Capítulo: diecinueve

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— ¡Vamos más rápido! — gritó la chica.

La pelirroja se encontraba en cuatro completamente desnuda. Tenía la mitad de su trasero completamente roja por mis nalgadas, pero aun así no deja mover su trasero para mí. Yo solo me movía lo más rápido y rudo posible, escuchando sus jadeos y gemidos salir de su boca. Fue tanta la excitación que agarro su cabello y la hago caer a la cama teniendo su trasero completamente levantando. De un momento se separa de mí y me hace girarme violentamente, soltando unas maldiciones al sentir sus uñas clavarse en mis costillas.

— Es mi turno — habló mirándome.

Se gana encima de mí y se embiste ella misma, comienza a cabalgar sin parar. Solo coloco mis manos a cada lado de sus caderas y la muevo arriba hacia abajo, tenía mis ojos cerrados mientras solo escuchábamos nuestros gemidos. Escuchaba sus gemidos y palabras ardientes que salían de su boca. Cuando sentía que estaba a punto de llegar al clímax solo escucho la puerta de mi habitación abrirse. Alertado miro hacia la puerta y veo a Madison con una bolsa en sus manos, mientras nos miraba impactado ya que estábamos completamente desnudos y la chica seguía moviéndose arriba mío.

— Maldición — susurré mientras dejaba a la chica aún costado de la cama y me colocaba la ropa rápidamente.

Veo que Madison sale de habitación haciéndolo también yo.

— Madison espera — hablé agarrando su mano.

— Lo siento no debí pasar sin permiso, solo estaba la puerta abierta y solo pasé. Lo siento en serio — contestó sin mirarme.

— De acuerdo, pero deja de caminar un momento por favor — hablé firme a lo que ella se detuvo — Que pasó, p-por qué viniste —

— Solo quería decirte que los regalos estaban equivocados, te llevaste el mío y....

— Adiós bebé — habló la pelirroja interrumpiendo a Madison.

Estaba a punto de hablar cuando la chica me jala hacia ella y comienza a besarme. Tan siquiera me deja reaccionar cuando se separa y le sonríe a Madison.

— Folla increíble.

Sin más que decir la pelirroja sale de la casa dejándome impactado al igual que Madison. Al sentir la puerta cerrase Madison levanta sus manos y niega para luego caminar hacia la puerta. Antes que se fuera me adelanto y la dejo con pestillo.

— Por qué te enojas — hablé confundida.

— No estoy enojada ________ — contestó sin mirarme.

— Eso, a eso me refiero. Tan siquiera me miras al hablarme, te comportas como una bebé.

— ¡Lo siento de acuerdo! — gritó ahora mirándome — ¡Pero no estaba en mis planes verlos en pleno sexo y completamente desnudo! —

— Se nota desde lejos que estabas celosa Madison, tu expresiones y actitudes cambia radicalmente cuando lo estás — dije empezando a caminar hasta ella y la acorralaba contra la pared.

Ella solo niega y niega con su cabeza, mientras que estaba cuerpo a cuerpo con ella. No traía bóxer así que se sentía todo al acercarme a Madison viendo que la nombrada traga en seco.

— Esta mañana no te dije nada cuando tuviste sexo con ese ex idiota que tienes. Tampoco debería celarte ya que no somos nada, al fin y al cabo, solo somos novios falsos para conseguir más fama — hablé mirándola.

— Tienes razón, no somos más — solo saca el pestillo y sale de la casa.

Suspirando voy hasta a mi baño y me dio una ducha, aseo mi habitación dejándola completamente limpia. No tenía nada que hacer en estos momentos, no tenía nada que hacer y solo pensaba en hacer algo. Hasta me sentía aburrida sin poder hacer nada, no me gustaba estar enojada con Madison así que solo tomo mis llaves y voy a su casa.

En cuanto llego toco el timbre. No bastaron los minutos cuando la veo al otro lado, al verme estaba totalmente seria.

— Me puedes acompañar a una tienda de mascotas, quiero adoptar a un cachorro — hablé colocando un puchero — ¡Por favoooor! —

Ella cruza sus brazos mientras cruzaba mis dedos y hacia un puchero. Ella trató de estar seria y de verse enojada, pero creo que no lo logro porque veo que se levanta una parte de su labio para luego ver sus dientes.

— Esta bien, iré a buscar mis llaves de mi auto ya que estará incómodo el cachorro allí — dijo entrando a la casa.

Voy hacia mi auto y lo aseguro, veo a Madison caminar y nos subimos a su camioneta. Ella tenía razón, la camioneta era más espaciosa y el futuro cachorro podría estar cómodamente. Había una tienda de mascota más cerca, quedaba a unos 20 minutos de la casa de Madison. Yo no quería tener un perro de raza o esos perros que costaban mucho dinero a mí siempre mi madre me enseñó a querer lo que no costaba nada. Si no es un perro costoso yo estaba feliz.

— Quieres adoptar un cachorro ¿es enserio? — habló Madison mientras bajábamos del auto.

— Necesito compañía, al llegar a casa siempre estoy sola y no tengo a nadie con quien pasar mi tiempo — contesté.

— A veces puedes ser tan tierno — habló entrando a la tienda sin poder contestar ya que estaba como en el paraíso.

Le doy un ligero hola a la que estaba en caja y camino hacia el pasillo. Había de todo tipo de perros, alto, chicos, grandes y medianos. Era una maravilla, de chiquito tuve un perro, se llamaba pelusa era blanca y chiquita. Mis padres me lo compro a mis cinco años, pero tan siquiera dure con mi perro una semana cuando me entero que lo habían atropellado. Y por cinco años me hicieron creer que se les había escapado de la casa y nunca más volvió, cada mañana salía al patio o hasta la calle con su comida favorita a buscarlo. Un día a mis diez me dijeron toda la verdad.

— Cuál quieres ¿hembra o macho? — preguntó Madison a mi lado.

— No lo sé, solo... sabré cuando lo mires a los ojos.

¡Púdrete Bieber! / Madison Beer y tú G¡PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora