𝑫𝒂𝒓𝒌 𝑳𝒊𝒈𝒉𝒕

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Había veces en las que simplemente se quedaba observando el techo mientras recordaba su pasado y todo lo que la había obligado a mantenerse en aquel pequeño departamento.

Y esta vez no sería la excepción.

Recordaba a personas, momentos buenos y malos, aunque desgraciadamente eran en su mayoría malos.

Recordaba esa tenue luz oscura que la hacía mantenerse encerrada.

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—¿Si entiendes todo esto? —frunció el ceño al ver a su pequeña con la vista fija en su comida.

—No quiero dejarlo, él es de las mejores cosas que...

—Ya habíamos tenido esta conversación —suspiró— Mira, yo apruebo tu relación y también al chico, pero sabes lo que va a pasar. ¿Lo quieres lastimar de esa forma?

—Él lo entenderá, sabe como soy y pensaba en decirle lo...

—Hija, sabes que no puedes decírselo a nadie. Absolutamente a nadie —negó.

—Pero yo confío en él.

—Linda, nunca terminamos de conocer a las personas.

El tiempo pasó y ese momento cada vez estaba más cerca, la joven ______ iba de camino a casa de su novio quien la hacía sentir muy feliz y afortunada por tener a alguien en su vida.

Llegó a la puerta y sacó sus llaves, porque si, él le había dado la confianza de tener su propio juego de llaves de su apartamento por si algún día lo necesitaría.

Esa tarde ella desobedecería a su madre y arriesgaría todo por él, porque quería contarle todo.

Ella sabía que lo entendería y la apoyaría en todo momento, incluso sería capaz de quedarse con ella.

Aunque todas sus ilusiones se desvanecieron al ver detrás de la puerta, en el sillón de la sala aquellos labios juntándose sin pena alguna, sin vergüenza, sin remordimiento.

Se quedó paralizada, cuando notó que su novio estaba semi desnudo en el sillón.

—Damián... —negó, no quería aceptarlo. ¿De verdad eso le estaba pasando a ella?

El mencionado alzó la vista rápidamente al reconocer la voz y la joven a quien besaba también fue reconocida.

—Ashley... —su vista se tornó borrosa, sabía que era debido a las lágrimas que pronto saldrían— Díganme... D-díganme que no es cierto.

—Podemos explicarlo, si no estábamos conociendo pero... —trató de defenderse, pero ¿Cómo lo haría?

—¿Por qué? ¿Por qué ella? ¿Por qué mi mejor amiga? —se quebró, dejando todos sus sollozos salir.

—No eres lo que quiero, ¿si? —negó Damián, siendo totalmente rudo y de pronto se quedó quieto, viéndola fijamente a los ojos.

—¿Qué... —sintió una presión en el pecho, retrocedió un par de pasos, saliendo al jardín— ¿Qué es lo que dices?

—Al principio creí que cambiarías, que me harías sentir bien, pero no. Todo lo que haces es hostigarme, abrazarme y besarme todo el tiempo, ¿no te cansas nunca?

𝑳𝒂 𝑴𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 | 𝑳𝒖𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑯𝒂𝒓𝒈𝒓𝒆𝒆𝒗𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora