Capítulo 21.🥃

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Basta

Te puedes levantar de lo que sea, siempre. -Anónimo.



Gianna

Es como si el mundo conspirara contra mí para hacerme sufrir. Como si fuese una cruel broma por no obrar bien. Creo en el karma y a mí me pasa factura muy rápido. El pasado me vuelve atormenta una vez más. De nuevo me tortura con los horribles pensamientos de que él me dejara sola, ahora con una niña que lo ama demasiado.

Ya sospeché que algo pasaba cuando el dijeron cosas por la radio de su oreja, y no me equivoqué. Durante la ceremonia; una vez Alessandro se fue, Franco me informó que Adriano estaba en el lugar, me dijo que estaba en la oficina de Alessandro, encerrado junto con él. Quise contenerme y quedarme en el lugar con la esperanza de que Alessandro arreglara ese asusto y lo matara de una vez. Sé que no es así, él me quiere dar la satisfacción de que yo lo haga.

Aun así, algo dentro de mí gritaba que fuera hasta ese lugar. Dejé a Alessia con Chiara y yo solo fui de inmediato hasta donde está la oficina. Sin importar que Orlando me detuviera abrí la puerta, solo vi a mi esposo en el piso en un charco de sangre, vi como perdía la conciencia tan rápido que pensé que ese sería el fin de todo.

Que iba a morir así de fácil, sin luchar. Sentí tanto miedo de perderlo.

Vi Adriano, quien me dio una rápida mirada antes de tirarse por la ventana del segundo piso, al igual que Fabrizio. Este fue quien apuñaló a Alessandro, lo sé por la daga y la sangre en su mano.

De inmediato di la orden de que los busquen y los atrapen con vidas. Ha pasado una hora desde que Alessandro entró a la clínica en el centro de Nápoles y desde que no tengo noticias de que si atraparon a esos dos bastardos o no. Solo ruego porque aparezcan, yo mismo mataré a los dos por meterse con mi esposo.

Sigo sentada en la sala de espera, aferrada a la chaqueta que me dio Franco, con lágrimas en mis ojos y temblando levemente.

—Has oído hablar del karma —una voz femenina entra mis oídos.

Como no escuchar del karma si es parte de mi vida, cada vez que hago algo malo, algo malo me pasa. Miro a mi lado para ver a mi amiga rubia con un recipiente de lo que yo supongo es café. Cómo es obvio, Omar también llego a este lugar y después de trata de convencer a Regina de que lo dejé, no hizo caso y vino tras él, fue donde decidí no amargar mi vida y entran en la fiesta.

—No comiences —fijo mis manos de nuevo mis los anillos de mi mano izquierda. Siempre amaré ver el anillo color turquesa.

—No debiste meterte, es algo que yo debo arreglar. Y Alessandro no debió dispararan.

—Pensé que Alessandro me había lavado la cabeza —me río cansada—. Está claro que no conocía bien tu relación con Omar. Él te ha cambiado, no sé dónde está la Regina que no dejaba que nadie la tocará de una forma violenta. La que no necesitas de hombres para ser feliz.

—Ya te dije que fue un accidente, él estaba borracho y...

—Excusas —me vuelvo a reír—. Pero tienes razón, no debería meterme, pero que sepas que algún día aparecerás muerta en una habitación y nadie podrá llorarte. Ni siquiera yo si sigues apartándome de esta manera.

Me termino por levantar hasta otro asiento dónde pueda estar sola unos momentos más.

Me da rabia pensar que ella esté tan ciega por ese tipo que no vale la pena, que incluso yo confiaba en que era una buena persona. No quiero encontrarla un día, tan golpeada que no reconozcan su rostro. No quiero encontrarla fría en una habitación y que me digan que murió por alguno de los golpes que ese idiota le dio.

Senza Mafia © | ITALIA 2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora