Capítulo 7

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La hora de ir a casa llegó y los alumnos juntaban sus cosas desesperadamente. Aún más Yelena, se sentía muy rara y quería llegar ya a su casa.

Al salir del aula apresurada chocó con quien no quería ni ver en pintura. Para su desgracia eso era imposible, ya que eran compañeras.

-Fíjate por dónde vas. - le oyó decir a Kate con voz prepotente.

Subió su vista para encararla.

-Fíjate tú, que te cruzas en mi camino.

Kate alzó una ceja divertida y se acercó a ella. Yelena se puso nerviosa.

-Pero si eres tú la que me ha chocado.

-Pu-Pues... ¡Fué tu culpa no mía!

A la pelinegra le tocó rodar los ojos.

-Como sea, deja de chocarme zorra.

Esta vez Yelena rió. No se podía creer que se lo dijera ella cuando hace un rato ella estaba haciendo cosas indebidas con una verdadera zorra.

-Zorra será con la que te metes, querida. No utilices ese insulto porque a una persona decente como yo, no le queda.

Kate se encogió de hombros.

-No me meto con zorras, no sé de qué me hablas.

-Ah, mira tú, no solo te basta con follar en el instituto. Sino también me faltas al respeto con tu cinismo, eres una descarada. - caminó con el rostro rojo hacia la salida, con una pelinegra siguiéndola.

-¿Cómo sabes eso? Bueno, no me interesa, pero si llegas a de-

Yelena se giró furiosa.

-Si llego a decirlo ¿Qué me harás? ¿Ah? No eres nadie para venir a amenazarme, si quiero abrir mi boca lo hago ¿Y qué?

Kate miró de un lado a otro verificando que no pasara nadie por aquel rincón y con fuerza arrastró a Yelena hacia un callejón, tomándola con fuerza de la muñeca mientras la otra trataba de separarse.

-¡Suéltame Kate me estás lastimando!

-Me importa una jodida mierda.

La ojiazul la empujó hacia una pared y lloriqueó de dolor. No estaba acostumbrada a que la trataran así.

-Mira Yelena... - empezó Kate - Trato de ser una persona pacífica, de verdad que trato de serlo. Pero si no paras con tu actitud de joderme los putos ovarios te voy a... - apretó los puños, molesta - Ya sabes lo que te voy a hacer.

-No te tengo miedo - le retó.

-¿Y eso de qué te sirve? Eres una inútil, te puedo romper los huesos de la mano sin el menor esfuerzo. Te lo digo en serio... - se acercó y la acorraló, Yelena se sintió pequeña a su lado - Deja de joderme.

La rubia estaba muy confundida, la fragancia que desprendía Kate de repente le pareció muy deliciosa. Quizás y solo quizás, Kate de cerca no era tan fea.

-¿Por qué me miras los labios? ¿Quieres un beso o qué? - le preguntó, brusco.

-Prefiero que me bese Bruce a que me beses tú.

Bruce era conocido por tener 25 y seguir asistiendo al instituto y por andar siempre detrás de Yelena.

Pero en realidad si quería recibir un beso de esos labios rosados que parecían tan suaves, según su subconciente.

-Umj, como digas. - la rubia se sobresaltó al sentir algo que le acariciaba el cuello. Era el dedo de Kate que le delineaba desde su clavícula hasta su oreja. Su piel se estremeció y volvió a sentirse rara. - ¿Te ha quedado claro todo, verdad? Porque no tengo todo el día.

-Y-yo... - tragó saliva y quiso protestar cuando Kate se alejó, sentía algo muy raro en su estómago, como cosquillas.

-¿Tú qué?

-Que p-pues y-yo... No diré nada ni voy a molestarte más. - susurró.

Kate sonrió, le gustaba dominar a esa bestia con patas cortas.

-Me encanta, de esa manera yo follo tranquila con quien se me apetezca, tú no me jodes así yo no te rompo la cara y todos felices.

-Pero no puedes hacer eso en la institución, si se enteran te pueden expulsar...

-Si tú no abres la boca, nadie se va a enterar. Ya no voy a perder el tiempo contigo, si te vuelves a dirigir a mí, sabes lo que te espera... - la miró tan seriamente que por un instante Yelena le tuvo miedo. La verdad es que ella en realidad si era una inútil, cualquiera le podía dar una paliza y ella no se defendería porque ni siquiera sabe lanzar un golpe.

No dijo nada, se limitó a agachar la cabeza y pudo oír los pasos de la pelinegra alejarse. Corrió hacia la entrada del instituto donde siempre la esperaba su madre y se subió al coche sin decir ninguna palabra.

Al llegar a su casa su madre notó el comportamiento extraño de su hija al ver que ésta se encerraba en su habitación sin siquiera saludar a su familia.

Yelena le echó pestillo a su puerta, dejó las cosas en el escritorio y se tiró a la cama sin siquiera sacarse el uniforme.

Se sentía rara, no podía quitarse la imagen de Kate en la cabeza. Aún recordaba el pequeño tacto que tuvo en su piel por parte suya, la forma en la que la miraba, muy enojada.

Yelena estaba odiando sentirse así, se negaba profundamente pero no podía hacer nada, el demonio esta vez era más atractivo y ella estaba cayendo. Su dignidad estaba en juego, lo que estaba a punto de hacer era una vergüenza pero tendría la certeza de que solo ella lo sabría.

Mordió la almohada con fuerza mientras comenzaba a desabotonarse su camisa. Sentía calor por todas partes y ya no quería sentirse así. Quería una calma y aquello serviría, quizás luego de eso ya no se sienta rara.

Acarició uno de sus pezones porque había visto que Kate se lo hacía a Carol, omitió eso, quería saber qué se sentía. Un escalofrío le recorrió el vientre y jadeó aún con la almohada en su boca. Lo apretó muy suavemente con miedo de que doliera, pero al contrario, se retorció de placer.

Era la primera vez que hacía eso, la primera vez que exploraba su cuerpo de esa forma. Le echaba toda la culpa a Kate, todo era su culpa.

-Kate... - gimió al recordarlo, se le vino a la mente la forma en la que cerraba los ojos en placer, con la boca semi abierta y expresión sexy - Kate... - jadeó bajito, sus mejillas se tornaron rojas y se mordió los labios, manteniendo los ojos cerrados.

Muy despacio fue bajando su mano a su pantalón, notando su humedad. Se acarició superficialmente por sobre la tela y la sensación era caliente. De alguna forma le hacía sentirse más rara pero de esa forma le gustaba. Se bajó lentamente el pantalón hasta las rodillas seguido de su ropa interior.

Abrió sus piernas y con una de sus manos se acarició la piel de su glúteo, imaginando inconscientemente de que la que lo hacía era Kate. Su otra mano la llevó a su clítoris acariciándolo con cuidado sin llegar a más.

Tenía miedo pero la vergüenza se había ido, estaba sola en su habitación y nadie sabría que ella hizo tal cosa.

Un poco más segura metió un dedo en su entrada, su cuerpo ardía e imaginaba que la pelinegra estaba a su lado susurrándole cosas con su típica voz de niña mala. Se atrevió a meter otro dedo, no lo quería hacer rápido porque quería ser delicada con ella misma, pero su cuerpo le exigía más, mucho más.

Siguió acariciando su clítoris, quizás le gustaría muchísimo más si Kate le acaricie delicadamente allí.

-Si, Kate... ¡Ah! Kate... Kate... Fo-follame... ngh, Kate...

Hundió el rostro en su almohada al mismo tiempo que su cuerpo sufría espasmos incontrolables y deliciosos, había llegado al clímax y su mano estaba impregnada de sus líquidos. Se frotó un poco por su cama y gimió ahogadamente, eso se había sentido tan bien.

Cuando se recuperó del orgasmo miró a su alrededor ida, se dió cuenta de lo que había hecho, se quitó sus prendas rápidamente hasta quedar desnuda, se limpió las manos y se tapó todo el cuerpo con las mantas. La almohada se fue manchando de sus lágrimas que caían como cascadas, ni siquiera tenía ánimos de ir a bañarse, solo quería llorar.

Yelena tenía vergüenza.

Paciencia; Kate & Yelena. [ACTUALIZACIONES LENTAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora