Tras la calma, ¿viene la tormenta?
Las pequeñas vacaciones que habíamos decidido tomar acabaron alargándose algo más de un mes. Durante ese tiempo, alejados del escenario y los medios de comunicación, el único contacto que habíamos tenido con los fans fue a través de las redes sociales. Un parón de aquella magnitud era lo que necesitábamos para recobrar el amor por la música, la salud física y mental que nos había sido arrebatada y la seguridad en nosotros mismos, pero también, habían creado un sinfín de inseguridades.
«¿Se habrán olvidado de nosotros?»
«¿Se decepcionarán cuando vean que ya no somos la misma banda por la que hacían largas colas y pagaban por ver en conciertos?»
«O, peor aún, ¿detestarán esta nueva versión del grupo?»
Por suerte, cuando la inseguridad se apoderaba de nosotros teníamos al resto del grupo para calmarnos y hacernos sentir bien. Y cuando los cuatro entrábamos en pánico, Moxy se descalzaba una de sus pesadas botas y nos la lanzaba a la cabeza. Dolía a horrores, pero era la mejor forma de sacarnos de esa espiral de incertidumbre.
De alguna forma, pensar que para cuando llegase nuestro aclamado regreso en el Royal Swamp ya habríamos recobrado la seguridad en nosotros mismos, pero aquello fue una vil mentira. Aquí estábamos los cuatro, con las manos temblorosas a punto de subir al escenario.
—Tienes cara de estar a punto de vomitar —señaló Jax, mirándome de cerca.
—Es lo más romántico que me has dicho nunca.
Rio levemente en un ruido nasal.
—¿Estás nerviosa?
—¿Y quién no lo está?
—Si te sirve de algo, piensa que es imposible hacerlo peor que la primera vez.
—Es cierto, aunque también tenemos mucho más que perder que ese día.
—Ya lo hemos perdido todo. Las cosas solo pueden ir a mejor a partir de ahora.
Torcí la boca en un gesto de duda y finalmente, asentí. Tras darle la razón, empezó a caminar hacia el otro extremo, haciendo uno de esos ejercicios de voz para calentar antes de salir al escenario. Desde esa nueva perspectiva fue que volví a fijarme en su pantalón y vi cómo asomaba tela blanca entre sus piernas. ¿Qué cojones?
—Jax, se te ve la ropa interior.
—Espera y verás —dijo él, con una sonrisa ladeada, y siguió alejándose dejándome con la incógnita.
Al parecer, se había tomado demasiado en serio eso de volver a nuestros orígenes, ser humildes y recobrar nuestra esencia.
Con un revoltijo en el estómago provocado por los nervios, y algo de hambre, me acerqué a Zac, que devoraba uno de los cuencos de aperitivos salados que nos había dado el gerente del local. Me llevé un puñado a la boca y, con ayuda de un poco de agua, conseguí tragar aquella masa rancia que se me pegaba al paladar.
Nunca creí que lo diría, pero esos snacks de dudosa calidad se sentían como el mayor manjar del mundo. No más dietas estúpidas, no más camareros sirviendo platos minúsculos de alta cocina, no más estrés. Solo aquellos aperitivos insípidos en un tugurio de mala muerte. Solo felicidad y libertad.
Vi a Zac llenarse la boca de comida, tanto, que parecía un hámster con las mejillas infladas y no pude aguantar la risa.
Drew se nos acercó, y desde atrás me abrazó, apoyando su mentón en mi hombro izquierdo.
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Elysian [Poliamor]
Ficção Adolescente+18 Una chica entusiasta 🍑+ tres músicos sexis 🎸¿Por qué escoger uno cuando puede tenerlos a todos? *** Peach tiene un gran sueño, el de tocar en una banda de música y ser mundialmente famosa. Cuando encuentra la invitación a una audición no se lo...