—¿Estás seguro, Ezio? —preguntó mirándolo fijamente a los ojos —Mi primer intento no dio resultado...
—Nuestras sangres tienen algo en común, Alysa... Fueron usadas para el mismo propósito —suspiró.
—Para generar maldición, por vanagloria y egoísmo... —se pausó un segundo y lo miró.
Ezio se acercó a ella lentamente... Sus ojos se encontraban casi sumergidos en la mirada de la misma.
—Ezio, —lo interrumpió— No tenemos mucho tiempo... Por cada minuto más que pasa más mi mente me tortura.
—Disculpa, lo entiendo...
—Lo primero que necesitamos... —se pausó un segundo y lo miró— Un poco de nuestras sangres
—¿Me das un momento? Sacaré un poco de ella, no me gustaría hacerlo delante tuyo.
—Sí, no te preocupes, yo... Me retiraré —respondió nerviosa.
Ezio se dirigió a las afueras del pueblo.
La atípica noche nublada con una gran luna ensangrentada hacia del pueblo un lugar inquietante. Respiró unos segundos, y a continuación soltó una pequeña sonrisa, no estaba totalmente en sí. Se dirigió a pasos largos a la casa de un pueblerino y tocó a la puerta.
—Señor, ¿Puedo ayudarle? —dijo amablemente el joven hombre.
—Si... —lo empujó hacia dentro de la cabaña y cerró la puerta.
El hombre se inquieto un momento, pensando que la mente del rey se había vuelto perversa.
—Señor, ¿En que puedo ayudarle? —repitió.
Ezio lo miró a los ojos fijamente y el hombre quedó en un profundo trance. Cortó brevemente su brazo y extrajo un poco de la sangre del mismo en un pequeño frasco. Abandonando rápidamente la escena atemorizante, salió de la cabaña, cerrando la puerta de la misma.
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—¿Lo escuchaste? —preguntó intrigado.—Si, Adriano. El grito de guerra ha sido ejecutado. Hay que defender el pueblo tanto como sea posible, me pregunto si Alysa estará bien.
Enrique miró hacia un lado, observando como Henry entrenaba a los valientes soldados que se habían quedado en el pueblo, dispuestos a luchar por su gente. El observaba el orgullo en su mirada, lo que realmente representaba Redem para cada uno de ellos y como había sido destruido a manos del antiguo rey.
<<Esta tierra, es añeja pero está repleta de recuerdos. Contiene mi esencia y la de cientos de inocentes...>>, pensó recordando la familia que había sido asesinada en el forestal.
—¡Enrique, soldados en la entrada!
<<Llegó el tiempo de la guerra, de terminar con esto de una vez por todas>>, pensó.
Posteriormente apunto la palma de su mano hacia Adriano y pronunció —Protectia Sangueli.
—¡Henry, ordene sus soldados! —gritó con fuerza.
—¡Si, Señor! ¡Escuchen bien, daremos batalla, en posición!
Los soldados denkranos invadieron rápidamente el pueblo. La gran luna llena enrojecida presagiaba una sangrienta batalla.
Adriano comenzó a luchar en un vaivén sangriento de espadazos, las cabezas rodaban y la agilidad que manejaba era increíble. Sentía un potencial que nunca antes había logrado sentir, su sed de justicia alimentaban su destreza imparable.
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Saga de Hechicería: La Sangre Mágica
FantasyAlysa siente en lo más profundo que debe encontrar el camino hacia el verdadero propósito para el cuál fue elegida, ordenar cada pieza para lograr la redención de la humanidad con un solo objetivo: unificar la sangre mágica para siempre. Pero el pa...