La Bruja de Redem II

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-¿Cuánto durará aproximadamente el hechizo? -preguntó intrigado.

-No lo sé, aunque no será mucho tiempo.

-¿Por qué no hiciste nada para evitar lo sucedido? Si puedes conjurar magia tan poderosa.

-Mi magia no estaba tan condicionada por mis sentimientos -se pausó mirándolo a los ojos- Pero lo que sucedió hoy desencadenó algo en mí, definitivamente algo cambió, debe ser por todo ese infierno de odio que siento arder dentro mío, aunque si lo desato sé que sería castigada.

-¿Que sería lo peor que podría pasar? -preguntó mirándola fijamente a los ojos.

-Moriría -suspiró.

-Si es real, lo que decía el anciano de tus sueños... -dijo mirando al frente.

-No sé qué podría llegar a hacer con mi magia, y dudo si me gustaría descubrirlo -respondió desconcertada.

-Por cierto, soy Adriano Areleous de Redem, nunca te había dicho mi nombre.

-¿Por qué tan de pronto ya no te visualizo con toda la ira de un soldado?.

-Fui expulsado del ejército, por ser desarmado rápidamente en un entrenamiento contra...

-¿El hombre que te estaba humillando en la prisión? -lo interrumpió.

-Precisamente, pero no necesito la evaluación de nadie. Solo fue una mala batalla.

-Entiendo... Yo me llamo Alysa Diamanti -Timpul trece din nou- Pronunció apuntando la palma de sus dos manos hacia el cielo.

-¿Y ahora qué has hecho? -preguntó confundido.

-Ya me estaba agotando ver el forestal tan inanimado -respondió con una breve sonrisa.

-¡ALTO AHÍ! ¡Deténganse! -se escuchó el grito de un hombre.

Eran dos soldados del pueblo enemigo Denkra que se encontraban investigando la zona.

-Mierda... -susurró sujetando su espada.

-¿Qué hacemos ahora? -preguntó observando asustada a los dos soldados.

-No hay tiempo, quédate detrás de mi -se colocó rápidamente en posición de ataque.

-¡Excelente manera de comenzar la tarde, una muerte enemiga y una prostituta para festejar! -le dijo un soldado al otro con una sonrisa burlona.

Adriano comenzó a luchar contra los soldados intentando utilizar certera estrategia y táctica, era muy hábil. Aunque tras unos segundos, el enfrentamiento, las heridas y los roces en la piel fueron cada vez mayores, hasta que en un fallido movimiento fue desarmado.

-¡Muerte al enemigo, honra para Denkra! -exclamó a gran voz uno de los soldados.

El mismo apuntó su espada al corazón de Adriano para asesinarlo. Alysa en desespero y sin pensarlo dos veces, apuntó rápidamente la palma de sus manos hacia el mismo.

-¡Mort pentru totdeauna! -pronunció a gran voz.

El soldado se desplomó al suelo, comenzando a gritar agonizantemente hasta convertirse en cenizas, quedando íntegra únicamente su espada.

-Una... Maldita bruja desgraciada... -dijo el soldado restante.

En cuestión de instantes Adriano le atravesó el pecho con la espada, perforándole un pulmón y haciéndolo morir rápidamente.

Saga de Hechicería: La Sangre MágicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora