Pánico en el Himalaya
—¿DONDE ESTÁ KATHERINE? —rugió Norte de nuevo a la mujer alada que tenía delante.
Estaba seguro de que tenía algo que ver con la desaparición de Katherine, pero su espada trataba de apartarse de aquel extraño ser... Casi había olvidado que la espada, la primera reliquia del Hombre de la Luna, podía distinguir si se enfrentaba a un amigo o un enemigo. La espada sabía que Toothiana no quería hacer daño a ningún Guardián. Pero Norte se resistía. La mujer sabía algo y debía decírselo.
Luz Nocturna se sentó en la cama de Katherine. La almohada había caído al suelo, pero las tres monedas seguían en el lugar donde las habían dejado. Toothiana miraba a Norte y los otros sin dejar de presionar el cuello del revoltoso mono con una mano y de sostener la espada con la otra, preparada para acabar con la vida de aquel ser. Con una mirada rápida, avisó a sus miniproyecciones de que no intervinieran. Sus plumas se erizaban y agitaban. ¿De rabia?, se preguntaba Norte. ¿O de pánico?
Había visto esa mirada anteriormente. La conocía bien de su infancia salvaje. Era la mirada de un animal atrapado, sin nada que perder, que moriría luchando. Norte sabía cómo enfrentarse a aquello: con calma y con cuidado.
Entonces Norte comprendió lo que ella pensaba de él y los demás: esa Reina tenía todo el derecho a desconfiar de los adultos. Se enfrentaba a un guerrero que sostenía una espada, un conejo de dos metros, un mago anciano y abominables hombres de las nieves equipados con toda clase de armas. El gesto de su mandíbula era feroz, pero sus ojos, almendrados y verdes, la delataban. Debe de sentirse igual que un gorrión enjaulado, pensó.Así que Norte alzó una mano y envainó su espada. Se acercó lentamente a la Reina. Incluso el mono dejó de retorcerse cuando Norte empezó a dar pasos cuidadosos, sin parpadear, sin quitar los ojos de ella.
—No queremos hacerte daño —dijo Norte con una voz de lo más relajante—.Pero estamos preocupados por encontrar a nuestra amiga... la niña a la que has venido a ver esta noche. ¿Sabes qué le ha ocurrido?
Toothiana negó con la cabeza, miró a Norte a los ojos un buen rato y despuéspareció tomar una decisión: confiaría en aquel hombre corpulento.
—Se la han llevado —contestó.
—¿A dónde? ¿Quién? —insistió Norte, forzándose a mantener una voz tranquila.
—Esta criatura lo sabe —dijo señalando al mono con un gesto.Ombric avanzó con paso cauteloso.
—¿Esta criatura es el Rey de los Monos? —preguntó, recordando la historia de Toothiana. Ella asintió y después sacudió a la criatura con fuerza.
—¡Diles lo que sabes!
El mono le escupió.
—¡Nunca! —gritó.
Norte apenas podía contenerse.
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El Hada Reina De Los Dientes
FantasyTRAS LA ÚLTIMA AVENTURA DE los Guardianes PARECÍA QUE LOS NIÑOS de Santoff Claussen se habían librado para siempre de los planes malévolos de Sombra. Pero tal vez esta calma no sea nada más que una estratagema del pérfido Rey de las Pesadillas para...