𝑩𝒖𝒔𝒄𝒂𝒓

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El sol apenas había salido cuando Luther abrió los ojos. Por un momento, sintió que había olvidado qué día era, hasta que la misión volvió a su mente con fuerza. 

"Hoy es el día."

Tomó un largo baño tibio, algo que no hacía desde hacía semanas. El agua caía sobre su cuerpo con una constancia que lo tranquilizaba, despejando el peso en sus hombros. 

Era extraño tomarse las cosas con calma, pues vivía en un estado constante de alerta, siempre esperando la próxima orden de su padre, siempre preparado para cumplir.

Cuando estuvo listo, bajó a desayunar. El comedor estaba vacío, algo que no le sorprendió. Todos sus hermanos estaban ocupados entrenando o cumpliendo sus propias misiones. Aún así, la soledad del espacio le golpeó de forma inesperada. 

No era tanto el silencio, sino la ausencia de compañía lo que le incomodaba. 

Aun siendo el Número Uno, el líder designado por su padre, había momentos en los que la soledad parecía un precio demasiado alto.

Tras desayunar su plato favorito —huevo con tocino— y limpiar meticulosamente su lugar, se puso una sudadera gris con el logotipo de la academia y una gorra. Era un intento de camuflaje; no quería llamar la atención. 

Con un último vistazo al pasillo vacío, salió al frío de la mañana.

Las calles estaban grises y húmedas, el aire lleno de ese aroma único que precede la lluvia. Un clima ideal para pasar desapercibido, pensó mientras se dirigía a la primera universidad en su lista.

(...)

Los días pasaban con una monotonía desesperante. Luther había recorrido ya cuatro universidades y varios parques cercanos, pero no había señales de la chica. La frustración empezaba a acumularse, no tanto por el esfuerzo físico, sino por el peso de cada fracaso. 

Cada vez que volvía a casa con las manos vacías, sentía la mirada de su padre incluso sin que estuviera presente.

Por las noches, en su pequeño cuaderno, escribía reflexiones que no podía compartir con nadie:

"Es frustrante no poder encontrarla. Papá espera resultados, y yo no quiero fallarle. Pero cada día que pasa siento que estoy buscando algo en un mar infinito. ¿Qué haré si no la encuentro? ¿Qué pensará de mí si regreso con nada?

"A veces me pregunto si esta misión realmente importa, pero... no puedo permitirme pensar así. Lo que él diga es lo único que importa."


 (...)


Fue en el noveno día de búsqueda cuando la suerte finalmente cambió. 

El cielo estaba cargado de nubes oscuras, y las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer mientras Luther caminaba por uno de los parques principales de la ciudad. Se detuvo bajo una parada de autobús, observando cómo la lluvia se intensificaba.

"¿Dónde estás?" 

Su mente repasaba las pocas pistas que tenía sobre ella. 

Joven, probablemente estudiante. Eso lo había llevado a recorrer universidades, pero sin éxito. Ahora empezaba a considerar que tal vez estaba buscando en el lugar equivocado.

De repente, una voz femenina a sus espaldas rompió sus pensamientos.

—Carajo, ¿por qué me puse estas cosas hoy?

Se giró, y su mirada se posó en una figura femenina que luchaba por atravesar un charco. Llevaba un par de botas que claramente no eran adecuadas para el clima y una chaqueta ligera que apenas la protegía de la lluvia. 

"¿Será ella?" 

Algo en su interior le dijo que debía acercarse.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó con calma, tratando de no intimidarla.

La chica levantó la vista y negó rápidamente, con una sonrisa tensa.

—No, gracias. Puedo sola.

Luther la observó con atención mientras intentaba cruzar el charco, pero, como había anticipado, terminó tropezando y cayendo de frente en el agua.

—Permíteme ayudarte —dijo, acercándose antes de que pudiera protestar.

La ayudó a levantarse, tomando sus antebrazos con suavidad pero firmeza. Sus ojos se encontraron por un instante, y Luther sintió un extraño reconocimiento. Eran los mismos ojos que había visto en el expediente.

—¿Te conozco? —preguntó ella, mirándolo con cierta curiosidad.

—Tal vez. Mucha gente me conoce —respondió con una sonrisa ligera.

Ella pareció evaluarlo por un momento antes de sacudir la cabeza.

—No te conozco. Pero gracias por la ayuda.

Intentó alejarse, pero Luther no estaba dispuesto a dejar que desapareciera tan fácilmente.

—Espera. ¿Podríamos vernos otro día?

La chica lo miró de reojo, visiblemente incómoda.

—Lo siento, tengo prisa.

Y con eso, se perdió entre la lluvia, dejando a Luther parado en la parada de autobús, empapado pero sonriente. 

La había encontrado.

Miró al cielo, las gotas de lluvia corriendo por su rostro. A pesar del frío y la incomodidad, una chispa de orgullo iluminó su interior. Por primera vez en días, sentía que había dado un paso importante.

"Buenas noticias, padre."

Regresaría a la academia sucio y mojado, pero con algo que valía mucho más: la certeza de que había encontrado su objetivo. Ahora, la verdadera misión estaba por comenzar.











¿Qué les pareció este cap? :D Intento hacer lo mejor que puedo.

Háganme saber por los comentarios sus teorías o cosas dramáticas JAHAJAKKA me gustaría saber que opinan :D.

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Foquito se despide.

𝑳𝒂 𝑴𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 | 𝑳𝒖𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑯𝒂𝒓𝒈𝒓𝒆𝒆𝒗𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora