un ogro, menos mis amigos y mi viejo.

—¿Se puede saber qué carajos hacés? —preguntó bastante ofendido mi progenitor. Yo me senté bruto en la silla frente al tocador y masajeé mi sien con cansancio.

Resoplé harto, y abrí mis ojos para dedicarle mi más fulminante mirada.

—Es un pelotudo, ¿vos viste cómo se escuchaba ese show de mierda? Te juro que si no era por la plata me bajaba del escenario a los diez minutos. —justifiqué con mi ceño fruncido y éste chasqueó su lengua enojado.

—Bueno, acabás de despedir a uno los mejores sonidistas que te pude haber conseguido, ahora te arreglás como podés. —soltó fingiendo desinterés y se fue dando un portazo. Yo reí divertido al ver cuanto hervía su sangre.

—Dale, boludo, ponete las pilas, ¿en cada show vas a echar a uno nuevo? —preguntó harto Daniel, mientras negaba con su cabeza mordiendo su labio inferior.

Y no sé si lo decía por el guitarrista que eché en el último show, o por la bailarina que eché ayer porque no me parecía demasiado linda a mi gusto.

—Y bueno, si hacen mal su trabajo no es mi problema. —contesté alzando mis hombros indiferente y agarré mi celular para revisar las redes.

—No hizo mal su trabajo, el audio se escuchaba de diez, Mateo. —corrigió Valentín, yo reí sarcástico y rodé mis ojos.

—Tenés un poquito de cera en los oídos entonces. —bromeé y ellos exhalaron profundo, no entiendo que tanto les cuesta entender lo que digo— 'ta, ahora déjenme solo por fa', me tengo que desestresar un rato. —pedí dejando mi celular a un lado y levantándome de la silla para abrirles la puerta. Ellos fruncieron su ceño confuso y Valentín me miró con una ceja alzada.

—¿Una bailarina? —preguntó obvio y yo reí para luego pegarle un leve saque en la nuca.

—Llamame a la rubia, la nueva. —pedí y él por segunda vez suspiró pensando en que mierda debería hacer conmigo, mientras Daniel ya se estaba retirando del camarín.

Ya no me aguantan.

Cerré la puerta por detrás de sus espaldas y esta vez me senté en un pequeño silloncito que se encontraba en una esquina. Acto seguido, me saqué el cinto y lo revolveé para cualquier parte del camarín...ni siquiera me preocupé en eso.

Me saqué el piluso, lo tiré a mi costado y saqué un preservativo del bolsillo trasero de mi pantalón para prepararme.

Oí el chillido de la puerta abrirse y al instante levanté mi mirada.
Sonreí al ver a aquélla ojiverde entrando sigilosamente y pretendiendo que nadie la viera.

destino; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora