Al día siguiente
El hombre quién se encontraba tirado en el suelo de una celda de la prisión, comenzó a escuchar fuertes pisadas que provenían desde la puerta de la misma. Se paró lentamente tratando de visualizar el orígen de las mismas, hasta que dos siluetas comenzaron hacerse visibles.
Alysa y Adriano se pararon frente a él, mirándolo intrigados através de las rejas.
—¿Te sientes mejor? —preguntó incómoda.
—El hombre la miró—. Sí... —respondió cabizbajo.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó.
—Yo soy... —se pausó un segundo— Enrique Siegfried de Aquios.
—¿Aquios? ¿Dónde queda eso? —preguntó Adriano confundido.
—Es aquí, dónde yo viví.
—Sabemos que fuiste víctima de una maldición Enrique. Por eso necesitamos saber que fue lo que te sucedió, y quién eres —intentó ser comprensiva.
—Este pueblo es Aquios... Un poco distinto a lo que lo recordaba —la miró fijamente a los ojos sujetando las rejas.
—¿Por qué te maldijeron, Enrique?.
El hombre miró los ojos verdes de Alysa, los cuales le hicieron recordar cada facción de su amada Cassandra, entendiendo que la había perdido para siempre. Petrificado, comenzó a llorar de una forma tortuosa.
—Por favor, danos información Enrique, la necesitamos —dijo Adriano.
Sin embargo, la angustia en el alma del hombre era tan inmensa, que otra vez había vuelto a sumergirse en un trance mental cayendo al suelo en llanto.
—Adriano, no tengo otra opción que entrar en sus recuerdos... —lo miró entristecida— Necesitamos entender si esto es una señal del destino.
—Lo que sea necesario, Alysa —él asintió con la cabeza.
Abrió la celda y se acercó a él con su rostro fruncido en compasión.
—Enrique, no te haré daño, solo dame unos segundos para poder entenderte —apoyó la mano derecha sobre su cabeza y pronunció —Mintea răsucită va fi invadată— ingresó a sus recuerdos.
Ella se dirigió a un lugar totalmente oscuro, su conciencia sabía que estaba allí, pero no podía ver nada. Una escena estalló brúscamente en el plano haciendo presentes sus colores tan repentinamente que ella quedó mareada.
«Si pudieras estar en mi lugar un segundo, sabrías lo difícil que se me está haciendo no tirarme desde la montaña de Aquios»
«Sé que no me he equivocado al hacer esto Cassandra, porque yo no lo he hecho con las intenciones que otros hombres lo hicieron.»
«Prometo protegerla, amarla de forma sincera, leal y noble, respetarla y cuidarla para siempre»
«¿Qué siente?»
«Nicodelo podría terminar con mis sueños en un segundo.»
«Me asesinará»
Brúscamente el plano cambió y Alysa fue redirigida al Lugar Inhóspito de las Almas.
«Lo logramos, aunque sea por última vez.»
ESTÁS LEYENDO
Saga de Hechicería: La Sangre Mágica
FantasiaAlysa siente en lo más profundo que debe encontrar el camino hacia el verdadero propósito para el cuál fue elegida, ordenar cada pieza para lograr la redención de la humanidad con un solo objetivo: unificar la sangre mágica para siempre. Pero el pa...