Motel California - Stydia

Capítulo 34

30 de Diciembre. (Parte 3)

Cora llama a mi puerta después de unas horas. Acabo de terminar de alisarme el pelo y ya había empacado todo.

Abro la puerta, ella se ve lindísima. Lleva un mono, más vino que rojo, que le sienta muy bien. — ¡Hola! ¿Estás lista?

— Sí, sólo deja que me lave los dientes rápidamente

— Muy bien — empieza a caminar hacia mi cama y se sienta mientras espera — Me encanta tu vestido

— Gracias. — le digo con una sonrisa mientras camino hacia el baño.

Dejo la puerta abierta mientras me cepillo los dientes. Me arreglo el pelo frente al espejo. Cora sigue sentada en el borde de mi cama cuando salgo. — Tengo que confesar que te voy a echar de menos. Sobre todo tus sándwiches y panqueques.

Me río. — Yo también te voy a echar de menos — y no era mentira, sobre todo su buen sentido del humor.

Saca su teléfono de repente. — ¿Por qué no nos hacemos una foto? Como recuerdo

— Sí, por supuesto.

La verdad es que es una buena idea, y me siento en la cama junto a ella. Sonreímos ante la cámara frontal y tomamos una foto con cada uno de nuestros teléfonos.

— Quedaron muy bien — se levantó — ¿Nos vamos?

La imité, cogiendo un pequeño bolso que tenía dentro de mis cosas. — Sí, vamos.

Cuando salimos de mi habitación, mi corazón se convierte instantáneamente en una alarma nerviosa. Empiezo a mirar a mi alrededor, pero los pasillos están casi vacíos. Pasamos por la sala de recepción, y al echar un vistazo sólo veo a Braeden. La saludamos y nos dirigimos al aparcamiento donde Cora tenía el coche de su hermano. No hay señales de Stiles.

— ¿Puedo preguntarte algo?

La miro cuando arranca el coche. — Sí.

— ¿Cómo sucedió? Tú y Stiles... no se parecen en nada.

— ¿Qué se supone que significa eso?

Ella sacude la cabeza — Quiero decir que se nota la diferencia entre ustedes dos. No me digas que no lo ves también.

Miro por la ventana, arreglando el nudo en la garganta — No lo sé, pero sucedió. Y en parte fue culpa tuya por dejarme sola con él en navidad. — y sé lo ridículo que suena, pero ni siquiera me importa. Necesitaba culpar a alguien.

Cora hace una pequeña pausa y luego se ríe de la nada — ¿Sucedió en navidad?

— Sabes que mi habitación estaba ocupada para entonces, así que...

— Muy bien, lo entiendo. — me detiene — Supongo que necesitabas la distracción.

No me distrajo. Quise decirle. Hizo todo lo contrario. Hizo que tuviera su recuerdo todo el día sin parar en mi cabeza, torturándome. Pero ya no hablo más.

Durante todo el camino a la feria, Cora me habla sobre las actividades que suelen hacer aquí en el pueblo. Hasta que llegamos y hay mucha gente en el estacionamiento. Cora da vueltas tratando de encontrar un sitio, pero todo el lugar está abarrotado.

— Voy a seguir buscando un sitio aquí, tú coge mi dinero y cómprame una entrada antes de que nos quedemos sin asientos. Es el techo amarillo de allá.

Sigo sus instrucciones y asiento con la cabeza. Ella detiene el coche para dejarme salir y sigue conduciendo. Todavía hay nieve en el suelo, y los tejados de los pocos locales están llenos del blanco. Hay luces navideñas brillando por todas partes.