capítulo trece.

3.2K 121 189
                                    

Akira.

—Ey, Kiki, tranquila. —habló asustado el ojiazul y enseguida se tiró al piso para acompañarme—Ya pasó, ¿sí? Está mal de la cabeza. —murmuró y enseguida me atrajo a su pecho en un abrazo.

Pero no...ni su más cálido abrazo, ni sus tranquilizadoras palabras, ni la calma que suele transmitir siempre Valentín con la simpleza de su voz lograba calmarme, y mi llanto aumentaba a cada segundo que pasaba.

Mi cuerpo entero tiritaba, y mi respiración de a poco ya comenzaba a ser una situación preocupante.

—Kiki, por favor, respirá un poco y tratá de tranquilizarte, me preocupás. —pidió algo alterado mientras sobaba mi espalda y parte de mi brazo, y juraba tratar de hacer todo lo posible con tal de que él no se aterrara al sufrir conmigo un episodio de mis ataques para no asustarlo, pero es que no es algo que yo pueda controlar demasiado.

—Estás acá, ¿sí? Estamos juntos, no hay nadie más, no te va a pasar nada. —aseguró acunando mi cara con ambas manos para lograr conectar miradas conmigo mientras yo abría mi boca para tratar de recibir aire a bocanadas—Ya se fue, ahora estás conmigo, quedate tranquila...—agregó sobando mi pecho mientras no desviaba su vista de la mía un solo segundo. Y su tranquilidad a la hora de hablarme en cierta parte me lograba calmar un poco—Muy bien, ey, respirá. —murmuró con una débil sonrisa en su rostro mientras, esta vez, trataba de secar con sus pulgares las lágrimas que caían—Sos muy fuerte, te admiro mucho. —musitó una vez que yo cerré mis ojos para abrirlos luego de unos cuantos segundos, demostrando así estar un poco más calma que antes.

—Estoy muy cansada, Valentín. —murmuré y llevé una de mis manos a mi boca para así taparme y evitar que se oyeran mis sollozos,  y mis lágrimas caían en aumento como si estuviese pasando el peor momento de mi vida, y es que ya estaba tocando fondo.

—¿Cansada de qué?¿Querés que hablemos? —ofreció el apretujandome a su cuerpo mientras me acariciaba el pelo con ternura, y yo completamente desarmada en su pecho sintiendo las calmas palpitaciones de su pecho y recibiendo cada caricia que él me daba.

—De todo, de todo lo que me está pasando. —contesté por lo bajo y aunque mi llanto había calmado un poco, no dejaba de sentir una angustia enorme en mi pecho—Estoy sola, estoy sola en Argentina...esto sola acá....estoy sola en todos lados. —determiné entre dientes, pero no enojada con el resto, sino enojada conmigo por haber actuado como actué en un pasado para en el presente estar así—Sé que me lo merezco, sé que fui una mierda con Mateo y me merezco que todos ustedes no me quieran ni ver, pero me duele...me duele el trato de Mateo, me duele su desconfianza, me duele el odio de ustedes. —agregué esta vez distanciandome de su pecho para así secar mi rostro humedecido con las mangas de mi buzo, aunque aún seguían cayendo algunas a medida que hablaba.

—Nadie te odia, Kiki, ¿por qué decís eso? —contestó sobando mi espalda y yo solté una risa por la nariz, de manera irónica.

—Pedro no me habla desde que llegamos, Daniel ni siquiera me mira, y Mateo...n-no sé, está cambiado, me trata mal y me duele. —hablé al final con un poco de dolor en mi pecho, agachando mi mirada.

—Vení. —dijo levantándose del piso y estirándome su brazo para ayudarme a levantarme a mí también. Yo fruncí mi ceño con un poco de confusión pero confiando a ciegas en él, guardé mi celular en el bolsillo, tomé su brazo y lo seguí—Mirá...primero; no te lo voy a negar, ¿sí? obvio hace tres años ninguno quería verte ni en figurita porque nosotros sabemos lo hecho mierda que estaba Mateo con todo lo que pasó. —aclaró mientras pasaba uno de sus brazos por detrás de mis hombros y yo resoplé apenada, no sé si eran laa palabras que necesitaba oír, quizas Valentín tiene una extraña manera de consolar a la gente— Segundo; yo a vos no te odio, nadie lo hace. Daniel es así porque ya sabés que a veces es medio ortiva, ¿o no te acordás la cantidad de situaciones que te hizo pasar a vos? Está re pirado, a veces le pinta esa, pero lo amamos igual. —agregó y yo no pude evitar soltar una débil risa, mientras podía notar como nuestro camino llegaba hacia, probablemente, el teatro—Y tercero...Mateo es así, Kiki, lamentablemente. —contestó soltando un hondo suspiro y yo levanté mi cabeza para mirarlo a los ojos. Si Mateo de por sí, que es relativamente bajo pero para mí es alto, Valentín me saca mucho más centímetros haciéndome sentir un pitufo. Su semblante había cambiado a uno más apenado, y al recordar con nostalgia a su mejor amigo podía notar como sus ojos se habían vuelto algo cristalinos.

destino; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora