capítulo quince.

3.7K 131 233
                                    

Akira.

Metí mis pies en la orilla del agua y mientras jugaba con la chapita de la lata de cerveza, me senté en la parte arenosa para no mojarme, aún teniendo mis pies en el agua.

Escuché los pasos del ojiazul acercándose hacia a mí y sonreí levemente, era lo único bueno que me estaba sucediendo entre todo esto.

—Compré un copo de nieve, mirá. —contó contento como si fuese un infante y al girar mi cabeza para mirarlo, pude observar como se le había formado una sonrisa de oreja a oreja mientras se sentaba a mi lado.

Yo le sonreí débilmente algo enternecida y volví mi vista hacia en frente, varias cosas me daban vueltas en la cabeza y no sabía cuanto necesitaba una linda noche en la orilla del mar.

—¿Estás bien? —preguntó posando su mano libre sobre mi espalda para dejar una suave caricia, luego le dió un mordisco al copo sin ni siquiera utilizar sus dedos.

Yo me limité a alzar mis hombros indiferente, obviamente la respuesta era un rotundo no pero tampoco quería preocuparlo.

—¿Pasó algo con Paulo? —preguntó pudiendo sentir como no quitaba su vista de mí un solo segundo, teniendo su máxima concentración en mí.

Al oír aquél nombre un sabor amargo se sintió en mi boca, y de manera inevitable un pequeño pinchazo se presentó en mi pecho como el más filoso flechazo.

Negué con mi cabeza y recosté mi cabeza sobre mis rodillas un poco flexionadas.

—¿Y con Mateo? —indagó y de manera inevitable comencé a sentir como mis ojos se tornaban cristalinos.

Él notó esto, mi cabeza estaba recostada con mi mejilla sobre mis rodillas y mi vista apuntaba a su dirección, pero aún así no objetó más nada.

Pasó una de sus manos por detrás de mi espalda y dejó caer su cabeza sobre mi hombro. Acto seguido, dejó un inocente beso en mi mejilla y con su pulgar dejó una suave caricia en mi espalda, volviendo a recostar su cabeza en mi hombro.

—Soy una pelotuda. —murmuré y mis lágrimas comenzaron a hacerse notar cuando de manera automática caían sobre mis mejillas.

Apreté con fuerza mis ojos y no agregué nada más, sentía un dolor insoportable en mi pecho por sanar y ni siquiera tenía ánimos para continuar la conversación.

Sentía tocar fondo, y estaba en esos días donde ni siquiera me pueden preguntar como estoy que ya quiebro en llanto.

No estaba bien, nada estaba bien.

—Dejá de culparte por todo, Kiki, ya hablamos de esto...—murmuró él algo apenado mientras sobaba mi espalda y acto seguido, pude sentir como clavaba el copo de nieve en la arena para poder terminarlo más tarde.

Se giró para quedar frente a mí en una mejor posición y ladeó su cabeza hacia un costado para obtener mi mirada, mientras posaba su mano sobre mi mejilla húmeda para dejar suaves caricias con su pulgar.

—Lo extraño y me hace mierda el pecho, Valentín. —agregué y más lágrimas comenzaron a caer sin que yo pudiera controlarlas.

Flexioné mejor mis piernas logrando que salieran del agua y las abracé contra mi pecho, mientras que con mis ojos cerrados podía sentir las caricias que Valentín comenzaba a dejar en mi pelo para calmarme.

—Si lo extrañás tratá de recuperarlo, acá sentada llorando mucho no vamos a avanzar. —aconsejó y yo abrí mis ojos simplemente para mirarlo, así pude notar que el también tenía sus piernas flexionadas y su mejilla descansando sobre su rodilla, imitando mi acción para lograr mirarme.

destino; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora