Capítulo 25

272 28 19
                                    

28 de Diciembre. ( Parte 3)

Me quedo allí un rato más. Todavía no puedo creer que si Stiles no me hubiera puesto la píldora en la mano no hubiera recordado que la necesitaba. Se lo agradezco internamente, pero también me retuerzo de nervios.

Cuando salgo evito sus ojos, incluso cuando los siento sobre mí. Debe darse cuenta de que lo esto evitando, porque ni siquiera puedo ser discreta al respecto.

Estoy hablando con Cora cuando noto que mira el reloj de su muñeca de repente. — Ah, es hora de irme — dice. — Eso fue rápido.

Aprieto los labios y ella empieza a recoger sus cosas. Stiles nos mira desde su asiento. — Nos vemos mañana.

Asiente y se inclina hacia mí para darme un abrazo de despedida. — Hasta mañana, si todavía estás aquí — dice. — Espero que el clima no empeore.

— Lo mismo digo. Nos vemos, Cora.

No tarda ni dos minutos más en irse. Me trago el ácido de la garganta y me levanto también de la silla. Stiles no dice nada mientras me dirijo a mi habitación, pero noto el ligero ceño fruncido en su rostro. « Sí, escapando de nuevo. »

Cierro la puerta de mi habitación y me encierro. No quiero ser una cobarde, pero ¿qué otra cosa puedo hacer? Cada vez que lo miro es como si la maldición se despertara y ni siquiera pienso. Me siento como Stu Wolff ahora mismo... confusa y difusa.

« Acabamos de follar en mi ducha y ahora me das la espalda. Eres una cobarde » gruño. « ¿Quién es el juguete de patio ahora? »

Dejo que las malas ideas me consuman durante un buen rato, limitándome a mirar el techo de la habitación con las luces apagadas. Sé que no puedo dejar que esto vaya más lejos, pero tampoco quiero sentirme culpable.

Cuando creo que ha pasado suficiente tiempo, salgo de mi habitación para tomar aire. Aunque fuera hace un frío que pela, me relaja más que el encierro.

Cuando avanzo por el pasillo y mis ojos suben, veo una estela de humo que viene del piso de arriba. Me hago a un lado para tener una mejor visión, asomándome desde mi lugar bajo. Lo veo de espaldas, llevándose el cigarrillo a la boca. Todo se me viene encima como si fueran piedras.

Me late el cuerpo cuando lo veo. Y entonces respiro profundamente. Pienso en entrar en mi habitación antes de que se dé la vuelta y me vea. Pero ya tengo suficiente de lo mismo siempre. Así que intento utilizar una táctica diferente. Simplemente debo afrontar la realidad en lugar de huir de ella, aunque me cueste demasiado.

Y empiezo a caminar hacia arriba, con el corazón tratando de no retroceder. Su mirada está perdida hacia delante. No sé si me oye llegar al principio, pero somos los únicos en el pasillo frente a su puerta.

Trago grueso, poniéndome a su lado. — Hola.

Su mandíbula se tensa con cada bocanada de humo, pero no se gira.

— Pensé que no me hablabas.

El frío me encoge y me muerdo el interior de la mejilla para contenerme. Lo miro, pero se queda enfocado en el frente como si yo no estuviera. Los remordimientos vuelven a aparecer en el reparto.

— Lo siento — susurro en un hilo de voz.

Él parpadea brevemente. — Ya lo dijiste — reconozco el frío estéril, con displicencia.

Motel California - StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora