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Sus manos posadas en la pálida y suave piel de esa estrecha cintura y la acariciaba en un delicado roce de las yemas de sus dedos.

Se sentía fallecer. Sentía esos repetitivos movimientos encima de él. Arriba, abajo y así sucesivamente.

Sus oídos se deleitaban con esos bajos gemidos tímidos queriendo salir al aire con total libertad pero retenidos por unos finos labios frunciéndose para evitarles el paso.
La imagen frente a él era tan excitante, pálidas mejillas teñidas de un precioso carmesí, ojos tan negros como el ónix pero llenos de un brillo lujurioso que suplicaban a por más, esos labios hinchados y rojos por tantos besos llenos de deseo que habían recibido con anterioridad, ese sedoso cabello entre sus dedos, un poco sudoroso por la agitación, la falta de aire y aquel asfixiante pero cómodo calor esparciéndose por todo su ser.

Bajó la mirada entreabriendo sus labios por la satisfacción de su propia obra. Un cuello de piel pálida con marcas de sus besos húmedos que había esparcido hace unos minutos atrás y tentado a hacerlo ahora mismo.

Se sentía en la gloria, teniendo a Severus Snape sobre él, alzando sus cadera y volviéndolas a hundir en su prominente miembro, jadeo viendo tal escena. Nada podía ser mejor, sus gemidos y jadeos de ambos se mezclaban creando una exótica pero placentera melodía que esparcía por toda la habitación.

Nada podía ser mejor. Nada

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Se levantó agitado y sudoroso, sintiendo una humedad en el pantalón de su pijama.

—Mierda — susurró para no despertar a sus amigos.

Había tenido un sueño húmedo con Sev...Snivellus, no lo podía creer, no lo quería creer.

Aún acostado dirigió su mirada a sus pantalones encontrándose con una prominente erección, suspiró pesadamente y cerró los ojos tratando de respirar tranquilamente y relajarse y con ellos relajar sus deseos hormonales pero de nada sirvió porque esas imágenes tan placenteras, esas mejillas sonrojadas, esos apetecibles labios hinchados regresaron a su mente.

Sacudió la cabeza borrando esos pensamientos y deslizando una mano por todo su cuerpo bajando lentamente por este hasta su entrepierna.

No lo culpen, tenía que deshacerse de ese sentimiento de alguna manera u otra.


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Respiro hondo sacando un poco su cabeza por la estrecha ventana, necesitaba respirar aire fresco para calmar esas náuseas que se comenzaban a crear en la boca de su estómago.
Estaba regresando de las vacaciones de navidad y sinceramente se sentía algo nervioso.

<<¿Había sido un error mandarle esa foto a Black?>> Llevaba preguntándose eso todas las vacaciones desde navidad. Tal vez sólo le había dado una forma más de molestarlo.

Suspiró pesadamente, necesitaba calmarse para pensar con mente fría, ¿Por qué todo era tan complicado? ¿Por qué la vida tenía que ser tan injusta con él?
Sus pensamientos fueron callados por un roce con su mano, miró a su izquierda donde se encontraba su rubio amigo que le estaba sintiendo sutilmente.

—¿Qué tal sus vacaciones?— preguntó Bartemius mientras comía un gragea que al instante le hizo hacer una mueca de asco haciendo reír a tres de sus amigos —Ugh...moco de troll

—Las mias bien, mis padres me han llevado a una cena con toda la familia y se han comportado bastante bien sin preguntarme nada de mi hermano...al parecer están mas que furiosos con él por huir de casa y así renegando a su familia

Sabía que no debía meterse pero debía admitir que era alguien bastante curioso y siendo el único mestizo de su grupo de amigos aún más.

—¿Qué hacen las familias puras sangre en ese caso?— vio a sus amigos bajar un poco la mirada pero regresándola al instante

—Eh...—fue Lucius el que habló, a pesar de todo lo que demostraba ser era alguien con bastante tacto y delicado para temas de ese tipo—. Cuando un mago reniega a su familia se haya ido o no de casa los integrantes con la autorización de la cabeza de la familia que en el caso de los Black es el padre se Regulus tienen el poder de borrar a ese nefasto miembro del árbol genealógico haciéndolo un sin nombre, un sin familia, desheredándolo de todas las riquezas del que era poseedor incluso antes de nacer y el hermano de Regulus que era el primogénito y el heredero central de los Black— frunció los labios y continuó —Se le deja sin nada y en este caso se le pasa a Regulus

Todos asintieron ante eso y Severus bajo ma mirada volviéndose a sumir en sus pensamientos. Qué tétrico dejar a tu hijo, sobrino, primo, nieto -lo que sea- sin nada.

Las horas pasaron y en este momento se encontraban en la ceremonia de bienvenida de las vacaciones, las cuatro serpientes estaban aburridas sin prestar atención alguna al barbón del director de ese dichoso colegio.

Severus sintió una mirada sobre él, cerró sus ojos apretándolos imaginándose que sería el idiota de Potter examinando sus movimientos para atacarlo con alguna de sus insufribles y estupidas bromas infantiles.

Levantó la mirada dispuesto a retarlo, no le tenía miedo pero si se había cansado de que lo fastidiara por seis años pero al momento de ver hacia la mesa de los leones en dirección a aquella penetrante mirada lo que se encontró lo asustó e intimidó.

Ahí estaba, ¡tan descarado como siempre! Sirius tonto estúpido sin cerebro Black lo estaba mirado con el mayor descaro del mundo. Tenía una perfecta sonrisa ladina, esos rizos castaños con pequeñas tonalidades negras cayendo por su frente haciéndolo ver más tentador, lo miraba fijamente con esos ojos que parecían bañados en plata líquida.

No supo que hacer y reaccionó de la manera más sensata que se podía hacer en un momento como ese. Bajo la mirada rápidamente ocultando su rostro tras su cabello que servía como de cortina ocultando su vergüenza.

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Sonrió con arrogancia al ver como bajo la cabeza ante su mirada, sintió un golpe en su brazo y volteó viendo a su amigo licántropo.

—Si lo sigues viendo que va a desgastar y más vale que no estés planeando hacerle algo Sirius

Negó con la cabeza y soltó una risilla en suspiro.
Aunque no sabía porque había reaccionado de tal manera, sentía que debía ser así, desde que recibió aquel regalo varios recuerdos llegaban a su mente al igual que sentimientos de querer retomar aquella amistad pues sentía una sensación de protección por el pocionista además de que esa sed de querer molestarlo como hace unos meses había cesado.

Volvió a mirar hacia la mesa de verde y plata en busca de aquel que robaba sus pensamientos. Frunció el ceño al verlo salir con aquel idiota que odiaba tanto, nada más y nada menos que el engreído estirado de Malfoy.

—Sirius...si sigues gruñendo como perro Padfoot saldrá en cualquier momento— susurró James en su oído —¿Qué te tiene gruñendo?

No le dio respuesta y se levantó dejando desconcertados a un James y a un Peter en cambio a Remus se le plasmo una sonrisa casi invisible.

<<Tardó mucho>> pensó Remus pues él desde hace siglos se había dado cuanta de la exagerada fijación de su alivio hacia Snape.

<<El final siempre sorprende, aunque esté estricto desde el principio>>

 𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀 (𝖲𝖾𝗏𝖾𝗋𝗂𝗎𝗌) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora