CAP 22

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Ser Valiente…

UN VIENTO ESPANTOSO EMPEZÓ a soplar en Punjam Hy Loo. Sombra miró desde arriba a Katherine. Ella estaba decidida a no parecer sorprendida de verle.

—Pensabas que estaba acabado ¿verdad? —preguntó con una voz helada por el desdén—. No, querida. Son los llamados Guardianes quienes serán destruidos.

Katherine sabía que el Rey de las Pesadillas se alimentaba del miedo — especialmente del de los niños—, así que se calmó a sí misma para poder mirar aquellos fríos y oscuros ojos con los suyos. Se acordó de la última vez que se habían visto, cuando había alzado el antiguo guardapelo con la imagen de la hija perdida de Sombra. Solo verlo hizo que Sombra gritara de dolor. Gracias a eso lo habían derrotado. Había hecho que desapareciera con su ejército de temores. Y desde entonces su grito atormentaba a Katherine. Incluso sentía una especie de pena indefinible por él. Aquella pena le daba valor. Y estaba segura de que Luz Nocturna, Norte y los otros no tardarían en acudir al rescate.

—Los Guardianes luchamos contra ti en el Himalaya y en el centro de la Tierra —le dijo sin alterar la voz—. Y cada vez salimos victoriosos.

La expresión de Sombra transmitía muy poco. Se deslizó junto a ella. Su oscura capa era tan larga que resultaba imposible distinguir si caminaba o flotaba. Había una cosa clara: su mano derecha, la que se había convertido en carne, la llevaba oculta bajo la capa, y todo su lado derecho parecía inerte, como si debajo de la capa escondiera una herida terrible.

Se quedó completamente inmóvil. Katherine miró el lugar donde la mano se ocultaba y se preguntó por el guardapelo. ¿Aún lo tendría?

Sombra adivinó sus pensamientos.

—Te aprovechaste de mi debilidad, y eso fue muy inteligente. —Acercó su cara a la de la niña—. Pero pronto me libraré de toda flaqueza. ¡Vuestra nueva Edad de Oro —añadió, bajando la voz hasta un susurro tranquilo— se convertirá en la Edad de las Pesadillas!

Los monos empezaron a gritar a la vez. Golpeaban los antiguos bloques de piedra sobre los que estaban sentados con las patas.

Uno de ellos se fue columpiando, una pata tras otra, desde lo alto de las ruinas hasta aterrizar frente a Sombra.

—¿Dónde está vuestro rey? —preguntó Sombra sin expresión. El mono balbució una respuesta.

—¿Lo habéis dejado atrás? —dijo Sombra con tono desconcertado—.Traicionado por los suyos ¡Tanto mejor! ¿Tienes la reliquia?

El animal alzó una bolsa. De su interior surgía un resplandor brillante y rojo. Procedía de la caja de rubí que le habían robado a la Reina Toothiana.

Katherine reconoció el resplandor. Era el mismo que surgía de la esfera de la espada de Norte y de la punta con forma oval del bastón de Bunny… ¡Era el brillo de las antiguas reliquias lunares!

Inmediatamente apartó la mirada para evitar despertar las sospechas de Sombra en cuanto a la importancia de la caja. Pero comprendió que aquello debía ser lo que otorgaba a la Reina Toothiana cualquiera que fuera el poder que poseía. ¿Sería aquello lo que Sombra andaba buscando?

Con la esperanza de distraerlo, espetó:

—Vas a fracasar. Siempre fracasas.

Sombra se enderezó, volviéndose
cada vez más alto, hasta que parecía una torre, y después se inclinó para mirarla. Le echó el helado aliento en el rostro. El aire se volvió tan frío como el invierno en Siberia.

Demasiado tarde, Katherine comprendió su error. Había insultado la inteligencia de Sombra. ¡Maldita sea! Tenía que haberle dejado hablar, que hablara toda la noche, y así daría a sus amigos el tiempo que necesitaban para encontrarla.

El Hada Reina De Los DientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora