𝑳𝒂𝒕𝒊𝒅𝒐𝒔

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"Don't you know I'm no good for you?"

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La mañana llegó, haciéndose notar por el sol que entraba bajo las cortinas de la habitación.

______ reposaba sobre las suaves sábanas, lucía tranquila y de cierta forma relajada.

Luther, acostumbrado a su horario de la Academia pudo despertarse primero, notando como la chica había encontrado lugar cerca de su hombro, pero sin invadir demasiado su espacio.

Tenía la sensación de querer abrazarla y hacerla sentir cómoda, pero también quería dejarla descansar.

Se levantó con cuidado tratando de no hacer ruido para no despertarla y buscó un baño. Al encontrarlo se adentró en este y lavó su rostro, se sentía un tanto extraño.

Era la primera vez que pasaba la noche fuera de casa, por decisión propia.

¿De verdad yo... desobedecí a mi padre?

Desobedecí a papá...

Un ligero sentimiento de culpa llegó a su pecho, pero lo disipó de inmediato al recordar el motivo de su estancia en aquella casa.

No, no. Fue por un buen motivo.

Desobedecí a mi padre...

Salió del baño y fue a la cocina para limpiar un poco el desastre que había hecho en la noche anterior, se había enfocado más en ______ que en la limpieza, así que mientras ella estuviera dormida podría encargarse él mismo de la limpieza.

Tiró la basura en su lugar, lavó los platos sucios y limpió la mesa.

Eventualmente la fémina empezó a moverse, dando señales de que despertaría.

Abrió los ojos y no vio a nadie a su alrededor, pero si escuchaba ruido de fondo, sabía que Luther estaría ahí.

No tenía idea de la hora, pero asumía que no era tan tarde, usualmente ella no solía despertar tan tarde.

Pasó su mano sobre la mesa de noche.

—Buenos días, ______ —Luther, con una sonrisa acogedora y el cabello desordenado apareció en la habitación.

—Buenos días —su voz adormilada logró sacarle una sonrisa al rubio.

—¿Buscas algo? —se acercó a ella, notando su mano en la mesa de noche.

—Mi teléfono, para ver la hora y saber si tomar mis pastillas pero...

—¿Quieres que lo traiga? ¿Dónde está?

—No sé, pero está completamente inservible.

—¿Cómo dices? —frunció el ceño, mientras le alcanzaba las pastillas correspondientes.

—Un chico me empujó mientras corría, se estrelló y ya no volvió a funcionar...

—No puede ser —negó, dándole un poco de agua para poder tomar su medicamento.

—Me costó mucho poder comprarlo, creo que debería meterme a trabajar de nuevo.

—¿Trabajas?

—Lo hacía —tomó sus pastillas— Cuando mi madre falleció me dejó un gran ahorro, pero eventualmente se ha ido agotando y solo me queda lo suficiente como para vivir un año o año y medio máximo, sin tener que trabajar. Así que para no gastar ese ahorro, me metí a trabajar en un restaurante por un tiempo. Con mi tercer pago compré el teléfono.

𝑳𝒂 𝑴𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 | 𝑳𝒖𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑯𝒂𝒓𝒈𝒓𝒆𝒆𝒗𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora