46 - Sorpresa 🎸

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Cuando los sueños dejan de ser inalcanzables se convierten en metas.

Jamás pensé que llegaría a tocar en el Madison Square Garden, y aquí estábamos, ensayando día y noche para dar lo mejor de nosotros en el show.

Llevábamos dos semanas de intensas jornadas de trabajo. El síndrome del impostor no ayudaba, así como tampoco lo hacía el haber descubierto que algunos de los premios que teníamos habían sido comprados por la discográfica. Parte de nuestro triunfo estaba basado en mentiras y en artimañas para que Diamond Records se llevase la mayor cantidad de dinero posible, y ahora que lo sabíamos nos sentíamos una farsa.

Moxy intentaba hacernos sentir mejor asegurando que era una práctica común en la industria, y que el mejor indicador de éxito era el apoyo de los fans. Bastaba con abrir las redes sociales y ver los cientos de mensajes de apoyos diarios para tranquilizarnos y recuperar la seguridad en nosotros mismos.

—Repitamos esta última canción —pidió Jax, con la frente cubierta de sudor. En los últimos ensayos había añadido algo de coreografía, y moverse mientras cantaba era agotador—. Ha estado muy bien, pero tiene que ser perfecta.

Pedí unos segundos de tregua para dar un trago largo a la botella de agua y volví a mi sitio. Reanudamos el ensayo con nuestro mejor público.

Sentados en el sofá estaban Moxy, Cherry, y el guitarrista de pelo azul. Nuestro círculo de amigos se había ampliado, y ahora era normal quedar también con ellos.

Drew aporreó la guitarra y así dio comienzo a nuestra canción «Heartless». Al contrario que nuestros fans, aquella canción era la favorita de nuestros amigos, que la disfrutaban cantando y bailando junto con nosotros. No había mejor motivación que esa para tocar y querer hacerlo perfecto.

Cuando ya llevábamos cinco horas de ensayo eché una mirada al reloj y solté un «mierda» que hizo que el grupo se detuviese. Todos me miraron, sin entender qué había pasado.

—Se me ha hecho tarde. Tengo que ir a recoger a Patito a casa de uno de sus amigos.

—Lo había olvidado. ¿Salimos ya? —propuso Zac.

—Sí, por favor. No quiero llegar arde.

Nos despedimos con rapidez de nuestros amigos y echamos a correr hacia la puerta. Eché mano al pomo, pero Jax nos siguió.

—Espera —dijo, y yo di media vuelta—. Solo quería hacer esto.

Sacó unos papeles grapados de detrás de su espalda y los agitó frente a mis ojos. En el encabezado se podía leer «contrato para miembros de Elysian». Era el que me había hecho firmar el día de la audición.

Lo miré, atenta, y fue entonces cuando los rompió frente a mis ojos, haciéndolo añicos.

—Ya no lo necesitamos.

Lo cierto era que habíamos roto tantas cláusulas de ese contrato que hacía tiempo había dejado de tener validez. Pero que Jax lo rompiese tenía muchos otros significados. Como que ya había superado a la otra bajista, o que aceptaba que me relacionase sentimentalmente con ellos tres.

—Gracias, Jax, por dejar de ser un rompeovarios.

—Gracias a ti por ayudarme a conseguirlo, aún cuando me porté como un gilipollas contigo.

—Yo también fui una rompebolas. ¿No era sí como me tienes agendada?

—Ya no. Ahora eres solo Peach.

—¿Solo Peach? Qué aburrido.

—Puede que junto a tu nombre haya un corazón.

Abrí los ojos, sorprendida.

Elysian [Poliamor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora