Capítulo 21

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Kate se había llevado la reprimenda del año la noche anterior, al parecer sus padres se habían enterado de su inasistencia al instituto gracias a un informe del director. Y no era solo eso, sino que también exigían que fuera a clase presentable o no la dejarían entrar. Claro, en un lugar tan culto no cabía alguien como ella. A veces sentía que quería hacer sentir orgullosos a sus padres pero simplemente no podía, lo suyo no era eso, ella quería dedicarse a la música y el arte, las ciencias políticas le agradaban poco y sobra decir que le aburrían. Pero también pensó que quizá había estado siendo muy egoísta e inmadura.

Por eso mismo en ese instante estaba yendo al instituto lo más presentable posible, tratando de no poner cara fea porque su madre le estaba llevando en su coche cuando ella podía ir perfectamente sola y en su motocicleta.

-Cariño, ¿Qué sabes de Yelena? - preguntó su madre, sacando un tema que ni venía al caso. Rodó los ojos y recargó la cabeza en la ventanilla, viendo a través del cristal.

-No se nada, ya te dije que ni siquiera somos amigas.

-Pero bebé, ella es una chica muy dulce, debes acercarte a ella. Puedes pedirle ayuda con los apuntes, quiero que te pongas al corriente con las clases y dejes de faltar, sabes que no te puedes permitir perder otro año más o sabes lo que sucederá. Ya tienes 18, necesitas hacer algo con tu vida además de...

Hmm, allí venía otra vez el sermón. La pelinegra agradeció que estaban a una cuadra de llegar o sabía que se terminaría tirando por la ventana.

-...Por eso amor, hazte cercana a Yelena, ella te ayudará con todo. Es un encanto de persona...

-Si si mamá, lo que digas. Te veo luego.

Le dió un rápido choque de puños a modo de despedida y salió pitando del coche. Su madre solo la miraba negando, resignada. Aún le quedaban las esperanzas de que su hija vea la luz y vaya por el camino correcto.

Yelena era la única en llegar temprano al aula, pero ese día fue diferente, puesto que a los cinco minutos que se había sentado en su correspondiente banco, alguien entró por la puerta. Alzó la mirada rápido y casi no se cree lo que ve. Kate había ido a clases luego de una semana, y además ¿había llegado temprano? Eso debía ser un sueño. Tragó saliva cuando sus miradas se encontraron, agachó la cabeza de inmediato e intentó distraerse con algo, la incomodidad era tan notoria.

Se mordió los labios inconscientemente. Bendecía a sus ojos por ver semejante belleza; y es que Kate vistiendo de esa manera se veía tan guapa, femenina y sexy. Su cabello estaba peinado, cosa que rara vez se podía ver. Su uniforme estaba correctamente planchado y la camisa se le ajustaba al cuerpo. Y el perfecto nudo en su corbata le ponía mal, se le venían tantos escenarios de lo que podría hacer con esa corbata roja. Su rostro estaba ardiendo, y dentro de poco lo haría ella si seguía llevando esos pensamientos por el mismo rumbo. Le echó uno mirada rápida al pecho de la pelinegra y apretó sus muslos con fuerza, aguantándose el deseo. Si Kate supiera lo mucho que la pequeña rubia venía anhelando tener su cuerpo sobre el suyo...

-Hey, enana...

La mencionada pegó un salto del asombro antes de tratar de aligerar las hormonas de su cuerpo para mirar a Kate.

-Hola Katherine. ¿Qu-qué pasa? - su aguda voz se oyó nerviosa. Y soltó una tos que se podía notar a kilómetros debido a su falsedad.

Kate recargó sus brazos sobre su banco, manteniendo su distancia pero de igual forma provocando que el corazón de la rubia se acelere.

-Queria saber si luego me puedes pasar los apuntes de lo que dieron la semana pasada, estoy seguro de que tú los tienes completos.

Asintió rápidamente.

-Te los dejo luego en tu banco.

-Genial, gracias bichito. - Kate le dió un pequeño beso en la mejilla para luego irse.

Yelena perdió su vista en aquel trasero. Le era totalmente inevitable fijarse en esas cosas. Kate era demasiado guapa para su estabilidad mental, le hacía tan mal a su cuerpo y mente. Necesitaba conseguir otro pasatiempo que no sea masturbarse con la ardiente imagen de la ojiazul o se terminaría por volver loca. Se sentía tan estúpida, ella misma le había dicho a Kate que se alejara para evitar seguir teniendo encuentros. La otra no había hecho mas que cumplir con sus palabras, pero...

¿Por qué ella no estaba contenta con las suyas?

La sala de ensayos del teatro tendría una obra pronto y Yelena se encargaba de ayudar en el vestuario y otras cosas, como la presidenta del centro estudiantil tenía que moverse mucho. A ella le gustaría poder actuar en alguna obra pero jamás pasaría, le daba demasiada vergüenza, tenía miedo de fallar y quedar en ridículo. Cuando daba discursos era otra cosa, ya estaba acostumbrada a las miradas hacia ella cuando hablaba, pero ni aún así se atrevía a actuar.

En eso ve al chico que siempre le causa molestias e intenta pasar desapercibida para que éste no se acerque a ella, pero es un intento fallido e inútil.

-¡Yelena! Que bueno verte, ¿Cómo has estado? Hace mucho no sé nada de ti.

Yelena sonríe incómodo.

-Todo bien Bucky. No me he perdido.

El chico de cabellos oscuros asiente y la mira por un rato, Yelena sabe qué se avecina y quiere salir corriendo. Conoce a Bucky desde la primaria y sabe perfectamente de sus intenciones con ella.

-Mira preciosa, tengo dos entradas para el cine mañana. ¿Te apetece acompañarme?

La más baja cierra los ojos cansada, suspirando y extrañamente pensándolo más de la cuenta. Y entonces se dice ¿Por qué no?

-Claro, no tengo planes mañana...

-¿En serio? - pregunta Bucky con asombro, sin poder creer que la pequeña haya aceptado por primera vez a una de sus citas

-Ajá - contesta Yelena, desinteresada.

-¡Genial! Paso por ti mañana luego del instituto. Prometo hacértelo pasar bien.

La más baja evita rodar los ojos y solo asiente con otra perfecta sonrisa falsa. Yelena tenía una cita y no era con la persona que verdaderamente deseaba tenerla.

Paciencia; Kate & Yelena. [ACTUALIZACIONES LENTAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora