Cap 7

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Donde el Hombre de la Luna Saluda a los Guardianes con Mucha Pompa


LOS GUARDIANES INTERCAMBIARON miradas de expectación. Incluso Bunny, que consideraba que cualquier cosa que no fuera de chocolate o que no estuviera relacionada con los huevos apenas tenía importancia, quería compartir la noticia de que pensaban que Sombra había sido derrotado.

Durante los últimos minutos del viaje, el tren había viajado en dirección completamente vertical. Katherine tuvo que agarrarse a Norte para no deslizarse por la puerta. Entonces el primer vagón salió del túnel y emergió a la clara y perfecta luz del lugar más elevado de la Tierra. Allí había una nueva estación oval para la huevomotora, y el tren se detuvo en las afueras del Lamadario Lunar. Los hombres sabios los esperaban en el andén con sus zapatillas plateadas y sus sedosas túnicas. Se inclinaron mucho ante Luz Nocturna, que saltó con ligereza de la máquina. Al haber sido el protector del Hombre de la Luna, los lamas recibían a Luz Nocturna con la mayor reverencia. Las caras de aspecto lunar de los lamas, que solían ser inescrutables, expresaban alegría por su llegada. Y eso también pareció animar a Luz Nocturna. Pero seguía mostrándose distante con Katherine.

William el Viejo y sus hijos, junto con otros padres y sus hijos, quedaron boquiabiertos al ver el cuartel general de los lamas y el resplandor fresco, sereno y cremoso de los mosaicos de piedra lunar y ópalo. Sascha casi se cayó por la ventana del tren en un intento por ver la famosa torre del Lamadario, que era además una nave voladora. Incluso el señor Qwerty, aleteando las páginas, se apresuró hacia la puerta del tren para ver más de cerca.

Sonaron los gongs. Cientos de campanas repicaron al viento. Yaloo, el líder de los yetis, estaba con los gansos blancos en el borde de andén e hizo sonar un cuerno forjado a partir de antiguos meteoros al tiempo que los gansos graznaban un «hola» al ver a Kailash y Katherine. Cuando los ecos de la bienvenida se acallaron, Ombric bajó al andén.

—Saludos, queridos amigos —dijo dirigiéndose al grupo—. Hemos venido a hablar con el Hombre de la Luna... y a traer noticias que consideramos históricas.

Sin duda, el anciano estaba deseando ver al Hombre de la Luna y transmitirle sus hallazgos, pero había que considerar los hábitos curiosos y lentos de los lamas. Nunca hacían nada deprisa y solían ser muy, muy, muy charlatanes. Sin embargo, para su sorpresa, parecía que los lamas estaban dispuestos a proceder. Era muy poco usual que se apresuraran por cualquier razón, pero aquel día se llevaron a todo el mundo del tren directamente al patio del Lamadario.

Los yetis se alinearon en los límites exteriores del patio mientras los lamas colocaban a todos frente al gran gong que había en el centro. Los niños apenas podían contener su emoción. ¡Estaban a punto de convocar al Hombre de la Luna!

El Gran Lama se deslizó hacia delante. Sonrió con serenidad y después, con una rapidez casi sorprendente, golpeó el gran gong con su cetro dorado. El sonido era dulce y fuerte. Creció y retumbó por el templo, después por las montañas a su alrededor, hasta que parecía que toda la Tierra estaba tarareando un «hola» a los cielos.

El gong empezó a centellear y el metal sólido fue transformándose en una sustancia clara y cristalina. Mientras los niños señalaban asombrados, la Luna empezó a aparecer con su lechosa luz en el centro del gong, adquiriendo volumen hasta que de los cráteres emergió un rostro. Era la cara más amable y gentil que se podía uno imaginar. Los lamas hicieron una reverencia, al igual que los cinco Guardianes y todos los que ocupaban el patio. Al alzarse, Luz Nocturna y la amistosa luz de luna que vivía en la punta de diamante de su bastón resplandecieron a modo de saludo. Norte enderezó su espada para saludar y se percató de que había empezado a brillar. Lo mismo pasó con el huevo de la punta del bastón de Bunny. Katherine levantó su daga de la misma forma que cuando juró luchar contra Sombra tantos meses atrás, y Ombric sencillamente juntó las palmas de las manos e inclinó la cabeza mucho más a modo de reverencia.

—Zar Lunar —dijo con tono reverente—, hemos registrado la Tierra en busca de Sombra y no hemos encontrado rastro de él. ¿Podrías decirnos si está realmente derrotado?

La imagen del gong vaciló y declinó como la luz de la Luna durante una nochenublada. La voz del Hombre de la Luna era profunda y casi parecía el latido de uncorazón.


—Mis valerosos amigos —dijo—, cada noche envío miles de luces de luna a la Tierra y cada noche vuelven claras y sin manchas de las artes oscuras de Sombra

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—Mis valerosos amigos —dijo—, cada noche envío miles de luces de luna a la Tierra y cada noche vuelven claras y sin manchas de las artes oscuras de Sombra. —Mientras hablaba, una amplia sonrisa cubrió su rostro. Los gritos de alegría retumbaron por el Lamadario. Entonces prosiguió—: Parece ser que el mundo está en el umbral de una nueva Edad de Oro. Una Edad de Oro en la Tierra. Y sois vosotros, Guardianes míos, quienes debéis guiar su creación. Es una tarea que requiere una imaginación grande y atrevida, así como sueños reflexivos.

Todos dirigieron la vista hacia Ombric, Katherine, Bunny, Norte y Luz Nocturna. Un viejo, una joven, un ser de otro mundo, un hombre que había superado un mal comienzo y, por último, un espíritu luminoso. Un grupo así, sin duda, podía traer una Edad de Oro. Pero ¿quién iba a dirigir una empresa histórica como esa? Para sorpresa de todos, Norte fue quien dio un paso al frente.

—Tengo un plan —dijo. Envainó la espada y alzó la otra mano, abrió la palma y mostró una pequeña caja de papel cubierta por dibujos y planos minúsculos. Katherine lo reconoció. ¡Eran los planos en los que estaban trabajando los elfos! —Esto fue un regalo y es el momento de cederlo —comenzó Norte, lanzando una mirada a Katherine y luego dirigiéndola al Hombre de la Luna—. Un sueño para una nueva Edad de Oro.

El Hada Reina De Los DientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora