capítulo final.

3.2K 105 58
                                    

Domingo.

Diez de la noche.

La familia, por primera vez en años, reunida.

La mesa llena, la familia conversando en tres sí. Los más chiquitos jugando a la pelota y los más grandes haciendo sobremesa con un café en el centro, y probando las delicias que la tía siempre preparaba como postre.

Nuestros amigos en compañía como si fuesen una pieza más de la familia, y es que...realmente lo eran, ellos ya eran familia nuestra.

Kaia y Daniel tirándose migajas de pan como si fuesen dos infantes peleadores y Valentín abrazado a la panza de la morocha, quien apenas se enteró de la noticia, no paró de darle abrazos y de cargosearla un solo segundo.

Todo estaba bien, podía decir que realmente me sentía en mi mejor momento.

Estaba rodeado de gente pura, sin maldad o sin segundas intensiones. Estaba rodeado de amor, tanto de mi pareja como de mis amigos.

Estaba siendo feliz, estaba completo. Por primera vez en años, podía decir que realmente estaba completo. Que aquél vacío que mi pecho sentía en cuanto perdí a mi novia, lo pude llenar con el amor más puro y con la mujer más bonita en todos los aspectos que podría haber conocido.

Mi familia me había completado.

Mis amigos me habían completado.

Ella. Ella sin dudas me había completado.

—Mi amor, ¿me acompañás? —pidió la dueña de mi nublina de pensamientos que tanto me había desconcentrado de la realidad. Al caer a tierra, me encontré con la sonrisa más linda de todas, aquélla que obtuvo sanarme el corazón incontables veces, y la que hoy me tiene completamente enamorado.

—¿A dónde? —pregunté con mi ceño fruncido, un poco perdido en la conversación. Ella rió levemente, y esta vez desvié mi vista hacia mi abuela paterna, quien enseguida contesto;

—Les preparamos una sorpresa en tu habitación, vayan a fijarse lo que hay. —contó y en cuanto visualicé mejor mi entorno, me encontré a todos los presentes mirándonos a ambos con una sonrisa. Al parecer, fue idea de todos.

—S-sí, vamos. —contesté a la anterior pregunta de mi novia, aún un tanto confuso. Obviamente en cuanto llegamos a casa de mamá, no entré a la habitación donde yo dormía ya que no es me pertenece más. Según lo que me contó ella, la cama sigue intacta en su lugar, pero quedó totalmente vacía luego de que yo me llevara todas mis cosas hacia lo de papá. Aún así, la habitación no es habitada por nadie y para nada en especial.

Me levanté de mi asiento con mi mejor cara de turista perdido, y enseguida ella siguió mis pasos hasta la habitación, donde supuestamente allí nos esperaría una sorpresa.

Proveniendo de mi familia, todo podía ser posible...y me aterraba.

—No me hago cargo de lo que nos encontremos en esta habitación, ¿está claro? —advertí señalando a la puerta en cuanto nos posicionamos frente a ella. Mi novia rió levemente al oírme, y luego mordisqueó un poquito su labio inferior con nerviosismo. Mi chiquita, tan preciosa.—Hermosa. —musité sin poder contenerme las ganas y luego deposité un besito en sus labios, con mi mano apoyada sobre la manija de la puerta. Ella sonrió tímida ante tan inesperado acto y luego rodeó sus brazos alrededor de mi panza para entrar junto a mí con un poquito de miedo.

Yo, finalmente me animé a abrir la puerta y en cuanto tuvimos en nuestro campo de visión la sorpresa de la cual nos hablaban en la mesa, sus pupilas se dilataron al mil.

Enseguida se despegó de mi cuerpo y sorprendida caminó hasta mi cama, mientras yo estaba boquiabierto sin haberme imaginado antes tan lindo regalo.

Mi ex cama estaba llenísima de regalos para bebé; ropita, zapatitos, peluchitos, mantitas, pañales...y todo en diminutivo ya que era de no creer lo pequeño que era cada cosa acomodada en ese lugar.

destino; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora