Esta era una casa de locos, y yo parecía ser la única cuerda.
Sin horarios para dormir, ni restricción en cuanto a las personas que entraban o salían, a veces tenía la sensación de estar en un albergue y no en mi hogar. Los chicos aún me parecían unos completos desconocidos tras solo una semana conviviendo con ellos, aunque había desarrollado cierta confianza con Drew. Si no fuese por él, me habría largado de este tugurio hacía mucho tiempo, y aunque suene extraño, también le debía mucho a Moxy. Contar con su apoyo me hacía sentir menos sola en mitad de un campo de nabos, aún cuando ella era algo así como la versión femenina de Jax.
De hecho, hoy habíamos quedado para ir de compras y comer algo juntas.
Aún reinaba una absoluta oscuridad en el exterior cuando el despertador comenzó a sonar. El pitido intermitente me sacaba del sueño a martillazos, justo en el momento en el que mi yo imaginaria firmaba un contrato con una discográfica.
¿Por qué siempre tenía que despertarme en la mejor parte? Eso también aplicaba para los sueños eróticos.
Con los párpados pesados y solo un ojo abierto, miré la pantalla parpadeante, balbuceando maldiciones al ver que tan solo eran las seis de la mañana. Joder, debería considerarse delito madrugar tanto un sábado. Golpeé el botón de apagado con el puño cerrado, desechando rápidamente la idea de una cabezadita rápida, pues no había tiempo. Moxy pasaría a buscarme a las siete y me acompañaría a renovar mi armario. Hoy teníamos el último ensayo de la banda y nuestra primera actuación en público.
¿Que si tenía nervios? Demasiados. Me había pasado la noche levantándome para ir al lavabo.
Algo más desperezada, y frotándome los ojos con las manos, me dirigí a tientas al cuarto de baño. Dentro hacía un calor inusual, como si alguien hubiese encendido la calefacción.
Solté un sonoro bostezo sentada sobre el retrete, y al volver a abrir los ojos vi a Jax saliendo de la ducha, completamente desnudo.
—¿No podías aguantar cinco minutos? —preguntó con naturalidad, sin intención de taparse con las manos.
Puse todo mi empeño por mantener la mirada en alto y actuar con calma, sin montar un escándalo.
—No sabía que estaba ocupado. —Hice malabarismos para ponerme en pie sin que se me viese nada, y tras tirar de la cadena me situé frente al lavamanos—. ¿Por qué no echas el cierre?
—Nunca lo hacemos —confesó. Chapoteando con cada paso que daba, se posicionó detrás de mí, apoyando su pecho contra mi espalda para llegar a la toalla colgada—. Así que vete acostumbrando.
En cuanto acabé de frotarme las manos cerré el grifo y alcé la vista, encontrando su mirada gris en el espejo. Lo sentía pegado a mi cuerpo, humedeciendo la parte trasera de mi pijama, y su anatomía mojada reflejada frente a mis ojos. De su pelo negro caían un montón de gotitas de agua, algunas se deslizaban por su cuerpo, alentándome a seguir el recorrido con los ojos. Bajo la ropa no se apreciaba, pero tenía una figura atlética, con tatuajes aquí y allá, en sus brazos, pecho y abdomen. De entre todo aquel entramado de tinta destacaba la silueta de una chica pinup con un culo prominente.
Entreabrió los labios para decir algo, y la piel se me erizó al sentir su respiración caliente en mi cuello.
—¿Se te ha perdido algo? —inquirió, a sabiendas de que me lo comía con la mirada. Con una larga zancada hacia atrás se separaba de mí y se enrollaba la toalla en la cintura.
—No seas absurdo, ni siquiera te estaba mirando —espeté, y lo empujé con el hombro de camino hacia mi habitación.
El reloj sobre la mesa de noche anunciaba que el tiempo se me había echado encima. Lo que no debería haber supuesto más de dos minutos acabó alargándose por culpa del rompeovarios.
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Elysian [Poliamor]
Novela Juvenil+18 Una chica entusiasta 🍑+ tres músicos sexis 🎸¿Por qué escoger uno cuando puede tenerlos a todos? *** Peach tiene un gran sueño, el de tocar en una banda de música y ser mundialmente famosa. Cuando encuentra la invitación a una audición no se lo...