Saga de Hechicería: La Sangre Mágica

Epílogo

Año 1118 D.C durante el reinado de Nicodelo V de Redem

—Mamá... ¿Qué es esa luz? —preguntó.

—¿Cuál, hija?.

—La luz blanca, la que sale de tus manos cuando vienen las personas —respondió la pequeña con curiosidad.

La madre se acercó, y acariciándole la mejilla le contestó —Magia, luz pura, que cura —rimó sonriéndole.

—¿Cómo puedes usarla? Es que yo quiero probarla, ¿yo puedo hacerlo?.

—Escucha Aly, aún eres pequeña para saber de estas cosas, no puedes usarla.

—Podrías enseñarme mami, por favor. ¡yo quiero aprender!.

Tragó grueso y mirándola seria le respondió —Mamá no puede ser vista utilizando magia —miró hacia ambos lados— Nunca —susurró.

—¿Por qué? —replicó la pequeña inquieta, jugando con sus manos.

—El señor de barba me apartaría de tu lado para siempre.

—No quiero que te vayas, te amo mucho —respondió.

—Estaremos bien hija, solo deberá ser un secreto —sonrió y al instante negó con la cabeza rápidamente.

<<El instinto es tan fuerte que no logro controlarlo, solo ayudando a estas personas obtengo esta mísera comida que necesitas, mi amada pequeña>>, pensó.

—Pero es muy rica —respondió el pensamiento de su madre.

Ella la miró fijamente.

—Ten cuidado, Aly. Nunca digas en voz alta los pensamientos de nadie.

—No quiero que ese hombre te aleje de mí jamás.

—Si te cuidas a tí y a mí, nunca nos separará.

—Mi amiga dice que él se llevó a su mamá, llora y parece triste aún cuando yo le digo que ya volverá que tal vez fue hacer una tarea para el señor, pero no vuelve y pasan los días y...

—Tranquila, pequeña —dijo sujetándole los hombros y dándole un beso en la mejilla.

—Cuando sea grande le hablaré y le diré que no se lleve más a las madres de mis amigas porque sino se sienten tristes.

—Nunca hija, nunca lo hagas o correríamos peligro.

—Cuando sea grande yo lo detendré mami, nunca te separarán de mi lado.

—Nunca lo harán hermosa  —la abrazó fuertemente.

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