CAP 28

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Una Soberana Batalla Simiesca

LOS MONOS ATACARON con tal furia que sorprendieron incluso a Norte.
La empuñadura de su espada se ajustó con fuerza a su mano y empezó a asestar golpes a las criaturas que se abalanzaban sobre él gritando.

—¡Usa l dea magia, viejo! —gritó Norte a Ombric, con la esperanza de que el mago tuviera un conjuro o dos con los que pudiera ayudarle a rechazar aquella arremetida.

Norte golpeaba a diestro y siniestro, pero fallaba más de lo que él quisiera. Con humanos, pensó, puedes imaginar lo que van a hacer, pero estos monos están locos.

Toothiana sobrevoló el combate empuñando sus dos espadas, dando sacudidas y girando cada vez que algún mono aterrizaba sobre su espalda para intentar romperle las alas

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Toothiana sobrevoló el combate empuñando sus dos espadas, dando sacudidas y girando cada vez que algún mono aterrizaba sobre su espalda para intentar romperle las alas.

Bunny lograba causar considerable daño a cualquier simio que se acercara a alguno de sus seis enormes brazos. Mientras tanto, Luz Nocturna se ocultaba sigilosamente en lo alto del templo,permaneciendo en las sombras. ¿Y a su lado? Las seis miniproyecciones deToothiana. Esperaban que llegara su momento.

 El timbre de los chillidos de los monos era ensordecedor. Y por cada mono quecaía a manos de los Guardianes, tres parecían ocupar su lugar. Se abalanzaban desdelo alto de los árboles como langostas gigantes. Aquellos enjambres hacían casiimposible acercarse a Katherine.

 ¡Y el calor, aquel calor cruel!

 El sudor les caía por lafrente; Norte apenas podía ver.Por eso no se dio cuenta de que los aldeanos, los yetis y los elfos, arrastrandoconsigo al penoso Rey Mono, se habían unido a la batalla. Incluso los niños —Petter,Niebla y William el Alto— se habían agarrado a gruesas enredaderas y se habíanlanzado hasta el centro de la acción sosteniendo dagas fabricadas por los yetis.

 —¡Liberadme! —gritó el desaliñado rey, pero su ejército no le hizo caso alguno;ahora seguía a Sombra. Ombric, por su parte, estaba esforzándose por calmar el viento perturbador.

 En unmomento dado había parecido favorecer a Sombra y los monos, haciendo retroceder aNorte en su avance hacia Katherine, pero después una ráfaga de viento desvió unaflecha dirigida a la cabeza de Norte hacia el tronco de un baniano. Incluso losenormes yetis avanzaron penosamente contra aquel vendaval huracanado. Y aunqueintentó que funcionaran todos sus encantamientos meteorológicos, Ombric no pudoaquietar aquellas bocanadas escalofriantes que se enrollaban y se retorcían alrededorde los combatientes.Y a pesar de su número, de sus armas e incluso de las capacidades mágicas deOmbric, los Guardianes no podían mantenerse a la altura de la horda de monos. Eracomo si Sombra hubiera llamado a su servicio a todos los monos del mundo. 

El Rey de las Pesadillas permanecía apartado y observaba la escena consatisfacción. Se burlaba de los Guardianes y los monos por igual: disfrutaba del caosque había provocado. 

—¡Bravo! —animó cuando un mono se catapultó a sí mismo hasta la espalda deToothiana. 

Se rio con fuerza cuando Toothiana esquivó a la criatura volante y esta secayó al suelo, quedando hecha un montón inerte.Sonrió con espantoso deleite cuando tres monos se lanzaron a perseguir a Gregorel Sonriente y Serguéi el Risitas. Los tiraron por los aires como a juguetes mientraslos demás elfos intentaban rescatar a sus indefensos amigos. 

El Hada Reina De Los DientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora