Capítulo 26.

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Matarlo

Ojalá pudiera prometerte el cielo, pero cariño, yo solo sé de infiernos. -Anónimo.



Sardegna. Italia

Fabrizio siempre dudo de las habilidades de Romeo, siempre lo había visto como un mal líder y lo mismo pasaba con Guido, el hombre siempre se dedicó a sus empresas que jamás se dio el tiempo de entrenar a sus hijos para que se queden con su imperio. Guido era quien siempre estaba a cargo de todo junto con sus hermanos.

Aún pensaba que, si Guido hubiese entrenado a sus hijos, quizá hubieran dado más pelea con respecto a lo que pasó con Alessandro hace un par de semanas.

El caso de Romero era diferente, él sí que había entrenado a sus hijos y Mattia, quien era el mayor, siempre estuvo interesado en todo con respecto a la organización. Lo malo, este que sus otros dos hermanos le hacían caso solo a Mattia, siempre siguiendo los pasos de su hermano mayor. El error de Romeo fue quitarle todos los derechos solo por amar a alguien que consideraba su enemigo.

Fabrizio incluso pensó que había hecho mal con su hijo, que él no había hecho lo suficiente para que haga las cosas bien, pero no era así. Fabrizio había creado a un hombre que pudo adueñarse de la Cosa Nostra solo con palabras lindas. Estaba orgulloso de él y por ahora solo quería dejarlo en paz, a él y a su familia. Después de todo él ya no controlaba la Camorra, ahora su objetivo es ir por su hijo menor. Convencerlo de que le dejé todo, después convencer a Alessandro. No sería tarea fácil, pero estaba convencido de que podía lograrlo.

Un problema más lo atormentaba y era el hecho de que puso su voto de confianza en Maximilian Marino. Fabrizio habido vivido demasiado en este mundo, y no era tonto. Sabía que no podría contar con él, sabía que en un punto de todo este plan lo iba a traicionar. Por los cielos, era un militar, lo único que quería era acabar con maldad, para eso fue entrenado, para destruir a los malos.

Se quedaría cayado, no dirá nada y crearía su propio plan para volver a su vida de antes. Poder morir en el mundo que fue criado, para el que vive.

Estaba envejeciendo. Y solo quería estar con su familia.

¿Está arrepentido? Quizá lo estaba. Quizá había llegado su hora de arrepentirse y jurar lealtad a su propio hijo. O quizá no.

—Eres tan difícil de descifrar —la chica de cabello negro ya está a su lado.

Era común en ella, aparecerse como un fantasma cuando Fabrizio pensaba demás junto a la ventana. Tampoco confiaba en ella, no cuando había escuchado hablar por teléfono con alguien y decirle que Kyle no sospechaba de nada.

Algo tenía entre manos, algo quería hacer en contra de Kyle Bennett. Pero era algo irrelevante, Kyle solo está para despistar a Alessandro, que su atención esté en él para que no vea mucho...

—Debiste quedarte con Kyle en Palermo.

—Estará bien, sabe cómo cuidarse solo...

—En definida no conocen a mi hijo, no dará tregua. Si tocó a Gianna no se quedará con las manos quietas.

—Quizá es lo que quiero —se río a la vez que agarró su larga melena en una alta coleta —y tú lo sabes.

—¿Me hablarás sobre eso?

—Por Dios, tú hijo es igual a ti. Todo a su tiempo Russo, todo a su tiempo.

Tenía su móvil en la mano cuando volvió a salir de aquella vieja casa, cuando se acercó a Maximilian y le dijo algo en el odio. Pudo notar el desagrado en la cara del militar, pero al final termino por dar una afirmativa con la cabeza.

Senza Mafia © | ITALIA 2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora