~TERMINADA~
Libro #2 (Saga Nosotros)
TERCERA TEMPORADA DISPONIBLE
EN MI PERFIL
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- Mamá... - susurró enmedio del llanto - ¿Un hombre se puede enamorar de dos per...
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Todo el camino de vuelta a casa me la pase pensado en lo que había pasado con Jace en los baños. La excitación se hacía más grande tras pensar en que por hacer algo prohibido podíamos ser descubiertos.
Cada que lo recuerdo mis mejillas se sonrojan y mi cuerpo se eriza por completo.
- Hola, conejito - fue lo primero que me dijo mamá al verme entrar - ¿Cómo te fue en el Instituto?
Llegué hacía ella y le di un gran beso en la mejilla, al separarme me miró con una cara de complicidad.
Sabía que después de esa platica me iba a estar preguntando cada día sobre ellos.
- Me fue muy bien, mamá - dije recordando los ardientes besos de mi chico. Sonreí de manera discreta - Hola, tío Ben.
Me acerqué abrazarlo ya que se encontraba de pie aún lado del sofá junto con Emilia.
- Hola, pequeño Leo - siempre me molesta con eso. Me correspondió el abrazó y me revolvió el cabello.
Aunque es evidente el parentesco que tengo con él. No tengo ninguna duda de que él es mi padre biológico.
La verdad siempre había tenido mis dudas sobre quien era mi padre biológico, pero nunca me atreví a preguntarle directamente a mis padres en especial a mí madre. Ella es muy sensible en esos temas.
De igual forma los quiero a los dos por igual.
Me acerqué a mi hermanita menor, que tenía sus bracitos abiertos para que la abrazara, lo cual hice.
- Hola, mi niña hermosa.
La alcé en mis brazos y la giré a la vez que la besaba por toda su cara haciendo que pequeñas carcajadas salieran de su boquita.
- Déjame ya, empalagoso - abrí la boca haciéndome el ofendido - Sólo quería abrazarte no que me dejaras babeada toda la cara.
- Uno quiere ser cariñoso con la roedora y ella se pone de manera salvaje - la bajé y se fue corriendo rápido con mi madre.
Al mirarme me sacó la lengua y yo se la regresé.
- ¿Oye, guapetón? - me llamó mi tío Ben, de manera misteriosa - ¿Soy yo o te veo más feliz que en veces anteriores?
- No sé, de que hablas, tío.
No puedo creer que ni para disimular sirvo. Toda la alegría se me esfumó y me comencé a poner nervioso.
- Tiene razón, conejito - miré a mi madre - Al algo distinto en ti, ¿Qué escondes?
