Wright sostuvo la taza de café con ambas manos, sintiendo cómo el calor del líquido se filtraba lentamente en sus palmas. Afuera, el cielo nublado y el aire frío hacían del día el tipo de escenario que le gustaba para quedarse en casa.
Sin embargo, había días como este en los que la soledad de su hogar pesaba más que de costumbre. Deseaba que las paredes resonaran con otra voz que no fuera la suya, que hubiera algo —o alguien— esperando por ella al final de un día agotador. Pero ese anhelo solo lograba que el silencio se sintiera aún más ensordecedor.
Con un suspiro, se hundió en su sillón gris, dejando que la melodía de Halley's Comet de Billie Eilish llenara la habitación. Tarareó la canción en voz baja, su mente yendo y viniendo entre los recuerdos y las tareas del día.
Poco después, revisó la hora: las 11:00 a.m. Aún tenía tiempo antes de su encuentro con Luther, el "extraño" como había empezado a llamarlo en su mente.
La rutina era su refugio. Limpió su habitación, como siempre, pero esta vez, el hábito no logró disipar del todo el vacío que sentía. Ese día, la soledad era un peso más palpable. Mientras escogía su atuendo —pantalón de mezclilla negro, blusa gris y unos vans clásicos— se permitió un momento frente al espejo.
"Te extraño muchísimo."
El pensamiento la golpeó con fuerza, y tuvo que apretar los ojos para contener las lágrimas que amenazaban con brotar. No quería llorar. No otra vez. Apretó los labios, tomando aire profundamente antes de apartar la mirada de su reflejo.
Para las 2:30 de la tarde, ya estaba lista. Con su mochila al hombro, salió de su apartamento, enfrentándose al frío del exterior con un leve escalofrío.
(...)
Luther llegó al parque cinco minutos tarde, lo cual era casi un récord para él. La encontró en una banca bajo un árbol, abrazándose a sí misma mientras el viento frío revolvía algunos mechones sueltos de su cabello.
—Hola. —Su voz resonó justo cuando Wright lo vio acercarse.
—Llegas tarde. —Su tono era una mezcla de reproche y broma, y la sonrisa que acompañaba sus palabras lo hizo sentirse un poco menos culpable.
—Tienes razón. No es excusa, pero me perdí en el tiempo.
Ella lo miró con escepticismo, inclinando ligeramente la cabeza.
—¿Eres de los que siempre llega tarde?
—Prometo que no. Bueno, casi nunca. —Sonrió, rascándose la nuca.
Wright negó con la cabeza, conteniendo una risa.
—Entonces, ¿qué hacemos? ¿Es sólo caminar o tienes algún plan secreto?
—Caminar está bien... pero también traje esto. —Luther sacó de su mochila un pequeño paquete envuelto en papel.
—¿Qué es?
—Galletas. Dicen que ayudan contra el frío.
Ella lo miró sorprendida, aceptando el paquete.
—No sabía que eras tan considerado.
—Soy un hombre lleno de sorpresas.
Ella rió, desenvolviendo una de las galletas. Al primer mordisco, dejó escapar un leve "mmm" que hizo que Luther sonriera.
—Están deliciosas. ¿Las hiciste tú?
—No exactamente. Las compré en una panadería cerca de aquí. Pero si quieres, puedo fingir que las hice.
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𝑳𝒂 𝑴𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 | 𝑳𝒖𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑯𝒂𝒓𝒈𝒓𝒆𝒆𝒗𝒆𝒔
Hayran KurguUna Academia. Dos personas. Una misión. Una investigación. Ambos quieren volver a sentir, tener el amor a alguien que alguna vez tuvieron. Pero nada nunca es igual. La historia siempre marca el inicio o el fin de una etapa. Jamás un intermedio.