𝑾𝒉𝒐

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El frío ambiente de Noviembre aumentaba con los días y las estaciones que conllevaba tal época del año.

La Academia estaba casi en su totalidad vacía, pues algunos de los Hargreeves habían salido a dar un paseo como civiles, para disfrutar al menos un poco de sus vidas.

Aunque no todo era paz y tranquilidad en esa Academia, por supuesto que no.

Toda su habitación estaba revuelta, la cama totalmente destendida y las puertas de su armario estaban abiertas.

Buscaba aquel diario que llevaba días sin ver, pues ahí había cosas importantes para él.

La mente de Luther era un desastre.

Al igual que su habitación.

No podía haberlo perdido de tal forma, jamás lo sacaba de ese cajón bajo llave que tenía.

No podía ser posible.

Buscaba entre su ropa, sus zapatos, el baño, bajo la cama, en la ducha incluso.

No estaba.

Su diario no estaba.

¿Qué carajos iba a hacer ahora?

Si caía en manos equivocadas todo lo que hasta ahora conocía como lindo se iría al carajo.

¿DÓNDE?

¿DÓNDE?

Se comenzaba a estresar de más, había dado vuelta a su habitación incontables veces y no aparecía en ningún lado. Tampoco tenía sentido buscar en algún otro lugar de la Academia, pues él estaba seguro de haberlo dejado en su habitación.

Lo que más le jodía era que lo había dejado bajo llave.

¿Quién se había atrevido a tanto?

Colocó ambas manos en su cabeza y las deslizó hacia atrás, tirando de su cabello levemente.

No puede ser...

No.

Puede.

Ser.

¿Y si lo tenía su padre?

¿Y si lo tenía Allison?

Le preocupaba porque ahí tenía ese pequeño secreto...

Ese secretito que sabía que estaba mal, muy mal ante los ojos de su padre.

Mierda.

Luther.

—¿¡Qué!?

Se calló inmediatamente, había alzado la voz sin quererlo.

—Perdón... Lamento haber alzado la voz —negó y se giró hacia quien había entrado— Oh...

—Pensé que tus problemas de ira ya estaban bajo control.

—Lo están... Solo que me descontrolé un poco —bajó la vista al suelo.

—Yo siempre te ayudaba en tus ataques de ira, ¿recuerdas?

Inicio flashback

Luther tenía ambos puños apretados a tal punto de que sus uñas estaban lastimando las palmas de sus manos, respiraba agitadamente.

Estaba molesto, sumamente molesto con su padre porque había tratado de mal forma a Allison, haciéndola ver como alguien miserable y sin sentido.

Su padre era un verdadero dolor de cabeza, a veces no entendía por qué seguía en esa academia, no sabía por qué.

Tenía poco qué habían descubierto los repentinos ataques de ira de Luther, pues pensaban que su enojo era normal, hasta que lo vieron lastimarse a si mismo en uno de sus ataques más fuertes.

𝑳𝒂 𝑴𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 | 𝑳𝒖𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑯𝒂𝒓𝒈𝒓𝒆𝒆𝒗𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora