Así como todos los días Kate caminaba tranquilamente por los pasillos del instituto yendo hacia los casilleros, el lugar donde guardaba toda la basura que le hacían hacer en el instituto.
Y es que para ella, el instituto no le traería nada productivo. ¿Para qué le servían las matemáticas si ella no pensaba usar números en su vida? ¿Para qué le serviría la historia si lo que contaba era el presente? Una mierda, según ella.
Tenía ese tipo de mentalidad, era de esos adolescentes que odiaba el instituto, que odiaba levantarse temprano y tener que aguantar a personas pesadas que se ponían en su camino.
Como Yelena Belova.
Apenas con dos semanas de asistir a las clases de su nuevo colegio, esa chica no la había dejado de molestar.
Cada cosa que ella hacía, enfurecía a Yelena.
"Debe hacerle falta una buena follada para que se tranquilice" - Murmuró Kate perdida en sus pensamientos.
"Aunque con ese genio que se carga nadie querría tenerla consigo por más de 2 minutos" - volvía a pensar Kate.
La pelinegra río y siguió con su camino, sacándose de la mente a la pulga enojona.
Una vez frente a su casillero comenzó a tirar sus cosas dentro y en eso siente unas manos tocarle suavemente el hombro, llamándolo. Se giró abruptamente por el contacto físico no deseado y se encontró con una chica, de estatura media y de cabello marrón.
-¿Qué? - le preguntó Kate olvidando los modales que su madre alguna vez le había enseñado.
Las mejillas de la chica enrojecieron, y a Kate le dió diabetes de la mala.
-Me preguntaba si querías ir conmigo luego de clases al cine. Veo que aún no te has integrado y me gustaría ser tu amiga. - habló educadamente la chica.
Kate se le quedó mirando por unos segundos largos, de arriba hacia abajo, poniendo nerviosa a la pobre muchacha.
-No me interesa tener amigos aquí realmente y si salgo contigo al cine mi novia creerá otras cosas ¿Comprendes? - preguntó Kate calmada.
No tenía novia y si la tuviese no le importaría salir con la chica, era guapa. Pero no tenía ganas simplemente.
-Oh... - la chica agachó la cabeza avergonzada y asintió. Se despidió con la vergüenza aún intacta y se perdió de la vista de la pelinegra.
Esta negó con la cabeza al ver a la niña tan avergonzada y volvió a lo suyo, no le sorprendió para nada ver a su lado a la que parecía ser su enemiga, mirándola con una sonrisa que pretendía ser inocente.
-¿Ya andas rompiendo corazones?
-Si, y culos también.
La sonrisa de la ojiazul se expandió al ver a la más baja mirarla mal. Se enojaba tan fácilmente y quizás era eso lo único que tenían en común.
-¿No puedes tratar de hablar sin groserías al menos una vez? - espetó Yelena.
-Jodidamente no.
-Claro, las personas como tú no saben lo que es tener educación.
-¿A qué te refieres con personas como yo? - preguntó Kate molesta, sintiéndose repentinamente discriminada.
Yelena soltó una risa malvada mirando a Kate de pies a cabeza, poniendo cara de asqueada.
-Tan solo mírate Kate, eres una vergüenza. Tan impresentable, tan... agh. Tu sola presencia hace que me dé náuseas.
Decir que el ego de Kate estaba siendo pisado era poco, la mirada que la rubia le dirigía decía que estaba hablando completamente en serio.
Kate no tenía paciencia. Kate sentía la necesidad de estampar su puño en la cara aniñada de la enana, pero no lo hizo.
Simplemente se limitó a reír.
-Se nota que te gusto, eres muy obvia. - le contestó.
-¿Pe-pero tú qué cosas dices? - empezó Yelena. Al principio su risa fue corta, con el paso de los segundos se extendió y al minuto ya estaba atrayendo la mirada de todos los que estaban.
Su risa se podía escuchar a tres metros de distancia pero no le importaba, lo que le había dicho Kate era muy gracioso.
-Eres insoportable. - susurró Kate antes de chocar su hombro con el de Yelena y casi tirarla al piso. Caminó sin hacer caso a la risa desquiciada del más bajo y fue a su salón.
Mientras tanto la rubia no hacía más que secarse las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos de tanta risa.
-Cree que pueda llegar a gustarme, que tontería.
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Paciencia; Kate & Yelena. [ACTUALIZACIONES LENTAS]
FanfictionDonde Kate y Yelena no se soportan. Esta historia no me pertenece, todos los créditos al autor original.