capítulo catorce.

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Mateo.

—¿Estamos todos? —preguntó para asegurarse mi progenitor una vez que acomodó el último  bolso en el baúl. Yo estiré mi cuello de un lado hacia otro y me quejé un poco, me dolía cada hueso de mi cuerpo, ya que Akira al final se quedó dormida en mi cama y así tal cual sucedió en el avión; procurando que ella duerma cómoda y teniendo medio cuerpo suyo encima del mío.

—¿Te sentís bien? —pregunté algo preocupado, y es que desde que salimos del hotel, no solo no omitía una sola palabra, sino que también estaba bastante dormida.

—Es muy temprano, no estoy acostumbrada. —contestó asintiendo con su cabeza para despreocuparme y yo reí levemente, aunque sentía una gota de culpa por haberle cambiado los horarios.

Yo ya estoy acostumbrado, desde que empezó toda esta locura de mi carrera ya ni se lo que es dormir al menos 10 horas de corrido...si no me levanto temprano para ir al estudio, me duermo tarde por quedarme escribiendo...la organización de shows, entrevistas, canciones, estrenos...todo, todo me consume la mayoria del tiempo de mi vida.

Y no me quejo, yo elegí esta vida, pero sí me hacía sentir algo culpable cambiarle las horas de sueño a ella por mis cosas, pero otra opción no nos quedaba.

—Descansá que hay bocha de viaje. —murmuré posando una de sus manos en su muslo, y pensaba abrazarla por detrás para que se recostara en mi pecho, pero en cuanto vi el brazo de Valentín pasarse por detrás de su cuello quedé estático en mi lugar. Tragué en seco y mi semblante cambió por completo.

—Que descanses lindo. —oí el murmuro del ojiazul y ella contenta se acurrucó en su pecho para más comodidad, y yo por pura inercia apreté mis puños con fuerza.

No sabía bien que me sucedía, pero me hervía la sangre.

¿Desde cuando?¿Desde cuando ellos dos eran tan "amigos"?¿Desde cuando ella duerme en su pecho y le hace los mimitos en el pelo que yo siempre le hice?

Chisté con bronca y aunque me llevé la mirada de algunos con un poco de confusión, saqué mis auriculares del bolsillo y los llevé a mis oídos para desaparecer de la realidad de mierda en la cual me encontraba. Acto seguido, coloqué mi capucha, deje caer mi cabeza sobre la ventanilla cerrada de la camioneta y con mis manos ocultas en mis bolsillos cerré mis ojos dispuesto a dormirme.

No solo para apagar mi cerebro algunas horas, sino para no terminar a las trompadas con Valentín en medio del viaje, porque...esto no pensaba dejarlo así, y mucho menos pensaba quedarme callado.

(...)

Rodé mis ojos al verlos dormidos bastante pegados a los tortolitos y bufé con bronca.

No pude pegar un ojo en todo el viaje por aquélla imagen, él a cada rato se despertaba; le preguntaba si estaba cómoda, la tapaba con una manta, le hacía caricias en el pelo, la abrazaba... así y un sinfin de acciones que hacían hervir mi sangre, y obviamente hizo que mi humor cambiara por completo.

—Chicos, despiertense. —llamó mi progenitor, quien se encontraba sentado de acompañante, no solo a Akira y a Valentín, sino tambien a Daniel quien estaba del otro lado durmiendo muy placenteramente. Tanto que roncó todo el viaje, aquéllo fue otra razón de mi pesado mal
humor.

—¿Qué pasó? —preguntó un poco confuso Valentín mientras se estiraba en su lugar al igual que Daniel, y Akira ni siquiera se esforzó por mínimo abrir los ojos.

—Paramos a cargar nafta y de paso desayunamos algo, apuren. —contestó el y apenas Jerónimo había frenado la camioneta para que le cargaran nafta, yo enseguida abrí la puerta para bajarme en cuanto vi la manera empalagosamente "tierna" con la cual él despertaba a la morocha.

destino; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora