Miraculous: New Heroes, The greatest miracle

Capítulo 37. Recuerdos

Los personajes de Miraculous Ladybug no me pertenecen, son propiedad de Thomas Astruc.

—Hablan—

—Piensan—

.........

No le había mencionado nada a Adrien sobre su plan, no queriendo molestarlo, pero le gustaría mucho compartir con él la nueva búsqueda que estaba a punto de hacer, a pesar de que ambos tenían ya una en manos, pues seguían buscando información sobre su padre e incluso sobre la señora Agreste. Tenía que admitir que tenía mucha confianza en él y le gustaba mucho estar a su lado, aun cuando tenían muchas cosas que no le permitía estar más tiempo con él.

Su puerta se abrió y volteo para encontrarse con su madre. —Mamá.

—Recibí una llamada de tus maestros.

—Yo...

—Dos de ellos cancelaron sus clases con una tonta excusa, a mi parecer, así que solo iras a una.

—E-Entiendo.

—Bien. Nathalie me dijo que fueron al médico hace unos días.

—S-Si.

—Bien, tengo algo de tiempo y necesitamos hablar ¿No es así?

La azabache asintió y suspiró.

...

—¿Qué? —El ojiverde la miraba confuso.

—Humm... lo-lo que dije fue que...

—Sí, disculpa que te interrumpa, se lo que dijiste, pero ¿Por qué?

Ella llevó sus manos hacia atrás y las entrelazó mirando hacia el piso. —Se podría decir que lo conocí hace tiempo, cuando éramos niños de hecho, él y su hermana fueron muy buenos conmigo, pero es diferente al niño que recuerdo... sé que sucede algo, así que quiero ayudarlo.

Él sonrió ante sus palabras. —Ya veo. Pero ¿Estas segura de que es él?

—S-Si, sé que es él.

El rubio lo pensó por un momento. —Está bien, voy a ayudarte; aunque sigo molesto por la forma en que te trato.

—Gracias por ayudarme.

—No tienes que...—Fue cortado por la sensación de unos brazos envolverse a su alrededor. Eso era algo que se estaba volviendo más común conforme pasaban los días, el contacto físico entre ellos ya no era una sorpresa; y le gustaba que tuviera la suficiente confianza para abrazarlo.

—¡Ah! Lo siento, no quise...

—Tranquila, no pasa nada. —La abrazó también al ver que tenía la intención de apartarse y le sonrió. —No me molesta

La azabache al sentirse lo suficientemente cómoda recargó su frente en el pecho de su amigo disfrutando de la sensación de seguridad.

...

Pasaron un par de días en los que Adrien y Soleil salían a la ciudad, por supuesto dentro del auto que era conducido por el guardaespaldas del rubio, para buscar por las calles al chico. No fue hasta la tarde del tercer día, que lo encontraron sentado en el parque de la vez pasada. Bajaron del auto y se acercaron con cautela.

Nerviosa la joven respiró profundo y se acercó mientras el rubio se quedó detrás, a un par de metros. —H-Hola.

El chico levanto la vista y frunció el ceño al ver a esa niña de nuevo. —¿Qué haces aquí?