Capítulo 18

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POV: Luna Haitani.

Pasaron unos cuantos meses en los cuales sucedieron varias cosas. La primera es qué volví a verme con mikey y Emma, estos me extrañaron bastante y antes de irme me pasaron sus números para estar en contacto.
A los días Mikey me presento a sus amigos, los cuales serian los futuros capitanes de la Toman.

Lo cual me pareció perfecto, ya que para lo segundo que ocurrió fue hacerme muy buena amiga suya y convencer a kazutora y baji de hacer una fiesta sorpresa por el cumpleaños de Mikey, para que esté no asesine a Shinichiro de un fierrazo en la cabeza. Igual, él día donde iba a morir Shinichiro me quedé a su lado como una garrapata pot las dudas de que suceda algo y por suerte no ocurrió una tragedia.

Eh de admitir que me volví muy unida a Shinichiro, lo sentía como un hermano mayor. Amaba estar a su lado y que me dé algún que otro consejo mientras arreglaba las motos. Era una persona muy tranquila, reflejaba paz y sus palabras siempre te llegaban, aunque cada tanto te dé algún que otro regaño.

Lo tercero que ocurrió fue que mis padres me declararon la guerra porque se enteraron de lo que les hice a mis futuros candidatos, tampoco era un secreto, asique me daba igual si se enteraban o no. Yo solo seguía con mi objetivo de arruinarlos, por lo que empecé a poner cámaras de seguridad en toda la casa con micrófonos para que quede todo guardado en caso de que estos hagan alguna escena en mi casa.

Y la cuarta, desde que mis hermanos estaban en la cárcel, los iba a visitar sin falta tres veces a la semana llevándoles comida.

Pero hubo un día en el que no pude.

Era un día como cualquier otro, preparé bastante comida, como algún que otro dulce para que pudieran comer. Los coloqué en sus respectivos tápers y los cargue al auto con ayuda de Robert, al tener todo listo salimos en dirección a la prisión para menores de edad en Roppongi.

Baje del auto con una sonrisa, como era costumbre en mí cuando venía a verlos. Pasé por la puerta principal y al llegar a "recepción" un oficial me detiene.

-Disculpe señorita luna, pero sus hermanos le prohibieron la entrada. - comentó haciéndo una reverencia.

Me quedé paralizada al escuchar esas palabras "¿Mis hermanos me prohibieron la entrada?" Pensaba aún en estado de shock.

-Es una broma, ¿cierto? - pregunté sorprendida.

-Lamento decirle que no - respondió algo nervioso.

-Quiero verlos. - firmé - Ahora.

-L-lo siento señorita, pero ellos me dijeron que - interrumpido -

-¡ME VALE LO QUE TE DIJERON! - grité enojada - ¡QUIERO QUE ELLOS ME LO DIGAN EN LA CARA!

-Lo siento, pero no puedo dejarla pasar - hablo con miedo.

-¡Sabes quien coño soy imbécil! - grité acercándome a él - Puedo arruinarte la puta vida en menos de 5 minutos si así lo deseo.

-Señorita Luna, calmese por favor - dijo Robert tomándome de los hombros.

-¡Suéltame! - grité - ¡Mis hermanos nunca harían eso!

-Debe haber una explicación para todo esto, calmese por favor. - habló tranquilo. - ¿Hay algo que pruebe lo que está diciendo?

-S-si - dijo buscando algo - Tomé - le acercó un papel.

-¿Qué dice? - pregunté enojada.

- me lo entrega -

Lo tome sin más y en el papel se podía ver claramente la letra de Ran y Rindou.



“Luna, desde hoy dejaras de venir a vernos. No queremos verte por un tiempo, ya le informamos a todos los guardias y oficiales que no te dejarán entrar, aún si los amenazas no funcionará.

No seas testaruda y no vuelvas a venir, Luna Haitani. No nos obliges a cortar lasos.

Atte: Ran y Rindou Haitani.”



Mi cuerpo comenzó a temblar haciendo que pierda la fuerza y caiga al suelo, mis ojos se empezaron a nublar, pero no quería llorar, no aquí, no ahora.

-Señorita Luna... - comentó acercándose.

-Nos vamos Robert. - dije neutra levantándome y yendo al auto. Quería irme corriendo de ese lugar.

Este me siguió y nos dirigimos al auto, al llegar me abre la puerta y entró. El viaje fue bastante silencioso, ninguno de los dos pronunciaba o hacía algún ruido. Unos minutos después llegamos al edificio, bajé del auto y me dirigí al ascensor.

-Tienes el día libre, Robert... - comenté tocando el botón para que se abran las puertas.

-Señorita... - habló sorprendido - No puedo dejarla sola en esté estado.

-Es una orden, Robert. - comenté subiendo al ascensor y tocando otro botón para cerrar la puerta.

Subí hasta el último piso, me dirigia a la puerta y la abrí. Caminé hasta la oficina que tenía en está pensando en distraerme, pero no podía.

-¿Por qué? - repetía una y otra vez acercándome a los papeles y otras cosas que había en la mesa.

-¿Por qué? - empecé a hablar en voz alta - ¿Qué hice mal?

Comencé a llorar mientras empezaba a destrozar todo lo que había a mi alcance.

-¿POR QUÉ? - grité llorando - ¿POR QUÉ ME ALEJAN? ¿QUÉ MIERDA HICE MAL? ¿POR QUÉ ME PROHIBIERON LA EMTRADA? - grité entre lágrimas rompiendo vasos, tirando documentos, destrozando por completo todo lo que había a mi alrededor, hasta que me tiré al suelo de rodillas mientras comenzaba a llorar cada vez más y más.













-¿Qué hice para que me odien...?











𝙻𝚊 𝚑𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗𝚊 𝚖𝚎𝚗𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝙷𝚊𝚒𝚝𝚊𝚗𝚒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora