27 - Teloneros 🎸

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Si un clavo saca otro clavo, ¿dos clavos lo arrancan de cuajo?

O tal vez no lo hagan en absoluto.

Aquel era mi mayor miedo, que Jax se quedase enquistado en lo más hondo de mi corazón y no fuese capaz de superarlo. Ni siquiera con la ayuda de Zac y de Drew, quienes estaban poniendo todo de su parte para lograrlo.

A veces me quedaba absorta mirando al rompeovarios y me sorprendía a mí misma descubrir que no sentía nada. Ni afecto, ni melancolía, tampoco rencor. Nada. Era como si con él se hubiese esfumado mi capacidad por sentir. Otras veces, sin embargo, lo veía sonreír frente a la pantalla de su teléfono móvil y sentía un vacío desolador en el centro de mi pecho.

El crack de mi corazón no era la única consecuencia de mi ataque de celos; mis ojos se humedecían y mi labio inferior se agitaba al borde del llanto. Un lloriqueo que no llegaba a ver la luz, gracias a los abrazos de Drew, o los masajes reconfortantes de Zac.

Con este último era con quien había tenido un acercamiento más íntimo. Las charlas nocturnas bajo las sábanas así lo propiciaban, y la comodidad que sentíamos estando juntos lo facilitaba todo.

En el que era el último amanecer antes de nuestro debut como teloneros, un tímido rayo de sol atravesó la ventana e incidió en mi rostro. Parpadeé, cegada por el repentino cambio de luz, hasta que mi vista al fin enfocó.

Zac estaba frente a mis ojos, aún dormido, con el pelo revuelto y la boca entreabierta. Las sábanas caían sobre su cintura, dejando a la vista su pecho desnudo y sus brazos tatuados. Su mano izquierda descansaba bajo su cabeza, la otra, se aferraba a mi mano aún en sueños. Nos habíamos quedado dormidos con los dedos entrelazados.

Recordé estar al borde de la inconsciencia y alzar la mano para que él chocase la suya. También rememoré cómo me sorprendió al unir nuestros dedos y dirigirlos con delicadeza hacia su pecho, en aquel lugar en el que se encontraba su corazón. Con un solo toque de mi piel sobre la suya, el ritmo de sus latidos se disparó, y el mío se aceleró con él, hasta que el sueño nos sobrevino y quedamos dormidos.

A veces me preguntaba si esto estaba bien. Si estar con Zac o Drew estaba bien. Me preguntaba si tal vez sería jugar con sus sentimientos y si ambos podrían salir heridos. Pero, ¿cómo iba a estar mal algo en lo que ellos estaban de acuerdo? ¿Cómo iba a ser dañino algo que nos hacía sentir bien? Aquella pregunta se repetía en mi mente una y otra vez e iba ganando fuerza con el paso de los días.

Volví a quedar arrastrada por aquella vorágine de pensamientos negativos, hasta que un sonido gutural me sacó de ese círculo vicioso.

Zac carraspeó, frotándose la palma de su mano libre en uno de los ojos, y esbozó una sonrisa genuina al ver que la otra permanecía unida a la mía.

—Buenos días. —Su voz, aunque rasposa al ser la primera de la mañana, seguía siendo condenadamente sexi.

Antes de poder responderle siquiera, acercó su cara a la mía y depositó un beso lento en la comisura de mis labios. Deseé que lo hubiese hecho más hacia el centro, pero no lo hizo. Sin embargo, nunca fui una persona que se quedase a esperar a que otros moviesen ficha, sino que tomaba la iniciativa y era yo quien se lanzaba, por lo que si él no dio el paso, yo me encargué de hacerlo.

—Buenos días —respondí, y con decisión, como si el corazón no me martillease el pecho, lo besé en los labios.

En los dulces y esponjosos labios de Zac. Llevaba tanto tiempo añorándolos, tantas ganas reprimidas de volver a probarlos, que me preguntaba por qué no lo había vuelto a hacer.

Me separé de él tan solo un segundo después, aunque a una distancia en la que nuestras narices se rozaron. Su mirada permanecía serena, o al menos se veía más tranquilo de lo que yo me sentía.

Elysian [Poliamor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora