Eighteen || Dos idiotas enamorados

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Observo entre mis sábanas los rayos de sol resplandecer sobre las paredes de mi habitación.

Ayer, justo cuando estaba por contarle a Clark todo aquello que incluye mi pasado y el sonido del timbre nos sorprendió, detrás de la puerta no se encontraba nada más ni nada menos que Isaly.

Después de unas largas horas que transcurrieron entre risas, comentarios y juegos entre nosotros, se fue durante la noche. Lo que siguió a su partida de mi apartamento fue un denso silencio entre Alessandro y yo.

Era consciente de que él quería escuchar aquello que le iba a decirle antes de ser interrumpidos en la habitación. Sin embargo, mi valentía acerca del tema se había esfumado.

El día de hoy no tengo muchas ganas de levantarme, no por flojera; sino por miedo.

Sé que suena cobarde, pero esa siempre ha sido mi forma de actuar ante un problema. Huir.

Me acurruco más entre mi sabana. Menos mal Isaly comentó que la heladería estaría cerrada durante unos días por remodelación.

Nadie me hará levantarme de esta cama el día de hoy.

—Small...

Excepto tal vez los encantos de Clark.

—Astrid —Llama de nuevo. Esta vez, coloca un brazo alrededor de mi cintura.

»No te muevas, Astrid«

—Mmm...— Mete su cara en mi cuello haciéndome cosquillas con su barba.

» ¡No te rías, no te rías!«

Tarde.

Rompo en una carcajada la cual hace a mi novio sonreír. Levanta la cara y me observa con diversión.

—Ah ¿Con que haciéndote la dormida, eh Small?— Me mira con las hermosas esferas verdes que tiene como ojos. Le dedico una sonrisa inocente.

Se tumba a mi lado y me doy cuenta que su brazo aún se mantiene en mi cintura. Me remuevo un poco y ahora estoy más apretujada contra él.

—Clark, te amo cariño pero déjame respirar— Comento en medio de sus brazos. Inmediatamente me suelta.

Tomo un respiro antes de sentarme sobre el colchón y por último caminar hacia el cuarto de baño.

—Ah —Me detengo en el marco —Clark, te agradecería si hicieras el desayuno.

Él asiente y de igual forma se levanta de la cama. Y claro, yo como toda novia perversa me detengo a mirar su trasero.

Un hermoso trasero déjame decir.

Suspiro con satisfacción y entro a la ducha.

***

Planta un beso pequeño sobre mis labios y luego de ese otro y otro.

Cinco besos después ya me tienen sonriendo como idiota. Ay no, ya me contagió su idiotez.

—Aléjate —Él frunce el ceño —Me has contagiado tu idiotez.

El ríe, por tanto yo también lo hago.

Dos idiotas enamorados.

Nuestro momento es interrumpido por el sonido del timbre y de inmediato me tenso, esfumando la anterior sonrisa de mi rostro.

Alessandro me observa y suspira no teniendo otra opción que él abrir la puerta.

Escucho unas risas en la puerta y decido ir a ver.

—... Dejé mi puta cartera. ¡Enserio! Ayer en la cena con mis padres estaba que me tiraba por la ventana— Isaly gruñe cruzada de brazos.

Exhalo el aire que no tenía ni idea que estaba conteniendo y me acerco para saludarla.

—Hola bebé.

Ella voltea hacia mí con los labios fruncidos en un beso muy exagerado. Me acerco y hace un ruido baboso en mi mejilla.

—Hola niña con novio— Me mira con picardía. De un momento a otro abre los ojos junto a la boca y saca una hoja arrugada de su bolsillo trasero —Ah, esto es para ti. Me lo dio el recepcionista. Dijo que el cartero se quedó accidentado y...

Dejo de escuchar en cuanto observo la carta arrugada en sus manos. Mierda, mierda y más mierda.

Esto cada vez empeora más.

Tomo la tarjeta de las manos de Isaly y mecánicamente me voy a la habitación a leerla.

No voy a negar que estoy nerviosa, pero tal vez esta vez tenga una pista nueva de quién es él o la misteriosa Lia.

Me siento en la punta de la cama y desdoblo el arrugado papel. ¿Dónde carajos Isaly arrugó tanto esto?

Niego con la cabeza por lo descuidada que es mi mejor amiga.

"Uno, dos, tres. Por cinco va la cuenta esta vez. Cada vez espero más la visita, oh querida, prepárate niñita.

Att: Con amor fingido, LIA"

Un escalofrío me recorre y arrugo la carta de nuevo.

Son amenazas, pero ¿De qué?

Termino de recostarme completamente sobre la cama y coloco las manos sobre mi rostro. Necesito dormir.

Si, tal vez eso me ayudará a pensar.

Me subo más para tomar una almohada y me la coloco debajo de la cabeza.

Paso varios minutos siendo atormentada por mi cerebro. No puedo dormir.

Abro los ojos, frustrada. Me levanto de la cama y camino a la cocina.

—Clark, ¿Me prestas los...?— Me detengo y frunzo el ceño. Qué raro ¿No está en la cocina?

Sigo derecho hasta el segundo lugar donde también podría estar. La sala.

Y ciertamente veo su cuerpo en el sofá.

—Oye Clark, podrías...— Escucho un ronquido y frunzo el ceño.

Y... Cayó un muerto.

Pongo los ojos en blanco ¿Es enserio? O sea, él cae fácilmente dormido. En cambio yo, que necesito el sueño para pensar algo importante, no.

Con molestia me resigno a ir de nuevo a mi habitación. Tampoco es que tuviera el valor suficiente para despertar a Alessandro. Parece muy agotado.

Antes de llegar a mi dormitorio, veo a Kermit caminar por el pasillo hacia lo más seguro sea la sala.

—Hola Ker ¿Estás aburrido igual que yo?— Él me observa —Tomaré eso como un "Si, estoy muy aburrido. Y tengo hambre"

Río ante mi ocurrencia y veo hacia abajo notando que mi iguana me mira raro. Si, tal vez perdí un tornillo.

—Réstale importancia— Hago un gesto con la mano de indiferencia —Vamos Kermit, vamos a buscar diversión en algún lugar del piso.

Él hace un sonido muy graciosos parecido a un eructo.

—Y luego iremos por comida— Declaro.

Mueve la cola animadamente ante la palabra "comida". Ahora que lo pienso, Kermit parece más cerdo que iguana.

O bueno, parece más cualquier otro animal que el que es.

Caminamos juntos hasta mi habitación y...

¿Queda claro que destruimos el apartamento, verdad?

—Sí, me queda claro que no puedo descuidarlos unos minutos porque al parecer— Clark mira alrededor —Destruyen el maldito piso.

Me encojo de hombros y le guiñó un ojo a Kermit.

No me arrepiento de nada.

***

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