Año 937 durante el reinado de Nicodelo II en Aquios
Delia se encontraba hablando con su abuelo en su cabaña.
—¿Cuántas fueron anoche? —preguntó Delia.
—Seis más... Carbonizadas por la hoguera. Esta vez las secuestraron del bando enemigo, eran madre e hijas realizando labores en el forestal —respondió el anciano.
—Sigue pasando y nunca acaba —sus ojos se pusieron llorosos.
—Tranquila hija. Nuestra sangre tiene un propósito...
—¿Qué propósito? ¿El de ser derramada? Ser como objetos para la conquista de territorios; los dioses no tienen piedad de nosotros nos han abandonado —lo miró.
Una lágrima se deslizó por su rostro.
—Tal vez solo debemos encontrar la forma de comunicarnos con ellos.
—Solamente Behar nos puede ayudar.
—Sabes que esa no es la solución más viable.
—¡Que otra salida tenemos, si terminaremos muriendo de todas formas!.
—No sabemos que clase de entidad está detrás de ese dios, la magia puede ser peligrosa en manos equivocadas Delia...
—Él mismo que dividió podría ayudar a unir, piénsalo desde ese lado.
—¿A qué te refieres?.
—Las sangres, y si no las uniera al menos terminar con ellas...
—Delia, estás diciendo cosas desmedidas... —respondió sorprendido.
—Ahora mis pensamientos son desmedidos, ¿en comparación a las muertes del día a día? —dijo decepcionada.
—No podemos terminar una guerra que empezó desde antes de nuestra existencia y formación.
—Porque nadie jamás actuó, nadie se atrevió.
—Delia...
—No necesito tu aprobación abuelo. —lo interrumpió— Te aprecio, pero yo no moriré en vano ni mi sangre será derramada de la misma forma —respondió retirándose de la cabaña.
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El Rey Nicodelo II se encontraba en su trono descansando, cuando sus soldados se acercaron.
—Rey Nicodelo, ya logramos seis ejecuciones más de sangre behárica —dijeron dos caballeros de alto rango.
—Se encubren todo lo que pueden pero no está nada mal para una noche.
—No quedan muchas ni muchos, aunque ellos son más complicados de encontrar.
—Ni les interesa descubrir su magia, no representan un problema... a menos que en alguno se desate algún acto de rebeldía. Pero tendría fácil solución de todos modos —dijo mirando hacia su espada y sonriendo.
—Una blasfemó contra Doth, así que la guardamos en prisión para que decida qué hacer con ella.
—¿Solo eso? —preguntó— nunca hacen esto, quiero explicaciones...
—Su cara se deformó pronunciando magia desconocida para asesinar a tres de nuestros compañeros, así que le atamos las manos y aprisionamos —respondió levemente alterado.
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Saga de Hechicería: La Sangre Mágica
FantasíaAlysa siente en lo más profundo que debe encontrar el camino hacia el verdadero propósito para el cuál fue elegida, ordenar cada pieza para lograr la redención de la humanidad con un solo objetivo: unificar la sangre mágica para siempre. Pero el pa...