¿Se puede sobrevivir a un corazón hecho pedazos?
La respuesta posiblemente fuese afirmativa, pero el camino hasta sanar debía de ser eterno y agonizante. Tan solo habían pasado dos días desde que hice las maletas, y la distancia dolía tanto como si fuesen años.
Sus voces graves, sus bromas diarias y sus particulares muestras de afecto se habían convertido en algo tan importante en mi vida que ahora que no lo tenía me sentía vacía. Tan hueca como lo estaba mi maltrecho corazón, despedazado y partido en dos. Una mitad estaba aquí, conmigo, feliz por la decisión que había tomado; la otra se había quedado atrás, con Jax, en el instante en el que me despedí de él.
Aún podía ver su rostro entristecido cada vez que cerraba los ojos, o escuchar sus ruegos cuando el silencio era abrumador. Tantas veces que soñé con que me llamase por mi nombre, anhelando ese momento que creí que sería mágico, y que acabó convirtiéndose en mi peor pesadilla.
«Peach, por favor, no me dejes».
Aquel recuerdo devastador me atravesó el corazón, y como si de una daga punzante y dolorosa se tratase, conseguía arrancarme una lluvia de lágrimas que descendían de nuevo por mis mejillas. Había perdido la cuenta de las veces que había llorado en lo que iba de día. Cuando me sentía así, hundida, sucumbía a las irrefrenables ganas por escribirle a Jax, a sabiendas de que el resultado sería siempre el mismo.
[18:13:26] Peach: Jax, dime algo.
[18:13:41] Peach: Aunque me haya ido no tenemos por qué dejar de ser amigos.
«Amigos». ¿Era eso lo que éramos?
[18:14:56] Peach: Por favor.
Ni siquiera aparecía el icono de confirmación de entrega de mensaje. Bajo su nombre, la última fecha de conexión databa de unos minutos antes de nuestra última conversación, por lo que debía de haber apagado el teléfono.
En lo único en lo que podía pensar era en que ojalá estuviese bien.
Con el historial de mensajes en blanco, la soledad que me oprimía el pecho se expandía, haciéndome sentir diminuta. Aquel sentimiento devastador incrementaba en las noches en vela, el momento perfecto para tomar conciencia de la magnitud de mis actos y de aquello que posiblemente perdí y jamás pueda recuperar.
Su confianza.
El desasosiego que me provocaba aquella idea empezaba a verse reflejado en la imagen que proyectaba en el espejo. Con unas ojeras marcadas y un atisbo de tristeza en la mirada era casi como si mirase a una extraña. No era aquel el reflejo al que estaba acostumbrada. Con la tristeza como mi fiel compañera, solo encontraba paz en lo único que me hacía feliz y que aún me mantenía conectada con Elysian: la música.
Recurría a ella para sentirme bien, a veces con las cuatro paredes de mi habitación como mi único público. Otras veces, como ahora, me aventuraba a retomar mis raíces y regresar a Rocktube.
Tomé una larga bocanada de aire, con el pecho agitado y la mano temblorosa, y pulsé el botón.
«¡Estás en directo!»
Sin presentaciones ni saludos hacia mi audiencia, cerré los ojos y comencé a tocar la primera canción que me vino a la cabeza. Sweet Temptation comenzaba a tomar forma en mi cabeza a medida que mis dedos se deslizaban sobre las cuerdas, y mi imaginación hacía todo lo demás. Me parecía escuchar la guitarra de Drew, marcando el ritmo ascendente de la canción mientras él saludaba al público con energía. La batería entraba en escena, en un segundo plano, con un ritmo constante mientras Zac agitaba la melena y me sonreía. Aquella melodía, únicamente instrumental, se reproducía en mi cabeza mientras luchaba de forma inconsciente por omitir la voz de Jax. Estaba siendo difícil hacerle un pulso a mi corazón, por más empeño que le pusiera. Sobre todo, cuando llegó el estribillo y, con ello, la imagen de Jax acariciando el micrófono.
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Elysian [Poliamor]
Teen Fiction+18 Una chica entusiasta 🍑+ tres músicos sexis 🎸¿Por qué escoger uno cuando puede tenerlos a todos? *** Peach tiene un gran sueño, el de tocar en una banda de música y ser mundialmente famosa. Cuando encuentra la invitación a una audición no se lo...