Nineteen || Sonrisas del presente y miedos del pasado

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—Astrid ¿Estás segura de ir?— Cuestiona Clark, inseguro —Recuerdo que ayer preferidas quedarte...

Levanto una mano para que guarde silencio y finalmente asiento.

—Ya dije que si— Ruedo los ojos —Tampoco es como que fuéramos muy lejos.

Esta mañana durante el desayuno, Alessandro comentó que hacía falta comprar unas cosas; por lo tanto tenía que hacer las compras.

Durante un momento tuve el debate interno entre acompañarlo o quedarme en el piso para sentirme más segura sobre lo de Lia. Sin embargo, decidí que tenía que salir a tomar aire fresco de la naturaleza.

No puedo ser siempre un títere del miedo el cuál su mejor opción a adoptar es quedarse encerrado. Creo que está bien que por lo menos, tenga la oportunidad de acompañar a mi novio en las compras.

Alessandro suspira con resignación.

—Está bien, puedes ir— Sonrío y aplaudo como foca —Si prometes que no te despegas de mi lado.

Tampoco esperaba hacerlo, la verdad...

—Okey, no suena imposible— Para hacer peso a mi respuesta, me coloco a su lado y lo abrazo —Voy a ser tu chicle.

Su cuerpo tiembla un poco y escucho el sonido de su risa.

—No me desagrada esa idea.

Ruedo los ojos.

—Por supuesto que no— Murmuro.

***

—Después de una semana y tres días...— Empieza —Al fin, pude volver a reencontrarme con mi preciosa...

Abro mis ojos con sorpresa al ver la hermosa moto de Alessandro. La misma moto que una semana atrás deje hecha mierda.

Volteo a ver a Clark con sorpresa y emoción.

— ¡Pudiste repararla!— Chillo saltando sobre él.

Él me sostiene entre sus brazos y asiente, complacido.

—Sí. Llevo trabajo, pero valió la pena— Comenta. La culpa empieza a querer invadirme pero rápidamente la sacudo.

Nada de remordimiento para mí hoy.

—Bien, ¿Nos vamos?

Sonrío. No se diga más.

Ya montados sobre la motocicleta carmesí de mis sueños, arranca.

Siempre amaré la sensación de estar sobre la moto, a pesar de no ser quién la conduce. Y tampoco estoy segura de que eso vuelva a suceder.

Nos bastan menos de cinco minutos llegar al supermercado. Bajo de un salto y tomo una profunda inhalada de aire.

Una OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora