Misterios Oscuros II

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—¿Es algo grave? —preguntó confundido.

—Adriano, de verdad necesito hablar con Nicodelo, a solas —se pausó un momento—. Te lo contaré más tarde —lo miró fijamente a los ojos y se retiró del lugar.

Alysa se dirigió hacia la cabaña donde Nicodelo se estaba alojando, mientras aguardaba la reconstrucción del castillo.

Abrió la puerta de la misma pudiendo observarlo sentado sobre su cama. Él la miró rápidamente.

—¿Qué quieres? ¿Vienes a entregarme? —se levantó lentamente, su cama de madera rechinó en desgaste.

—Por qué nunca hiciste nada para frenarlo, sabías que esa no era la solución —dijo calmada.

—Dime, bruja... —la miró a los ojos—. ¿Te gustaría morir consumida por una bestia? ¿Lo harías?  ¿Te entregarías?.

—No pensaría solo en mi, sino como tú lo dijiste alguna vez, en el bien común de todo el pueblo. El rey debería entregar su vida por el mismo si fuese necesario —respondió.

—No quiero morir, soy consciente de las cosas que hice mal —se acercó hacia ella—. Piensas que solo por tener sangre dóthica las cosas no me perjudican —la miró a los ojos.

—¿Perjudicar? —soltó una pequeña risa—. Tu no sientes compasión por nadie Nicodelo. ¿Sabes cuánta gente ha muerto por tu culpa?.

—Lo has visto todo, lánzale un hechizo y termina con ella. No puedo, todo lo he intentado. La lepra no se va y la bestia no para de llamarme.

Ella lo miró en silencio unos segundos.

—No necesito mas juzgamiento, lo viste todo. Sabes que no tuve opción la miraron fijamente con impotencia.

—Nunca pudiste entender la magnitud del dolor que has causado... Cuanto duele que arranquen de tu lado a tus seres queridos, gente que era importante para ti. —respondió negando con la cabeza.

—Creo que todo el mundo merece el perdón... —quebró su ego un segundo.

—No puedo perdonarte, solo tengo la piedad que te faltó con la gente que mas quería.

—¿Entonces qué es lo que quieres de mi ?.

—Necesito información, no podré cumplir mi propósito hasta acabar con la calamidad del sótano. Y no es por ti, yo realmente sí actúo por el bien común. Para eso fui elegida.

—Nadie pudo darme información. Ni Arkno, ni Henry.

Recordó unos segundos

—Me sucedieron cosas extrañas, que tal vez podrían ayudarnos...

—¿Como cuáles? —respondió mirando hacia un lado.

—Creo haber visto a la demonia en distintas formas. Una vez en el bosque, era una criatura extraña que intentó asesinarnos a Adriano, Arkno y a mí. Luego, en la forma de la esposa del Rey Andreus de Denkra...

—¿Del Rey Andreus del Oeste? —la interrumpió sorprendido.

—Sí, y la acabo de ver en el sótano, en otra forma que jamás la había visto pero me perturbó bastante.

—No tienes idea del poder que tiene, sabe tocarte donde más te duele, su susurro en el oído...

—Ya lo escuché en tus recuerdos —lo miró fijamente

—Debe estar convenciendo en la mente al rey enemigo de destruir el Sur.

—No sería descabellado, teniendo en cuenta que no quiere otra cosa mas que tu sangre, escuché una voz extraña hablándole en una lengua desconocida al rey. Quiere que cumplas con el trato.

Saga de Hechicería: La Sangre MágicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora