Eight || Besos Robados

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Al abrir mis ojos lo primero que veo son las brillantes luces amarillentas que guidan sobre un gran terreno

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Al abrir mis ojos lo primero que veo son las brillantes luces amarillentas que guidan sobre un gran terreno. Frente a mí, se extienden muchas personas viendo hermosas pinturas.

—Estamos...—Murmuro asombrada.

—En una galería de arte al aire libre, si —Termina por mí. Podría jurar que está sonriendo.

Con sus manos aún sobre las mías, me doy la vuelta y confirmo la teoría de la sonrisa. Aunque ahora viéndolo, no sé quién tiene la sonrisa más grande; si la de él o la mía.

Camino al frente, ansiosa por ver cada una de las hermosas obras de arte que se presentan ante mí. En un momento determinado, me detengo en una pintura de un inmenso árbol. Sus hojas eran de distintos tipos de rosados, incluso algunas estaban cayendo. Suspiro.

Sigo caminando, encantada. Me detengo en otro que consiste en un hermoso atardecer en la playa. Cada una de las palmeras mira en distintas direcciones, dándole un toque realista.

—Son bellísimos —Susurro trazando con mi dedo cada detalle de la pintura.

Alessandro me abraza por detrás y no lo aparto. De cierto modo, me gusta que lo haga.

Caminamos durante horas por cada exposición. Había muchísimas.

—Small, mira esto —Dice guiándome hacia un señor de unos treinta años que estaba pintando retratos — ¿Quieres uno?

Con un poco de nervios, asiento con la cabeza.

Él habla con el hombre, este nos sonríe y nos indica que nos sentemos. Nos colocamos uno al lado del otro y él pasa un brazo por detrás mi espalda, recostándolo en el espaldar del asiento y yo recuesto mi cabeza en su hombro.

Tarda solo unos minutos en terminar de pintar. Al principio creí que por la rapidez con la que lo hizo, iba a tener algo fuera de su lugar o quedaría raro. Sin embargo, grande fue mi sorpresa cuando vi el dibujo.

Era increíblemente parecido a nosotros, incluso el brillo en los ojos era indudablemente hermoso, muy asemejando a la realidad.

—Me encanta —Comento con alegría — ¡Es hermoso! No tengo palabras para describir esta obra maestra.

El señor que nos pintó asiente con la cabeza, agradecido.

—Muchas gracias. Es usted una mujer muy bella y estoy totalmente agradecido de poder retratar esa belleza en un lugar tan bello como lo es un cuadro.

Mi corazón se estruja.

—Gracias —Agradezco con sinceridad.

Mi acompañante también le agradece y le paga para llevarnos el cuadro.

— ¿Sabes qué? Prometo que la próxima vez que volvamos, traeremos a Kermit— Dice Alessandro —Así tal vez nos hacen una pintura los tres.

Río.

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