Capítulo 19.🥃

131 6 0
                                    

Amiga

Te puedes levantar de lo que sea, siempre. -Anónimo.


Gianna

Noté de inmediato la actitud de Alessandro al subir al auto. Estaba claro que estaba enojado, pero no me dijo nada hasta que llegamos al jet y Alessia se quedó dormida después de que su padre le dirá una ración de leche.

Vamos por partes. Ayer en la noche, aproximadamente a medianoche Matteo llegó a Bacoli bajo la mira de hombres que trabajan para Alessandro aquí en Palermo. Todo parecía ir bien, hasta que hoy, aproximadamente a las diez de la mañana, Maurizio —consejero de Alessandro— dio aviso a qué Matteo no estaba. El mismo dio la iniciativa de buscar en cámaras y da la casualidad de que cortaron su señal. Fue ahí donde se informó a Alessandro. Además de que se encontró el chip de rastreo fuera de la bodega donde estaba prisionero.

No puedo creer que se haya abierto el brazo para sacarlo. Morirá desangrado si no lo atienden rápido. Y si no, pues es obvio que tuvo ayuda.

Al igual que él, su madre sospecha que una gran cantidad de soldatos que trabajan en el lugar aún le rinde cuentas a Fabrizio, y ya con eso demuestran que Maximilian está con Fabrizio y posiblemente con Adriano.

Joder, ya todo se ha salido de las manos, quizá esté feliz porque él se haya ido lejos de Alessandro, pero ahora sé que no se quedará con las manos quietas. Y esas son las cosas que me hacen querer matarlo. No lo haré, pero cada vez siento más enojo.

Todo ha salido mal.

Ahora mismo estamos llegando a Nápoles, el jet ya está descendiendo hasta la pista de aterrizaje del aeropuerto y después de todo el viaje, ya no siento la tensión del inicio.

—¿Cómo sabrás quien trabaja para tu padre? —lo miro desde mi asiento que está enfrente.

—No lo sé. Solo lo voy a matar a todos...

—Pero, y si hay hombres que...

—Todos se quedaron ahí. Todos los que trabajaban para esa escoria se quedaron ahí. Yo no les perdoné la vida, mamá fue quien lo hizo. Ella los dejó...

—No todo es mi culpa, Carlo —se escucha la voz de su madre quien está sentada justo detrás de mí.

—No los maté por tu culpa —mi esposo está tan enojado—. Muchos de esos tipos jamás me juraron lealtad y los que sí, han trabajo cerca de mí y nunca me han dado de que desconfiar. Ya todo estaba planeado Beatriz. Hasta pienso...

—No te atrevas, Carlo —su madre suena indignada—. Sabes que te prefiero a ti a la cabeza de todo que tú padre, él solo hizo todo mal. Así que no te atrevas a desconfiar de mí.

La tensión se apodera de nuevo de todo el lugar por varios minutos más hasta que el avión se detiene por completo en el hangar privado, el motor de apaga y es ahí donde Alessia se levanta quejándose y llamando a su padre. Él por su lado la tranquiliza.

Me levanto de mi lugar solo para que Alessandro me pase a la niña y él salga primero del jet... Suspiro, odio esa maldita actitud, que se enoje conmigo cuando yo no le he hecho nada.

Decido no decir nada y seguir sus pasos con Alyna detrás de mí. Leo es quien me ayuda a bajar el último escalón. Soy guiada unos cuántos pasos hasta el auto negro blindado, donde en el volante ya puedo ver a Gustavo. Ese hombre es un fantasma. Esta en todos lados y a la vez no está en ninguno.

Senza Mafia © | ITALIA 2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora