No hay peor enemigo que nuestros propios pensamientos.
Por más que creas merecer ser feliz, por mucho que hayas deseado alcanzar un sueño, cuando lo consigues, te planteas «¿de verdad lo merezco?».
O, en mi caso, «¿estaré siendo egoísta?».
Pero nadie mejor que yo podía saber lo muy enamorada que estaba de ellos tres. Nadie podía sentir cómo, cuando cualquiera de ellos me besaba, se me aceleraba el corazón, o lo mucho que mejoraba mi día con solo mirarlos.
Durante meses me culpé por llegar a tener un vínculo emocional tan fuerte con todos ellos y ser incapaz de decidirme por uno. También en ese tiempo llegué a sentir un vacío inmenso al pensar en tener que decantarme por uno solo y dejar a los otros dos. Sin embargo, ahora que era posible tener una relación con los tres era cuando la idea más me martirizaba.
Yo era feliz estando con Zac, Jax y Drew. ¿Lo serían ellos conmigo?
O, peor aún, ¿cuánto duraría esa felicidad?
Prefería no pensar demasiado en ello, sino disfrutar del presente, sin más.
Tal vez la Peach que fui un año atrás me habría tachado de loca, pero ya no era esa misma persona. De hecho, me miraba al espejo y no me reconocía, hasta el punto de sentir que mi imagen no correspondía con quién era. Me bastaron cinco minutos frente a mi reflejo para decidir que había llegado el momento del cambio.
De probar cosas nuevas, pero también, de volver a los orígenes.
Lo primero que tuve claro era la ropa que iba a utilizar en mi día a día. Removí todo mi armario hasta llegar a el montón de ropa que llevaba meses sin utilizar y lo coloqué en la parte más visible del estante. Las telas de colores con estampados frutales me saludaban a la espera de ser usadas.
Con una sonrisa amplia, rebusqué entre ellas mi vestido de melocotones y me lo puse. No pude olvidar, tampoco, mi bolso en forma de piña. Era extraño volver a llevar aquella ropa después de todo lo que había vivido. Era como colocarme en la casilla de salida, con la diferencia de saber de antemano cuál sería el recorrido y el resultado de la carrera.
Aquel pequeño gesto de reconectar con esa parte de mí, obligada a quedar oculta, me hizo feliz. Pero seguía sin ser suficiente. Necesitaba algo más, y ese algo era experimento con mi pelo.
Si bien pedí que me cortasen las puntas, el mayor cambio que tuve fue de color. Aún castaña, ahora resaltaban varias mechas rosas por todo mi cabello. Llegué a pensar que me arrepentiría en cuanto viese el resultado, pero no podía estar más enamorada de cómo había quedado.
Me veía diferente, sí, pero también auténtica. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan yo como ahora.
Con aquel buen humor recorrí las tiendas de ropa más baratas de la ciudad para renovar el vestuario que llevaba a los conciertos. No pretendía encontrar un Gucci o un Prada, solo algo con lo que me sintiera cómoda y me viese guapa, algo que solía ser sencillo en el pasado. No tanto desde que empezaron a meterse con mi físico.
Después de varias vueltas, de probarme un sinfín de prendas y de descartarlas por enseñar más de la cuenta, acabé retrocediendo en mis pasos y entrando a la primera tienda de todas. Allí, me planté delante del primer conjunto que había visto, ese que había sido amor a primera mirada. Me gustaba el diseño, los colores y la tela. No había nada en él que odiase, salvo el escote y la altura de la falda. No era nada pronunciado, solía ser lo que llevaba en el pasado, pero aún seguía sintiendo que había algo roto dentro de mí. Algo que se quebró cuando aquel cerdo me gritó en pleno concierto.
ESTÁS LEYENDO
Elysian [Poliamor]
Novela Juvenil+18 Una chica entusiasta 🍑+ tres músicos sexis 🎸¿Por qué escoger uno cuando puede tenerlos a todos? *** Peach tiene un gran sueño, el de tocar en una banda de música y ser mundialmente famosa. Cuando encuentra la invitación a una audición no se lo...