Una Soberana Batalla Simiesca
LOS MONOS ATACARON con tal furia que sorprendieron incluso a Norte.
La empuñadura de su espada se ajustó con fuerza a su mano y empezó a asestar golpes a las criaturas que se abalanzaban sobre él gritando.—¡Usa l dea magia, viejo! —gritó Norte a Ombric, con la esperanza de que el mago tuviera un conjuro o dos con los que pudiera ayudarle a rechazar aquella arremetida.
Norte golpeaba a diestro y siniestro, pero fallaba más de lo que él quisiera. Con humanos, pensó, puedes imaginar lo que van a hacer, pero estos monos están locos.
Toothiana sobrevoló el combate empuñando sus dos espadas, dando sacudidas y girando cada vez que algún mono aterrizaba sobre su espalda para intentar romperle las alas.
Bunny lograba causar considerable daño a cualquier simio que se acercara a alguno de sus seis enormes brazos. Mientras tanto, Luz Nocturna se ocultaba sigilosamente en lo alto del templo,permaneciendo en las sombras. ¿Y a su lado? Las seis miniproyecciones deToothiana. Esperaban que llegara su momento.
El timbre de los chillidos de los monos era ensordecedor. Y por cada mono quecaía a manos de los Guardianes, tres parecían ocupar su lugar. Se abalanzaban desdelo alto de los árboles como langostas gigantes. Aquellos enjambres hacían casiimposible acercarse a Katherine.
¡Y el calor, aquel calor cruel!
El sudor les caía por lafrente; Norte apenas podía ver.Por eso no se dio cuenta de que los aldeanos, los yetis y los elfos, arrastrandoconsigo al penoso Rey Mono, se habían unido a la batalla. Incluso los niños —Petter,Niebla y William el Alto— se habían agarrado a gruesas enredaderas y se habíanlanzado hasta el centro de la acción sosteniendo dagas fabricadas por los yetis.
—¡Liberadme! —gritó el desaliñado rey, pero su ejército no le hizo caso alguno;ahora seguía a Sombra. Ombric, por su parte, estaba esforzándose por calmar el viento perturbador.
En unmomento dado había parecido favorecer a Sombra y los monos, haciendo retroceder aNorte en su avance hacia Katherine, pero después una ráfaga de viento desvió unaflecha dirigida a la cabeza de Norte hacia el tronco de un baniano. Incluso losenormes yetis avanzaron penosamente contra aquel vendaval huracanado. Y aunqueintentó que funcionaran todos sus encantamientos meteorológicos, Ombric no pudoaquietar aquellas bocanadas escalofriantes que se enrollaban y se retorcían alrededorde los combatientes.Y a pesar de su número, de sus armas e incluso de las capacidades mágicas deOmbric, los Guardianes no podían mantenerse a la altura de la horda de monos. Eracomo si Sombra hubiera llamado a su servicio a todos los monos del mundo.
El Rey de las Pesadillas permanecía apartado y observaba la escena consatisfacción. Se burlaba de los Guardianes y los monos por igual: disfrutaba del caosque había provocado.
—¡Bravo! —animó cuando un mono se catapultó a sí mismo hasta la espalda deToothiana.
Se rio con fuerza cuando Toothiana esquivó a la criatura volante y esta secayó al suelo, quedando hecha un montón inerte.Sonrió con espantoso deleite cuando tres monos se lanzaron a perseguir a Gregorel Sonriente y Serguéi el Risitas. Los tiraron por los aires como a juguetes mientraslos demás elfos intentaban rescatar a sus indefensos amigos.
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El Hada Reina De Los Dientes
FantasyTRAS LA ÚLTIMA AVENTURA DE los Guardianes PARECÍA QUE LOS NIÑOS de Santoff Claussen se habían librado para siempre de los planes malévolos de Sombra. Pero tal vez esta calma no sea nada más que una estratagema del pérfido Rey de las Pesadillas para...