𝑹𝒐𝒋𝒐

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No eres eso, basta de decirte así

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El ambiente tenso sin duda sería algo que nunca se podría pasar de largo y menos en un momento como ese. Los casi 40 alumnos mantenían la cabeza baja con la vista fija en aquel examen de historia, podría decirse que algunos hasta tenían una expresión de terror al ver aquella hoja.

El maestro se pasaba entre las filas de sus alumnos, revisando que ninguno de sus alumnos estuviera haciendo trampa.

Aunque, ¿quién se atrevería a hacerlo?

El profesor daba miedo, su simple presencia aterraba a todo humano que pasara a su lado.

Sus amenazas se cumplían en hechos, bastantes repetían el año por sus acciones e incluso hasta eran expulsado de la universidad y claramente ninguno de los alumnos quería eso.

Impresionante el impacto que un maestro puede crear en un alumno, ¿verdad?

Afortunadamente, cierta chica movía sus manos escribiendo sobre ese pedazo de papel con facilidad y pudo responder de forma fluida el examen. Parecía como si las respuestas estuvieran ya plasmadas en su mente y simplemente anotaba lo que su cerebro le decía.

Este logro no era solo suyo, había recibido algo de ayuda al haber estudiado hace dos días con Luther.

Lo recordó a él, mientras le explicaba y le daba ejemplos de lo que debía aprender. Recordaba a Luther pasándose las manos por el cabello leyendo los libros para ella.

Sus manos deslizándose por las páginas amarillentas de los libros. Esos pocos anillos que adornaban sus delgadas manos...

El contraste de su vestimenta con el fondo de la pared de su casa.

Lo veía a él en su mente.

Y también por un momento recordó cuando la tuvo en sus brazos. Con esa delicadeza que nadie había tenido con ella.

Sonrió al aire, sintiendo como lentamente el color subía a sus mejillas.

¡Concéntrate!

Estás en un examen.

Sacudió un poco su cabeza y volvió a lo suyo, siendo casi una de las primeras en terminar su examen.

Al salir del salón no podía evitar sonreír, había sido uno de los exámenes en los que mejor le había ido y compartiría este logro con Luther lo más pronto posible, pues gracias a él pudo lograrlo.

Tenía algo de cansancio, había sido un día cansado y su aula no estaba tan lejos de la salida, pero tampoco estaba en la entrada de la universidad, así que caminaría algunos minutos más para poder dirigirse casa.

Bajó las escaleras con cuidado, el elevador estaba en reparación y no podría usarse durante un tiempo.

Caminaba por el pasillo de su edificio, sacó su teléfono y buscó el contacto de su amigo, viendo como tenía agregado en contactos al chico.

"Luther extraño"

Sonrió a la pantalla de su teléfono, definitivamente ahora ya no era un extraño. Se había abierto con él y él con ella, creando un ambiente de confianza y cariño mutuo.

"Luther ♡"

No solía ser tan detallista con los nombres en sus contactos, aunque no tenía muchos en realidad, jamás se había dedicado a agregar a las personas con las que cruzaba conversaciones.

𝑳𝒂 𝑴𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 | 𝑳𝒖𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑯𝒂𝒓𝒈𝒓𝒆𝒆𝒗𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora