19.

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Sus ojos no tardaron mucho en adaptarse a la luz y sintió como su cuerpo caía en el suave césped verde. Sus ojos se fueron a su costado y pudo ver el rubio cabello.

Sintió mera felicidad al saber de quién era. 

-Y dime... - habló la suave voz. -¿Cómo te sientes? - era Luna.

Larissa se sentía en paz y sonrió, regresando su mirada al cielo azul, adorando con nubes de algodón. -Tengo miedo... - murmuró.

Luna sonrió, estirando sus manos al cielo, buscando formas a las nubes. -¿De quién o de qué? - suspiró la rubia.

Larissa apretó sus labios. -No lo sé... - exhaló. -Seamus me hará daño. - susurró.

Luna sonrió al ver una nueva forma en el cielo. -Ya lo ha hecho, pero puedes detenerlo. - susurró, antes de añadir. -Pero hay algo más  ahí. 

Larissa negó con la cabeza y miró al costado donde no había nada, solo césped y árboles, acompañados de la vista a la casa de Luna. -No... - murmuró.

Luna tomó la mano de Larissa con suavidad, pero ella no pudo sentir su toque, solo el movimiento. Eso casi la destruye. -Mira esa nube, Lari. - dijo con suavidad, apuntando con su mano.

Solo era una nube con deformidad, pensó Larissa.

Sin embargo, Luna veía algo más. -No le encuentro forma alguna. - murmuró confundida.

Luna sonrió. -Mírala bien. Cada nube te cuenta la historia que tú quieres hablar, tal como el viento. Esa nube me cuenta secretos, secretos de amantes, de despecho, de sufrimiento y... de ti. Son como la Luna, pero de día. - sonrió con diversión, mirando a su amiga. 

Larissa movió su cara a Luna y se topó con sus bonitos ojos de color. -¿Qué te cuenta de mi? - susurró con un poco de miedo.

Luna sonrió y comenzó. -Me dice que tienes miedo... estas tan asustada de enfrentar tus sentimientos, estas tan sola desde que no estoy, pero hay esa persona que puede tomar mi lugar... solo debes dejarlo entrar. 

Larissa miró a sus pies. -Nadie tomara tu lugar. - murmuró.

Luna negó suavemente. -Pero pueden llenar ese vacío que he dejado yo.

Larissa sonrió con melancolía. -No lo creo, jamás... 

-Dime, Larissa Smirnov ¿A quién amas de verdad? - preguntó una segunda vez la rubia.

Larissa no dudó, cerrando sus ojos y pensando en nadie más que él. -A él...

-Dime su nombre. - susurró la rubia. -Larissa...

Larissa...

Larissa...

Larissa...

Las voces haciendo eco, repitiendo su nombre la hicieron abrir los ojos de golpe. La luz del día la golpeó con fuerza y se sintió casi exactamente igual que como cuando despertó en el césped, solo que esta vez fue distinto, despertó en una cama de hospital, en la enfermería, con Pomfrey junto a ella dejando pociones y Ginny muy cerca de ella, con cara preocupada. Además, la gran diferencia, es que ahora pudo sentir el punzante dolor de su pecho y de su cuello.

Y tan violento, los recuerdos la golpearon. Seamus la estaba matando.

Gimió de dolor, acompañado de sollozos y Ginny la intentó calmar, Pomfrey levantó la vista y extendió una poción. -Vamos, hija. Así estarás mejor. Esta poción va a quitar el dolor... no puedo creer que te has caído de las escaleras, esos golpes en el cuello son raros. - dijo mirando a Ginny. 

La pelirroja asintió. -Yo tampoco lo creo, pero te digo, iba tan deprisa que se tropezó. - mintió.

-No veo ningún golpe en su cabeza, Ginevra. - cuando la enfermera estuvo a punto de someter a Ginny a un interrogatorio, un alumno que parecía haberse lastimado luego del juego de quidditch entró en el hospital y ella corrió a ayudarlo.

Larissa miró a Ginny y articulo un gracias, la pelirroja levantó ambas cejas. -No lo voy a volver a hacer. - se quejó en voz baja.

Ginny odiaba solapar esas cosas. Lo hacía solo porque Larissa se lo pedía.

Larissa miró a un lado y volvió sus ojos a Ginny. -No va a volver a pasar. - murmuró.

-Eso dijiste la primera vez y aquí estamos de nuevo. - escupió molesta la pelirroja. Larissa suspiró de forma suave, no quería mirar a Ginny, estaba avergonzada. -¿Qué te ha hecho esta vez? - preguntó en voz baja, eliminando todo rastro de molestia y sustituyendo por preocupación.

-Me ha... Me ahorcó. Puso sus manos en mi cuello y me dejo sin aire. - susurró intentando no soltarse a llorar.

Ginny pareció entender y suspiró. -Esto se debe detener, ahora. - murmuró entre dientes. 

Larissa apretó sus labios, con lágrimas en los ojos, mojando como un par de cascadas sus mejillas, dejando un rastro de dolor, hasta formas una gota en su barbilla y mojar la superficie donde caía. -Él nunca había hecho algo así, Ginny. - murmuró.

Ginny la miró incrédula. -Pero no es la primera vez que te lastima así... siempre- él siempre anda por ahí riendo mientras estas como una tonta... llorando porque te hizo daño, Larissa. - la miró suplicante. -Debes detener esto. Ahora. 

Larissa lloró, tapó su rostro con sus manos, mientras se sacudía por la intensidad con la que sollozaba. -No lo entiendes, tengo miedo. - gritó, con su voz ahogada por la presión de sus palmas contra su rostro.

Ginny la miró con tristeza y apretó sus labios, su vista desviada a la venta de enfrente; le estaba matando ver así a una de las personas que más quería en este mundo. Las lágrimas mojaron las pecosas mejillas y las limpió con rabia, sorbiendo al nariz, sobó la espalda de Larissa. -Claro que te entiendo, pero no de la forma en que me gustaría hacerlo, Lari. - susurró, golpeando el cuerpo de Larissa contra el suyo.

Ambos cuerpos fundiéndose en un mar de calor, presionando el pobre cuerpo, aquel que les pesaba tanto cargar. Un abrazo. 

Larissa sollozó en silencio, mientras Ginny la abrazaba.

La guerra las había destruido de formas inimaginables, dolía. Lo hacía de una forma tan terrible.

La presión en el pecho que parecía nunca marcharse, el dolor en el cuerpo, que parecía mantenerlas cansadas todo el día... dolía.

¿Siempre iba a doler?

DRACO'S SECRETS ✧ draco malfoy [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora