Senza Mafia © | ITALIA 2 |

Capítulo 36. 🥃

Odio

El destino es un hijo de puta. -MileDen.

Alessandro

La cabeza no me ayuda, todo lo que pasa ahora mismo no me ayuda. Solo siento odio, decepción y mucha ira. Me volaría la puta cabeza ahora mismo. Estoy harto de pensar en todos los acontecimientos de hace unos minutos, en especial cuando ella está al lado del cuerpo de Marino, llorando y aferrándose a su mano, rogando por que despierte.

Joder debí haberlo matado yo. Llevarme la satisfacción de arrebatar si vida, pero ya está hecho, no puedo hacer nada.

Mi mano se contiene mucho en no dispararle a ella y que se acabe de una vez todo mi sufrimiento. Tatiana es quien me toma del brazo y me quita el arma para después dejarla en el piso, ella es quien me arrastra fuera del lugar. En cuanto el aire frío de la noche llega a mi rostro es donde el alivio me invade, donde un grito sale de mi garganta y solo quiero dejar de pensar.

—Quizá no murió en tus manos, pero lo capturaste —la voz de Tatiana ahora mismo suena como mi único consuelo—. Tenían razón sobre ti.

—¿Qué? —la miro confundido.

—Tu padre dijo que nadie podría contigo, él dijo que ha hecho un buen trabajo contigo.

—¿Dónde está él?

—Te lo habría dicho de saberlo. Me golpeó y me dejó con tu hija en una casa vieja.

—Puedes irte Tatiana, me has hecho un favor y no voy a seguirte el rastro. Además de que ya se todo tu plan raro.

—Ella te ama...

—No te metas —limpio mi cara de las estúpidas lágrimas.

—Es algo a lo que ella no estaba preparada, me pasó eso con Kyle. Pensé que estaba enamorada de ese hombre, pero cuando murió fue como si me quitan un peso de encima. En realidad, me sentí bien

—Primero —la enfrento—, no compares tu romance con los que yo y ella tenemos o teníamos. Ella me ha hecho mucho daño cuando yo le he dado todo. Gracias por entregar a mi hija, pero no te metas. Vete.

—No te ciegues, Russo. Aprende a escuchar. A perdonar. La gente comete errores y yo sé cuándo te digo que ella se arrepiente de todo.

No me deja decir nada más, hace caso a mi principal petición no sin antes tocar mi rostro y limpiar lo que queda de las lágrimas. Me da una sonrisa que por un momento llega a tranquilizarme. La veo partir cuando dirijo mis pasos a la casa.

Solo me toma unos cuantos segundos en llegar a la habitación de mi hija y ver a Berlín en la entrada y a mi madre sentada en el sillón de la habitación. Alessia duerme en su cuna y ya tiene un cambio de ropa. Sonrío.

Ella está de nuevo conmigo una vez más.

—Puedes irte mamá. Gracias.

—Cariño. Habla conmigo....

Vuelvo a llorar, me derrumbo por completo en los brazos de mi madre y puedo sentir esa hermosa sensación a hogar, el amor de mi madre. Joder, me siento como un estúpido ahora mismo.

Solo soy un niño pequeño en sus brazos.

—No debiste dejar que me case, no con ella...